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𝟎𝟐. ⌗ strange new life

CHAPTER TWO
❛ extraña nueva vida ❜

HARPER LLEGÓ hecha llamas a su casa. Podía sentir su sangre hirviendo y el instinto asesino a flor de piel. Lo habia sentido. Había otro hombre lobo en la escuela, y su hermano era la única otra persona con la misma condición que ella. A pesar de que no fuera un Alfa, no podía encontrar otra razón para que uno de sus compañeros se hubiese convertido en un hombre lobo.

—¡Derek! —exclamó molesta, abriendo la vieja puerta de madera de su casa en ruinas de par en par—. ¿Qué carajos has hecho?.

Su hermano saltó desde el segundo piso, cayendo justo frente a ella, con esa mueca de molestia que siempre mantenía en el rostro, y que a ella no le podía parecer más soporífera.

—¿Cuál es tu problema? —inquirió su hermano.

—¿Por qué hay otro hombre lobo en el pueblo? —habló ella, empujándolo con fuerza contra las escaleras. Derek soltó un quejido mientras su espalda se golpeaba contra los peldaños viejos.

Derek apretó los labios, reprimiendo su molestia. Se levantó de los escalones ágilmente quedando frente a frente a Harper, quien aún la observaba con ojos asesinos y a la defensiva. Él sabía lo difícil que era para Harper expresar sus sentimientos. Debía ser algo de familia, o algún trauma compartido que el incendio y la muerte repentina de toda su hogar, les había provocado. Pero al ser Harper la menor, todos se habían asegurado de protegerla... a su manera.

Aunque ella había decidió alejarse de todos, y volver al único lugar que le recordaba lo que en algún momento tuvo, tanto Derek como Laura se aseguraban de vigilarla en las sombras y guardar su distancia. Aunque ella se sentía sola, nunca lo había estado realmente.

Pero aún así, ningún integrante de la familia Hale sabía cómo expresar sus emociones más allá de la ira, o hablar sobre los pensamientos que los afligían y el dolor que los había acompañado por lo que parecía una vida.

—¿Por qué crees que yo lo sabría? —repuso él, molesto, intentando lucir cuerdo. Aunque estaba bastante sorprendido ante ese hecho.

Desde hacía años que los hombres lobos no habitaban Beacon Hills. ¿Qué había cambiado?.

—Teníamos un trato. Yo me mantenía fuera de problemas y ustedes desaparecían de Beacon Hills. No sé porque regresaron... o que es lo que hacen aquí, pero... —balbuceaba ella, sin saber muy bien a dónde quería dirigir la conversación.

Había encontrado años de paz y calma viviendo en su melancólica soledad, y ahora se podía ver afectada por un licántropo novato.

—¡Si descubro que están detrás de todo esto, yo los mat...!.

—¡Harper! —exclamó Derek, notablemente molesto. Tomó a su hermana por los hombros y la obligó a detener el ataque de ira que estaba por tener. La menor mantenía la mandíbula apretada y los puños cerrados con sus garras encajándose sobre las palmas de sus manos—. ¿Qué fue exactamente lo que pasó? —cuestionó él.

—Descubrí otro hombre lobo —reafirmó ella, elevando una ceja. Derek podía oler la sangre de las manos de su hermana.

Su expresión se suavizó, y soltó los brazos de Harper lentamente, esta vez prestándole atención.

—¿De qué hablas?.

—¿Dónde está Laura?. ¡Nunca debieron volver! —le dijo ella, aún sintiendo todo su cuerpo enfurecerse.

—Harps...

—¡¿Qué?!.

—Laura está muerta.

Esas palabras dejaron a Harper perpleja. Toda la ira y la valentía que la había acompañado desde la escuela hasta esa casa en el bosque se esfumó rápidamente.

—¿Qué? —volvió a preguntar, pero esta vez con suavidad.

—¡Alguien la asesino, Harps! —le dijo Derek. Se podía ver en sus ojos cómo luchaba por retener sus lágrimas. Harper sacudió la cabeza mientras hacía una mueca.

—Espera. ¿Quién?.

