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𝐢𝐢𝐢.

Capitulo III

una momia se come a mi hermana

𝐞𝐥𝐥𝐢𝐨𝐭.

"Tuviste que habernos dicho que había algo mal!" Yew gritó otra vez desde el otro lado de la enfermería.

"Si hubiera sabido que hay algo mal, lo hubiera dicho"

"Basta los dos." Repitió Lee nuevamente en menos de diez minutos, antes de quitarme la venda de la cabeza. Aparentemente, mientras Luke me cargaba, Michael dejó caer un libro de tapa dura con detalles en bronce sobre mi cabeza, lo que hizo que me desmaye cuando llegue. 

Mi mente viajó por las imágenes que vi antes de desmayarme, provocando un dolor punzante de cabeza, muy probablemente producto del golpe del libro. El Museo Metropolitano de Arte, una furia del Hades, un autobús varado en la carretera, algunas cosas que no había visto desde que llegué al campamento.

Mi Mano se dirigió a mi collar de cuentas automáticamente al pensar en ello. La primera de todas, un pino, una lira y arco un centauro con vestido, un trirreme en llamas... Con solo pasar la mano encima ya sabía cuál era.

"Estás bien?" La voz de Lee me trajo de vuelta a la enfermería, pero aún así no detuvo mi tren de pensamiento.

"Si, eso creo"

Las visiones que tuve, no es la primera vez que las tengo durante el día, ni tampoco la primera vez que termino en la enfermería por ellas. Algunas son memorias del pasado, o sobre situaciones cotidianas que me han salvado de Clarisse en más de una ocasión.

"En que piensas?"

Pero éstas visiones son más importantes. Annabeth tiene razon (vaya, que sorpresa). Hay algo que está ocurriendo en el Olimpo, algo que no nos quieren decir, algo terrible se está moviendo a través de la tierra y la clave para solucionarlo está en la visión que acabo de tener, estaba seguro de ello.

"Nada importante" suspiré mientras me recostaba sobre la camilla, sintiendo la mirada de mis hermanos sobre mí. Ya casi era hora de la cena, me había saltado el almuerzo y pronto terminarían las actividades de los que no estaban en servicio. Pensé en aquellas personas que estaban aquí antes que ellos, en como habían salido algunos y ya no los volví a ver, y como aún espero a aquellos que salieron después de que terminó la última semana de vacaciones.

"Que fue lo que viste, en tu visión?" Ésta vez, la voz fue de Hayley.

Hayley Solís, el menor de mis hermanos divinos, quién su madre lo trajo para que pueda aprender a defenderse fuera, éste era su primer año aqui.

Y el que siempre cree que mis visiones son el mejor poder del mundo.

"Muchas cosas" le sonreí. "Cosas que solo puedo comprobar fuera del campamento." Las manos de Lee se detuvieron un segundo. No lo culpo: no me gusta hablar de lo que hay fuera de aquí. "Quirón me hizo una propuesta hoy. " Comencé "Algo está sucediendo en el Olimpo, no sé exactamente qué es, pero no tenemos tiempo."

"Elliot—" el cuerno que indica la hora de cenar comenzó a sonar de fondo, pero ninguno hizo ademán de moverse. Lee carraspeó antes de continuar "Ustedes,
vayan al comedor, yo me quedaré con Elliot. Michael está a cargo."

Poco a poco las quejas empezaron a oírse, principalmente por tener que obedecer a Michael, pero de todas formas la gente se movió hacia la puerta, entendiendo lo que Lee quería decir: él quería hablar conmigo.

En cuanto estuvimos solos, volvió a hablar.

"Ahora sí, El, cuéntame todo."

Le expliqué lo que había visto luego de que Luke me encontrara.

"Un museo..."

"No cualquier museo, él Museo Metropolitano de Arte. Es importante que sea ese museo."

"Hay alguna razón?"

"Aún no lo sé, solo..." levanté mis manos en el aire soltando un suspiro, y las dejé caer en mi regazo frustrado "Sé que es importante. No sé por qué. Tal vez aparezca la Furia allí, tal vez esté en el autobús, tal vez el autobús sea luego de ir al museo... No lo sé, pero no habría visto la entrada con el nombre del museo si ese mismo museo no fuera relevante."

