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𝟬𝟭𝟰. brazil

Noa Nishimura sabía lo difícil que había sido tener que despedirse del chico que amaba, confesarle sus sentimientos una vez más y besarlo por primera vez, como si nada importara. De verdad, ella no quería recordarlo porque la ponía tan nostálgica que solo quería hacerse bolita en su habitación y llorar.

Pero, gracias a su padre tenía una nueva oportunidad de verlo.

En las vacaciones de verano, cuando Noa ya había ingresado en la universidad y llevaba un trimestre estudiando periodismo, su padre había sido contratado para un evento internacional en Brasil, específicamente Río de Janeiro. Claro que, Noa y Hinata no habían dejado de hablar ni un día, aunque era sumamente difícil por la diferencia horaria, pero no estaban dispuestos a dejarse ir tan fácil.

A pesar de eso, se sentía emocionada como si fuera la primera vez que se veían en años. Sabía que la estadía de Hinata había sido dura en Río, ya que una vez le habían robado la billetera, y se había perdido varias veces en la enorme ciudad. Pero trataría de darle un empujón.

Aprovechó el cambio de horario para trasladarse y que Hinata no sospechara, por lo que viajó muchas horas junto a su padre para llegar a Brasil. Los nervios no se desaparecían, sino que aumentaban cada vez más. Al llegar al nuevo país, Noa descansó severamente para recuperarse y al día siguiente, le preguntó un poco específico a Hinata sobre dónde estaría, y ya que él siempre le contaba mucha información, le dijo la ubicación exacta. En ese momento Hinata ya había salido de su trabajo de medio tiempo entregando cosas, y ahora iría a practicar.

Dejó a su padre a que se fuera a su evento, se puso una ropa fresca para salir (ya que el sol ahí era terrible), y se fue a caminar por la orilla de la playa desde su hotel hasta donde se encontraba Hinata, que era a unos quince minutos caminando. Tenía los audífonos puestos, disfrutando de la arena contra sus pies, el agua salada chocando cuando las olas subían y el sonido del mar; era todo tan tranquilizante que no podía culparlo de que le gustará estar ahí.

Tras varios minutos, Noa llegó a la ubicación que le había compartido Hinata, así que se quitó los audífonos, los guardó y se puso a buscarlo con la mirada. Una sonrisa enorme apareció cuando pudo distinguir su cabello naranja debajo de una gorra, teniendo un partido.

Corrió hacia ahí, quedándose a un par de metros de la cancha, para esperar a que el partido finalizara. Poco después llegó a veintiún puntos el equipo contrario, y Hinata soltó un suspiro abatido al ver el resultado. O al menos hasta que sintió unos cuerpo tirarse encima del suyo, derribándolo a la arena.

—¡Te extrañé tanto! —sollozó Noa, comenzando a llorar sin poderlo evitar. Lo rodeó con sus brazos, sintiendo la arena cubrirle ciertas partes del cuerpo, aunque tenía a Hinata debajo y él amortiguaba.

Al separarse un poco, su cabello rosa, recogido en una trenza, cayó un poco sobre Hinata, lo que había hecho que la reconociera al instante. Además, Noa era la única persona que saltaba así encima suyo, que tenía ese aroma tan peculiar a fresas con crema, y que su cuerpo encajaba perfectamente con el suyo. Hinata sonrió en grande, tocando sus mejillas con las manos, tal vez para asegurarse que ella fuera real.

—¿Esto está pasando realmente? —murmuró con una risita, aunque expectante de la respuesta. Noa al verlo soltó una carcajada.

—¿Si no fuera real, pudiera hacer esto…?

Noa se acercó a él, dándole un beso. Hinata se sorprendió, pero no dudo mucho en rodearla con sus brazos, sintiéndola encima de él en todos sentidos y aferrándose con fuerza. Tan solo se habían besado una vez hace meses, pero sus labios parecían estar hechos el uno para el otro y el beso fue uno de añoranza y amor, sin importarle siquiera que había personas alrededor viéndolos. Noa lo había extrañado tanto que en medio del beso comenzó a llorar, algo de lo que él se percató al caerle varias lagrimas en su rostro.

Segundos después se separaron, pero Noa no alejó su rostro del de Hinata, analizándolo para asegurarse que seguía siendo el mismo. Claro que, ahora estaba levemente más bronceado, pero sus ojos y su sonrisa seguían siendo los mismos de los que se había enamorado. Noa sonrió enamorada, robándole un rápido beso en los labios.