—No lo sé. Encontré... la mitad de su cuerpo mutilado por la noche —dijo él a secas.

Harper se quedó sin palabras. Su mirada se desvió de los ojos de su hermano y sintió su corazón hacerse añicos. Por años, desde el incendio en la casa Hale en que la mayoría de su familia murió, Laura se había hecho cargo de ella, y de sus otros dos hermanos con vida. Eran todo lo que tenían. Lo único que quedaba de la gran y armoniosa familia que alguna vez tuvieron.

Y si bien su relación con sus hermanos mayores no era la mejor, y ella se había apartado desde hace años, jamás habría podido imaginar lo que sería volver a perder a un integrante de su ahora reducida familia.

—Lo lamento, Harps.

—No digas nada —se apresuró a hablar ella, levantando la mirada hacia él con sus ojos al borde de derramar lágrimas—. ¿Dónde está ella?.

Derek bajo la mirada, sintiéndose apenado por la manera en que le había revelado aquella noticia.

—La enterré en el bosque. A unos metros de aqui. La rodeé de acónito para que nadie la viera en su forma humana.

Harper asintió mientras tragaba saliva y se dio media vuelta, tomando su mochila del suelo mientras salía de aquella casa y comenzaba a caminar hacia la dirección incierta que le había dado su hermano. No sería difícil encontrarla.

Y en lo absoluto lo fue.

Tras unos minutos de caminata, usando su olfato para rastrear el olor del acónito y llegar a la tumba desprolija y apresurada en la tierra con una flor de la misma planta en el centro, podía oler a su hermana a pesar de la cantidad de acónito que había sobre ella.

Podía oler su miedo, su terror, su sufrimiento.

Ella había muerto en agonía, temerosa de quien la atacaba.

No necesitó que Derek dijera una palabra para saber que estaba detrás suyo. Podía oír su estúpida respiración molesta y su corazón latiendo con lentitud.

—¿Quién lo hizo? —inquirió ella, sin dejar de mirar la tumba—. ¿Quién lastimó a mi hermana?.

Harper finalmente se dio media vuelta y miró a Derek fijamente.

—No lo sé. Es lo que intento averiguar.

Harper, de repente, recordó el apellido de la dos chicas nuevas que acababan de llegar a la ciudad; Argent.

Como los cazadores que durante años los habían perseguido.

El sonido de las hojas secas del invierno crujiendo bajo sus pies, y la molesta voz incesante de dos jóvenes, aturdieron los sentidos de ambos hermanos. Podían escuchar las voces con claridad, como si los dos chicos que parloteaban en el bosque solo estuvieran a unos metros de ellos.

Harper colocó su cabello detrás de su oreja, buscando distinguir ambas voces, así mismo como la conversación que mantenían.

—... Sí, creo que se llama licántropía.

¿Qué es eso? ¿Es malo? —inquirió el otro chico.

Ella sabía de quienes se trataba. Eran sus compañeros de clase. Stiles y Scott. Los dos tórtolos inseparables y malos en lacrosse, o al menos, ambos solían serlo. Harper miró a su hermano de reojo, y comenzó a caminar rápidamente por el bosque, buscando alejarse de Derek y atacar a ambos chicos.

Los amenazaría con cortar sus gargantas si decían una palabra sobre el nuevo mundo al que se adentraban a alguien y les advertiría sobre los cazadores y lo que les harían si no mantenían la boca cerrada. Pero Derek fue más rápido que ella, y antes de que si quiera pudiera acercase al área del bosque en la que ellos se encontraban, Derek la tenía acorralada contra un árbol.

—¿Cuál es tu plan? ¿Matarlos?.

—Haré lo que tenga que hacer —defendió ella—. Los cazadores están de vuelta, Derek. ¡Los siguieron!. Si las cosas están así de mal, no puedo permitir que un lobo novato arruine mis vida aqui.

—¿Qué vida, Harper?. Eres una Hale y todo el pueblo lo sabe. Los cazadores te estarán buscando antes de que puedas poner un pie en la escuela de nuevo —le advirtió él con firmeza, sosteniéndola firmemente contra el gran tronco—. No seas tonta.