"Supongo que tienes razon." Sopesó unos momentos más antes de volver a hablar. " La tormenta no me sienta del todo bien. Es probable que simbolice el enojo de Zeus" al oir el nombre del Rey de los dioses, mi cuerpo se tensó, si no lo dejé en claro ya: no me agradaban mucho los dioses que digamos, no mucho menos Zeus. "Y el resto..." Estoy seguro que si me concentro puedo ver cómo suelta humo de intentar descifrar lo que ví.

Su mano se deslizó por su cabello corto rubio antes de soltarla con un soplido.

"Y qué harás?"

Lo observe de reojo, mientras me preparaba mentalmente.

"algo que no quiero hacer."
























Me encontraba de pié fuera de la habitación principal de la casa grande, con un pequeño pedazo de ambrosía en mi mano. Por suerte la mayor parte del golpe pudo sanar con un simple himno, pero aún así tenía un corte que Lee esperaba que sane antes de partir el domingo.

Hoy era viernes, el día después de que Quiron me haya convocado, y ahora estaba aquí para dar mi respuesta, pero aún me faltaba algo para estar seguro de qué es lo que iba a hacer.

"Elliot?" La voz de Annabeth resonó por el vestíbulo. Del aire mismo apareció su gorra, y seguidamente apareció ella. "Qué haces aquí? Estás bien?" Su paso apurado hacía un ligero eco.

"Si, Lee solo quería asegurarse de no tener alguna herida para el domingo"

Los ojos de Annabeth rastreaban en mi rostro algo que no pude entender.

"Así que es cierto, te desmayaste por una visión."

"En realidad, fue por el libro de Michael"

"Entonces... Irás?"

Sopesé un segundo la respuesta.

"Quieres respuestas." Acerté. "Y luego de esa visión en la playa, yo también las quiero." Me volteé encarándola completamente, pero sus ojos ya habían analizado todo de mí. "Mis pesadillas.. o bueno, sueños, son sobre algo más futuro que esto, pero mis visiones se volvieron locas desde que Quiron habló sobre la misión y el semidiós que hay que traer... Annabeth, a qué es lo que se referían cuando hablamos con Quiron la última vez?"

Annabeth no habló. Se quedó mirándome mientras pensaba en qué decirme para no tener que hablar de ello, pero sus ojos la delataban: no iba a decirme de qué se trataba.

Pero como ella sola puede hacerlo me sorprendió.

"Hace muchos años, el oráculo dio una profecía. No sé que sucedió con eso... Pero creo que puede estar relacionado con lo que está pasando ahora... Quiron no me lo ha querido decir, dijo que no es... Mi destino" completó, dejando caer sus hombros abatida, tirando su coleta por el hombro. Bufó nuevamente antes de seguir " Dice que hay que esperar a que alguien muy especial llegue al campamento."

"Que probabilidad hay de que sea éste mismo chico?" Le pregunté, pero la respuesta la tenía yo: mucha, la probabilidad era mucha. Levanté mi mano con la palma abierta hacia afuera "Diez dracmas"

"Qué?"

"Sé que tienes un teléfono" le advertí en voz baja, cómplice "pero si voy a salir a buscar información y hacer las preguntas que tu necesitas para salvar ésta incógnita que tienes, entonces no puedo hacer llamadas, entonces nos tendremos que hablar por Mensaje Iris." Concluí.

"Irás?" Annabeth parecía tan sorprendida que casi suelta su gorra de los Yankees de Nueva York.

"Si es mi hermana la que me lo pide, no tengo otra—oohmf" el aire se expulso de mis pulmones al tiempo que Annabeth me hundía en un abrazo. Teniamos la misma altura, pero al haberse ubicado mal quedó apenas unos centímetros más abajo, su pecho subiendo y bajando irregularmente en una risilla.

"Estás arrugando mi camiseta." Me reí. Annabeth se separó casi inmediatamente. " Es complicado plancharla con tanta gente en la cabaña. "Le sonreí "Mi precio no cambia, Chase, diez dracmas."

"Te los traeré pronto" y desapareció mientras se colocaba su gorra de los Yankees

Casi al mismo tiempo, Quiron abrió la puerta. Tan pronto como me vio, su expresión cambio a la sorpresa.

"Elliot!" Examinó mi frente con conciencia, "me han dicho lo que te sucedió en la playa el día de ayer, cómo te encuentras?"