—Estoy tan feliz de verte —dijo Hinata con una sonrisa enorme. Noa se rio.

—Yo también, Shōyō.

Ambos se levantaron, dándose cuenta que ahora estaban llenos de arena y que todos a su alrededor los veían con curiosidad. Noa se ruborizó, un poco avergonzada, pero no cambiaría ese bello momento por nada. Hinata la llevo varios pasos más adelante, sentándose ambos en una pequeña amaca que estaba ahí.

—Noa… no quiero sonar aguafiestas, pero ¿cómo es que estás aquí?

Noa bajó un poco la mirada, dándose cuenta que ahora tendría que darle una enorme explicación. Por lo que comenzó contándole sobre cuando su padre le dio la noticia, y que había planeado eso por meses, sabiendo que iría a verlo y lo primordial era que Hinata no se enterara. Claro que, Noa a veces olvidaba quién era él y que era una persona muy despistada.

—Oh, vaya… —Hinata soltó una carcajada, ladeando la cabeza para mirarla mejor—. Te ves… realmente hermosa con el mar de fondo.

Soltó una risita tímida, sabiendo también que su rostro se había ruborizado por su cumplido, pero no dejó de mirarlo con cariño. Noa acercó sus manos, acariciando las mejillas de Hinata, como para acostumbrarse a su rostro y no olvidarlo jamás.

—Te ves más moreno —dijo burlona, quitándole la gorra en un segundo y poniéndosela ella. Hinata al notarlo soltó una carcajada.

—Está sudada, Noa.

—Como si me importara eso —le sacó la lengua con burla.

—Noa, en serio no me lo esperaba. Tu despedida fue tan real… —él se ruborizó, bajando un poco la mirada. Ella soltó una risita, comprendiendo sus palabras.

—Lo fue, Shōyō. Pero igualmente estoy feliz de tenerte a mi lado en estos momentos. Me voy mañana en la noche, así que quería pasar todo el tiempo posible contigo —le sonrió con emoción. Él sonrió.

—Me encantaría.

Entonces, Hinata avisó que no seguiría jugando y se retiró con Noa. Ambos comenzaron a pasear por los alrededores, mientras él le mostraba todas las cosas interesantes que habían, y también ella compró varios detalles que le habían parecido interesantes. Todo el tiempo fueron tomados de las manos, con los dedos entrelazados, recordando todo el mes que estuvieron juntos. Noa había extrañado las manos tan cálidas de Hinata, por lo que guardaría muy bien ese momento en su cabeza para recordarlo cuando lo extrañara.

No demoraron mucho en llegar al hotel donde se estaba quedando Noa con su padre, en donde se pusieron a platicar un poco más en el lobby. Después, no supieron si fue suerte o casualidad, pero el padre de Noa le aviso que había sido invitado a una fiesta con los chefs del evento y se iría para allá, adjuntando que no volvería hasta dentro de varias horas.

Por la cabeza de Noa pasó la idea de invitarlo a pasar, y cuando iba a decirle, él fue el que primero lo propuso.

El rostro de Noa se transformó en todos los colores existente, dirigiéndose hacia la habitación del hotel. Iban tomados de las manos, ambos imaginando qué sucedería una vez estuvieran solos… Y, por supuesto que lo que más habían pensado ambos sucedió, siendo uno mismo por una noche, demostrándose el amor que se tenían para que no lo olvidarán los siguientes años.

Noa y Hinata pasaron el día siguiente juntos, caminando por la orilla de la playa, riéndose como dos chicos enamorados, viendo ella varios partidos de Hinata, e incluso lo acompañó a su trabajo de medio tiempo en la parte trasera de su bicicleta. Había sido un día de ensueño que ninguno de los dos quería que terminará, pero lo hizo varias horas después.

Tocó despedirse, aunque los dos querían seguir juntos sabían que era momento, y ahora sí era definitivo en varios años. Noa lloró mucho al no quererse separar de Hinata, besándolo a cada momento y dándole mil abrazos para que no se olvidara de ella.

—Te amo —le dijo en un susurro, con sus rostros muy cerca. Hinata le sonrió, acariciando su mejilla con ternura.

—Te amo mucho más, Noa.

Y sin más, Noa se despidió del amor de su vida, para volverse a encontrar años después.

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