Harper tenso la mandíbula, mientras sentía aquella ira reprimida nuevamente salir a flote.

—De acuerdo. Pero no me esconderé. Si ellos quieren venir por mí, que lo hagan. Les arrancaré la garganta por lo que le hicieron a Laura. Tú ocúpate de tu nuevo perro —le dijo ella, apartándolo de un empujón, que claramente Derek hubiera podido frenar, pero Harper lucía demasiado molesta, que el sabía bastante bien que era mejor darle su espacio.

Derek continuó escuchando las voces de los dos adolescentes, y se dio cuenta de que estaban tan solo a unos metros de encontrarse con él.

Revisó el bolso interior de su chaqueta de cuero, y vio el inhalador que había encontrado la noche anterior mientras buscaba a Laura, y presenciaba como un chico corría despavorido por el bosque. Pudo oler su sangre y su miedo. Y ahora su hermana le acababa de reafirmar que había algún hombre lobo alfa en el pueblo que lo había convertido.

—No, juraría que este es el lugar —dijo el hombre lobo—. Vi el cuerpo, un venado pasó corriendo. Se me cayó mi inhalador.

Derek finalmente se acercó con pasos silenciosos, siendo bastante cauteloso ante revelar su presencia, y pudo observar a ambos chicos. Uno de ellos, estaba agachado en el suelo, moviendo las hojas de un lado a otro, y era squien tenía un molesto aroma, que jamás había sabido descifrar, pero era uno que te hacía reconocer a un lobo a kilómetros de distancia, como si fuera un solo aroma del animal, que al ser una persona transformada en hombre lobo, se trasladará al humano.

—Quizá el asesino movió el cuerpo —habló el otro chico junto a él; Stiles.

—Si lo hizo, espero que haya dejado mi inhalador. Cuesta como 80 dólares —dijo Scott, aún buscando en el suelo.

Stiles, con una sonrisa burlona observaba a Scott, hasta que la inminente presencia de alguien llamó su atención, y al levantar la cabeza, observó a aquel chico a unos metros de ellos, vistiendo una chaqueta negra de cuero, y unos jeans y camisa del mismo color. Era intimidante.

Stiles le hizo una seña a Scott dándole un par de golpes en el hombro, y este se levantó del suelo de inmediato, observando al tipo frente a ellos.

—¿Qué están haciendo aquí? —les cuestionó, con voz gruesa y golpeada—. Es propiedad privada.

—Lo lamento. No lo sabíamos... —se apresuró a decir Stiles.

—Solo estamos buscando... —intentó decir Scott. Derek lo miró con ambas cejas levantadas, esperando que continuara su frase—. Olvídalo.

Derek hizo una mueca, soltando un quejido silencioso, y se acercó un par de pasos a ambos chicos, sacando el inhalador de Scott de su bolsillo y lanzándolo hacia él. El menor lo agarró hábilmente y lo observó con interés una vez lo tenía en su posesión. Stiles mantenía la mirada cabizbaja, buscando no hacer demasiado contacto visual con el hombre, hasta que este se dio media vuelta y se apartó, dejándolos a ambos, nuevamente solos.

—Vámonos. Debo ir a trabajar —dijo Scott despreocupado.

Stiles le dio un ligero golpe en el pecho, y lo miró ansioso.

—Amigo, era Derek Hale. Lo recuerdas, ¿no?. Nos lleva unos años. Es hermano de una de nuestras compañeras... Hai... Han... ¿Hallie? —Stiles parecía un niño pequeño intentando recordar el nombre.

—¿Si recuerdo que? —inquirió Scott, ignorando la mala memoria de su amigo.

—A su familia. Todos murieron en un incendio hace unos 10 años —explicó él. Scott se quedó casi impresionado al escuchar esa revelación.

—Harper —dijo Scott, apretando los labios y sintiendo una repentina lástima por su compañera.

—¿Que?.

—El nombre de la chica de nuestra clase. La hermana de Derek. Se llama Harper Hale.