"Bien, Lee dice que voy a estar bien" señale el pequeño pedazo de ambrosía en mi mano. "Ésto es por si acaso. Quiere asegurarse de que esté bien para el domingo."

Quiron levantó una ceja en cuanto me oyó. 

"Has cambiado de opinión? Puedo preguntar a qué se debe?"

"De hecho, es un poco largo, te molesto si..?

Quiron se apartó casi de inmediato, sus patas traseras golpeando la madera con fuerza,  invitándome a pasar a la habitación.

"Por favor."

EL señor D no se encontraba en ningún lugar para mi sorpresa, pero el centauro supo responder a mis pensamientos.

"Fue convocado al Olimpo recientemente." acertó. "Toma asiento donde gustes, y cuéntame, qué has visto?."

La explicación de mi visión estuvo un poco más larga de lo que fue con Lee, conmigo añadiendo efectos de sonido y pronunciando mal algunas palabras, y con Quiron corrigiendome y ayudando cuando no sabia como explicar algunas cosas, como un buen maestro.

En cuanto terminé de explicar las imagenes (y de comer lo que quedaba de ambrosía), el centauro acarició su barba pensante.

"El Museo, dices." repitió. "Una furia, un autobús" 

"Si, también una tormenta" traté de recordar un poco mas" creo... que estaba oscuro... uh y también había alguien más, creo, una señora de rostro amable y se veía cansada."

Quiron murmuró algo que no alcancé a escuchar, luego se movió hacia una biblioteca que tenia al fondo de la habitación, y regreso con una pequeña libreta.

"Ésto, Elliot, es para que anotes tus visiones. Todo lo que recuerdes, por más insignificante que creas que es el detalle, es para que lo escribas aquí."

La libreta era apenas mas grande que mi mano, era de cuero y no se notaba flexible. En la primer página habían dos líneas para marcar el nombre del dueño.

"Gracias, trataré de usarlo." Le sonreí, sujetando el libro en mi regazo. "Sobre la misión... ésto no cambia mi manera de pensar." aclaré" Voy, porque tengo que saber qué significan estas visiones. Nunca he tenido ninguna que me... golpee tanto como éstas. Fatiga, taquicardia, perdida de la conciencia, alucinaciones... y eso es solo nombrando lo que yo recuerdo, Lee dijo que levanté fiebre luego del librazo de Michael."

"Lo entiendo, y te prometo que es la única vez que te lo pediré. Elliott Blake, hijo de Apollo, te encargo la misión de proteger a Percy Jackson."

Por alguna razón, esperaba que una vez que acepte la misión pasara algo. No sé, tal vez confeti? O una música de bombo sonando de fondo. El ambiente se sentía demasiado tranquilo comparado con lo desbocante de mi corazón en mi pecho.

"Uh... Claro. Ahora qué?"

"Debes recibir una Profecía."

Ugh.

"Claro." musité, una mueca formándose en mi rostro. "Otra Profecía."

"Otra?" Cuestiono Quirón. 

"Eh?" Mi cabeza empezó a doler.

"Un mestizo.." La frase se repitió en mi mente unos segundos, luego de flotar en el olvido. "Nada, no sé porque dije eso."

Quiron se veía pálido.

"Quiron, que sucede? Estás bien?"

"Si..." carraspeó. "Si. Ven, vamos al ático, a ver... tu profecía." 

Subimos cuatro pisos más arriba, las escaleras terminaban debajo de una trampilla verde. Recordaba haber acompañado a Luke aquí mismo el día que él recibió su misión. La emoción y el orgullo que recordaba haber sentido ese día, hoy se volvieron amargos, al estar en el mismo lugar en el que prometí a Luke nunca encontrarme. 

"Sube, yo te esperaré aquí."

Asentí y miré hacia la trampilla, como si ella fuera la causante de mi mal estar. Tiré de la cuerda. La portezuela se abrió, y de ella bajó una escalera traqueteando. El aire que llegaba de arriba era cálido y olía a moho, madera podrida y algo más... un olor que me incomodaba de gran manera.