—¡Oh, si! Ese es su nombre. Ella me asusta. Justo como su hermano —hablo Stiles, sintiendo un escalofrío recorrer su columna. Scott le dio una risa a secas y lo golpeó en el hombro.

—Vámonos de aquí.


El primer día en su nueva normalidad transcurría agonizantemente lento. Hacia un par de horas que había regresado de la escuela, había hecho sus deberes, y disfrutado de una poco agradable comida familiar.

Su padre aún no estaba en casa, por lo que solo eran su madre, Allison, y ella. Y a pesar de que ambas chicas adoraban a su madre, la situación siempre era tensa por alguna razón.

Taylor se encontraba en su habitación en un pequeño sillón junto a su ventana, dibujando en su diario. El crepúsculo se alzaba sobre las calles de Beacon Hills, y la fuerte lluvia que azotaba su ventana, solo le recordaba lo sucedido la noche anterior. Lo extraño que había sido todo, en realidad.

Allison había decidido ir a explorar la ciudad, y en el camino pasar a un supermercado y comprar alguna botana para ver una película.

Mientras Taylor esperaba su regreso, dibujaba un bosque a carbón en su libreta. Con grandes árboles y pinos que se elevaban sobre un cielo gris. Después, tomó un color rojo de su estuche, y casi en automático comenzó a dibujar un par de ojos que sobresalían de entre las sombras, siendo sus iris rojos lo único que brillaba intensamente entre todo el sombrío dibujo. Agregó un par de luces y sombras para darle profundidad, y tras una hora, con la noche acompañándola, y cuando por fin terminó su dibujo, escuchó un estruendo sonido que atacaba su habitación.

Al mirar en dirección a su puerta, se encontró con su hermana completamente empapada.

—Allison... —dijo ella preocupada, cerrando su diario y levantándose de su asiento. Tomó una toalla que estaba sobre la silla de su escritorio, y se acercó a su hermana, cubriéndola con ella—. ¿Qué sucedió?.

Allison mantenía una sonrisa boba en el rostro que era incapaz de disimular.

—¿Qué sucedió? —le pregunto su hermana sonriendo burlonamente.

—Iremos a la fiesta de Lydia —dijo ella, con entusiasmo. Taylor entreabrió la boca un segundo, buscando una excusa creíble para no ir a aquella fiesta, pero antes de que su mente siquiera pudiera pensar en algo, su hermana hablo—. Por favor, sabes que no voy a ningún lado si no vienes tú conmigo. Y de verdad quiero ir a esa fiesta... —le pidió dulcemente.

Taylor le dio una sonrisa fingida y se apartó de ella una vez Allison tenía la toalla enredada a su cuerpo. Taylor se sentó sobre su cama y soltó un largo suspiró.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —preguntó.

Allison sonrió de oreja a oreja y se acercó a ella, sentándose a un lado suyo en su cama.

—El chico lindo me invitó —reveló finalmente. Taylor la miró con confusión y emoción al mismo tiempo.

—¿En serio? ¿Cuando? —continuó preguntando.

—Hoy... Accidentalmente atropellé a una perra en al calle y fui a una veterinaria que vi en el camino. Casualmente él trabaja ahí. Me ayudó. Curó a la perra y me invitó a ir a esa fiesta con él —explicó la mayor, con una sonrisa victoriosa.

—¿Todo eso pasó en qué? ¿Dos horas? —habló burlona Taylor mientras le hacía cosquillas a su hermana. Allison rio a carcajadas y se dejó caer en la cama, soltando un suspiro lleno de encanto.

—Me enamoré —dramatizó ella. Taylor rio y se recostó a su lado.

—Apenas lo conoces. ¿Cómo puedes estar enamorada?. Nada de chicos, ¿recuerdas?.

Allison giró sobre su hombro y observó a su hermana, quien imitó su acción y ambas quedaron frente a frente.

—Sé lo que dije, pero Scott... es tierno. Un poco extraño porque parece saber todo, pero es lindo. Quiero darle una oportunidad.

Taylor volvió a recostarse sobre su espalda, y soltó una carcajada, que fue respondida con golpe en el brazo.

—Lo siento. Es un poco gracioso que te hayas enamorado en un día. Pero adelante, quién soy yo para frenarte de tu encantadora historia de amor —habló sarcástica mientras se levantaba de su cama y miraba a Allison. Su hermana se levantó sobre sus codos y miró a Taylor con los ojos entrecerrados—. Ahora levántate de mi cama. La estás mojando —demandó la rubia. Allison bufó y se levantó de un salto, llevando la toalla consigo.

—Como quieras, pero es un hecho que iremos a esa fiesta.

—Sí, sí. Por supuesto —vaciló Taylor, acercándose a su escritorio y revisando las cajas que había sobre este.

—Me daré una ducha rápida y veremos la película —aviso Allison saliendo de la habitación de su hermana.


Los días siguientes pasaron relativamente rápido. Lydia se había encargado de hacer crecer la popularidad de Allison y Taylor, presentándolas con cada chico popular y atractivo del equipo de Lacrosse, y algunos amigos. Toda la escuela parecía saber todo sobre las nuevas sexis y lindas hermanas que acababan de llegar al pueblo.

Taylor jamás había experimentado tanta atención en su vida, y sabía, que todo el revuelo que Lydia creaba a su alrededor no era por nada más que por lástima, aunque le agradecía haberla incluido, dado que en escuelas anteriores, Taylor siempre había sido dejada de lado.

Sin embargo, todo ese entusiasmo y actitud positiva que Lydia representaba, la dejaba exhausta. Solo habían pasado cuatro días de su llegada al pueblo, y sentía que el aire le faltaba, por lo que aprovechaba cada oportunidad para escabullirse y alejarse de Lydia y Allison, dándose a sí misma, un tiempo para estar en soledad.

Se encontraba en la biblioteca, recargada en uno de los estantes del fondo de la misma, donde casi ningún alumno se aparecía y ella podía dibujar con tranquilidad. Últimamente había mantenido escondidos los sucesos inexplicables que sucedían a su alrededor, que solo se desataban cuando sentía que estaba bajo mucha presión o no podía controlar sus emociones, y aunque Lydia la atipujaba de comentarios pasivo-agresivos y positivismo falso, no le resultaba tan molesto.

—Así que la infame Taylor Argent se esconde de su hermanita y su nueva amiga —dijo una voz, desconcentrando a Taylor de su dibujo sobre aquella criatura de espeluznantes ojos rojos, cerrando su diario por instinto.

La chica de su clase, que siempre se mantenía seria y apartada de todos, con esa chaqueta negra de cuero, estaba parada frente a ella, con una extraña sonrisa de lado que no estaba segura de haber visto ni una sola vez desde su llegada.

—¿Necesitas algo? —inquirió Taylor, con una sonrisa a medias.

La chica sacudió la cabeza y se deslizó lentamente hacia al suelo, sentándose a un costado de Taylor.

—Yo no. Pero parece que tú sí —habló ella.

Taylor rio sarcástica y suspiró hondo, apretujando su diario contra sus piernas.

—¿Qué necesito yo, exactamente? —le pregunto irónica, intrigada por lo que la chica tuviera para decir.

Harper sonrió de lado nuevamente, sin apartar sus ojos de Taylor.

—Una amiga.

—Tengo amigas —se defendió Taylor.

—Bueno. Una amiga de verdad, que no sea tu hermana —repuso Harper, elevando ambas cejas.

Taylor la miró un segundo y apretó los labios, sintiéndose repentinamente incómoda y avergonzada.

—Soy Harper —se presento oficialmente ella, extendiendo su mano hacia Taylor.

La rubia la miró desconcertada y extendió su mano también.

—Soy Taylor.

—Lo sé. Toda la escuela lo sabe. Lydia te ha puesto a Allison y a ti en bandeja de oro. Podría decir, incluso, que es como si las estuviera subastando a los chicos más atractivos de la escuela —dijo Harper, con un tono brusco en su voz, y una mueca de disgusto.

Taylor rio, esta vez, siendo una risa genuina.

—Sí, creo que Lydia y yo tenemos diferentes conceptos sobre atractivo —habló Taylor, haciendo una mueca. Harper sonrió.