 El ático estaba lleno de viejos objetos, que en su momento debieron de pertenecer a algún héroe griego, pero ahora solo estaban opacos y sucios: armaduras cubiertas de telarañas; escudos antaño relucientes y ahora manchados de orín; baúles viejos de cuero con pegatinas en las que se leía: «ÍTACA», «isla de circe» y «PAÍS DE las AMAZONAS». Había una mesa larga atestada de tarros con cosas encurtidas: garras peludas troceadas, enormes ojos amarillos, distintas partes de monstruos. Me encantaría saber como hicieron eso, tal vez le encargue algo a Hermes cuando vuelva. 

 En la pared destacaba un trofeo polvoriento; parecía la cabeza gigante de una Hidra se levantaba atemorizante, una criatura cuasi serpiente, que tenía cuernos y una fila entera de dientes de tiburón. En la placa efectivamente ponía: «cabeza n.° 1 de la hidra, woodstock, N.Y., 1969.»

"Que linda forma de recibir a las personas." musité, conteniendo la respiración del aire hediondo. "Deberíamos reemplazar a Seymour contigo".

Junto a la ventana, sentada en un taburete de madera de tres patas,estaba el objeto más impresionante de todos: una momia. No de las que van envueltas con vendas, sino un cadáver de mujer encogido y arrugado como una pasa. Increíblemente bien conservado, era eso el abductor pollicis longus?  

Llevaba un vestido teñido con nudos, muchos collares de cuentas y una diadema por encima de una larga melena negra. La piel del rostro era delgada y coriácea, y los ojos eran rajas de cristal blanco, como si hubieran reemplazado los auténticos por piedras de mármol; llevaba muerta muchísimo tiempo, y se notaba en su ropa vintage, estilo 70'.

Aunque es algo normal que se veía en cualquier libro de medicina, mirarla mucho tiempo produjo escalofríos por todo mi cuerpo, y eso fue antes de que se retrepara en el taburete y abriera la boca.

"Por, Hera bendita!" Trastabillé.

De dentro de la momia salió una niebla verde que se enroscó en el suelo con gruesos tentáculos, silbando como veinte mil serpientes juntas. Tropecé cuando di un paso hacia atrás, y creo que eché algo en el movimiento. Una voz se me coló por un oído y se me enroscó en el cerebro:

«Soy el espíritu de Delfos, el orador de las profecías de Febo Apolo, degollador de la gran Pitón. Acércate, buscador, y pregunta.»

"Uh..." mi mente quedó en blanco "Yo soy... Elliot eh Hijo de Febo Apolo"

La señora momia no se movió.

"Eh... Dime... algo, no lo sé." peiné mi cabello con mis manos en frustración. "Muéstrame mi camino."

Bruscamente, la niebla se espesó y se aglutinó justo frente a mí y alrededor de la mesacon los tarros de trozos de monstruos en vinagre. Las nubes se mezclaron y enrollaron, hasta que formaron el rostro de alguien que yo conocía muy bien. Aunque verde, podía identificar perfectamente bien su cabello enrulado, ocre, y sus ojos almendra brillaban con la calidez que siempre recordaré. Luisiana, la predecesora de Lee. Apreté los puños, aunque sabía que aquella imagen no podía ser real. Era una ilusión de niebla. Una ilusión que tenía las mismas pecas que Lui. 

"En la sombra de las reliquias, el hijo divino hallarás" susurró. Lui movia sus labios, pero habló con la voz áspera del Oráculo: "con enemigo oculto, a la verdad enfrentará. Tras la tormenta, un sacrificio el destino eterno forjará."

En cuanto pronunció la ultima parte, Luisiana cerró sus ojos, comenzando a disolverse. No pud moverme, quieto contemplaba cómo la niebla se retiraba y, enroscándose como una enorme serpiente verde, se deslizaba por la boca de la momia.

"Lui" la llamé, esperando oir la reconfortante voz de quien me recibió en el campamento, pero por supuesto, nadie contestó.

La cola de la serpiente de niebla desapareció por la boca de la momia, quien luego de terminar de comerse lo último que vi de mi hermana en mucho tiempo se reclinó de nuevo contra la pared y cerró la boca con fuerza, como si no la hubiera abierto en cien años. El desván quedó otra vez en silencio, abandonado, nada más que una habitación llena de recuerdos.

El silencio me envolvió mientras observaba el cadaver boquiabierto, esperando que diga algo más, pero no iba a moverse. Mi tiempo con el oráculo terminó.


























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