—¿Lo dices por su novio Jackson? —inquirió Harper, fingiendo desinterés.

—Quizá. Creo que más que atractivo... él es frustrante. Como si no hubiera otra cosa en el mundo en la que él pensara además de lacrosse, sexo, y proteína. Juro por Dios que si Lydia me obliga a pasar otro descanso con ellos me apuñalare el ojo con este lápiz —dramatizó ella, señalando el lápiz con el que momentos atrás estaba dibujando.

Harper nuevamente rio, sintiéndose extraña al estar pasando realmente un momento agradable con Taylor. No se había acercado a ella simplemente para ser amigas, sino porque entre ella y su hermana, Taylor notablemente prefería estar sola, por lo que acercarse a ella era más fácil, y descubrir a cada uno de los cazadores que habían lastimado a su hermana, también sería menos complicado. Pero, al ver que comenzaba a sentirse cómoda con alguien que no dudaría en atacarla con el mismo lápiz del que hablaba momentos antes, comenzó a sentir náuseas.

—Bueno, deberíamos salir un día. Quizá pueda ayudarte a superar la fiebre de Lydia Martín y enseñarte lo que es divertirse de verdad en Beacon Hills —propuso Harper mientras se levantaba del suelo—. Y podrías enseñarme algunos de tus dibujos —Taylor sonrió y asintió alegremente, sintiendo que por fin acababa de encontrar a una persona que genuinamente sentía interés por ella.

Harper se despidió y se dio media vuelta, caminando con ese aspecto lleno de confianza y una pizca de superioridad, mientras desaparecía en el pasillo.

De repente, Taylor sintió una fuerte mirada intensa que provenía del mismo chico que la había golpeado accidentalmente en el hombro el primer día. Ella lo miró, provocando que el chico rápidamente se escondiera entre los libros que pretendía buscar en la estantería. Taylor inexplicablemente sintió que la ternura la invadía. El chico no parecía ser malo, o mirarla de una forma desagradable, de hecho, el chico parecía estar interesado en ella, la miraba como si debatiera internamente si debía acercársele o no.

No obstante, Taylor estaba bastante flechada con Stiles, a pesar de sus cortas conversaciones, la falta de interés de su parte, y el evidente enamoramiento de Stiles por Lydia.

Taylor tomó su diario entre sus manos, guardo su estuche en su mochila y se levantó del suelo sin previo aviso, dejando aquella solitaria pero reconfortante esquina.

Allison visualizó a Taylor saliendo de la biblioteca. Ella caminaba por el pasillo junto a Lydia, que balbuceaba algo acerca de la gran fiesta que haría mañana en su casa.

—Ahí está Taylor —señaló Allison, con una sonrisa de alivio.

Lydia también miró en aquella dirección y sonrió al ver a la rubia.

—¡Taylor! ¡Taylor! —la llamo. Taylor se dio media vuelta al oír el llamado de Lydia, topándose de frente con ambas chicas.

—¿Dónde habías estado? Te perdiste la práctica de lacrosse —dijo Allison.

—Estaba terminando mi tarea —mintió Taylor con una sonrisa apretada—. Ya saben. Historia. Debo hacer un ensayo acerca de porque el lacrosse parece ser el único deporte importante aquí —dijo sarcástica y Allison rio por lo bajo, al mismo tiempo que Lydia bufaba.

—¿No es obvio? Los chicos lucen sexis mientras corren —repuso Lydia, a la par que las tres caminaban.

—Ni siquiera puedes ver sus caras mientras juegan —replicó Taylor, elevando una ceja.

—Pero puedo ver sus cuerpos —defendió Lydia con una sonrisa coqueta mientras Allison y Taylor reían a carcajadas.

La noche de la fiesta había llegado más rápido de lo que Taylor ansiaba. Ella ni siquiera estaba de acuerdo en asistir en primer lugar, especialmente dado que Allison aparentemente tenía una cita. Pero su hermana y Lydia habían sido muy insistentes respecto a su presencia en aquella fiesta, por lo que se encontraba frente a su espejo, apareciendo la combinación de jeans y una camiseta ajustada que había escogido. Lucia linda, pero bastante casual.

—¿Estás lista? —preguntó Allison, entrando apresurada a su habitación mientras se colocaba un pendiente en su oreja.

Taylor volteó a verla y quedó hipnotizada al ver a su hermana. Lucia un lindo atuendo, con unos jeans entallados, una blusa blanca y una chaqueta del mismo tono que sus jeans.

—¿Qué? —preguntó su hermana, terminando de colocarse su arete—. ¿Tan mal me veo?.

Taylor rio mientras sacudía la cabeza.

—Te ves preciosa. Si Scott aún no estaba seguro de salir contigo, ese atuendo lo hará cambiar de opinión —bromeó Taylor mientras tomaba su chaqueta de la cama y reía ligeramente. Allison bufó con una sonrisa mientras ponía los ojos en blanco y se daba media vuelta.

—¡Niñas, llegaron por ustedes! —exclamó su madre desde las escaleras.

Allison volvió a colocarse frente a la puerta de Taylor y la miró con entusiasmo.

—Yo abriré —dijo con ternura y ligero nerviosismo.

—Claro —habló Taylor, siguiendo a su hermana todo el camino abajo por las escaleras, y colocándose justo detrás de ella cuando esta abrió la puerta, encontrándose con Scott dentro de su auto en la calle.

Allison sonrió bobamente y Taylor rodó los ojos, dándole un ligero empujó e incitándola a salir. Alison dio un par de traspiés y salió de casa, caminando por el porche hasta llegar al auto de Scott con Taylor detrás suyo.

Allison entró al frente, tomando el asiento del copiloto y Taylor se sentó atrás.

—Hola. Espero que no te moleste que haya invitado a Taylor a venir con nosotros —habló Allison, colocándose el cinturón de seguridad.

Scott le dio una sonrisa apretada y miró a Taylor, quien estaba sentada simulando inocencia.

—Hola, Scott. ¿Cómo va todo? —inquirió Taylor, desinteresada.

—Estupendo —respondió Scott, volteando a ver a Allison. Ella le dio una sonrisa cálida y Scott se dispuso a encender el auto y ponerse en marcha.

Una vez llegaron a la casa de Lydia, en una elegante residencia en un barrio de lujo en Beacon Hills, Taylor se dispersó por el lugar, inspeccionando la asombrosa casa de Lydia, buscando alguien que luciera amigable para no pasar toda la noche sola, aunque ella sabía muy bien que esperaba encontrarse a Stiles.

En cambio, la persona que se cruzó en su camino, fue Harper.

—Miren quien apareció —dijo ella, obstruyendo su camino y su vista. Taylor se detuvo de golpe y parpadeó un par de veces antes de por fin mirar a Harper.

—Harper... ¿qué haces aquí? —inquirió ella, un tanto desconcertada dado que Harper parecía no congeniar mucho con Lydia.

Harper sonrió haciendo una mueca y tomó a Taylor del brazo comenzando a caminar por el lugar.

—Si hay algo que debo admitir acerca de Lydia Martín, es que hace las mejore fiestas en Beacon Hills —repuso ella. Taylor sonrió ligeramente y asintió—. Como sea. ¿Cómo va tu noche? ¿Algo para contar?.

Harper se detuvo en una esquina del patio trasero y tomó dos vasos de ponche con alguna otra bebida de la mesa que estaba junto a ellas. Le entrego uno de los vasos a Taylor y esta lo tomó.

—No ha sucedido nada interesante aún —respondió Taylor a su pregunta antes de darle un sorbo a su vaso.

De repente, en medio de la multitud y la música, el chico que había estado buscando apareció en medio de todos robando toda su atención.
No sabía porque florecían tantos sentimientos dentro suyo cada vez que lo miraba, o porque, de todos los chicos en la escuela, el parecía ser el único que captaba su interés, cuando él le era muy indiferente.

Harper rápidamente se percató del aumento en el ritmo de sus latidos, y el aroma a hormonas que emanaba de su cuerpo. Podía sentir su nerviosismo y oler el sudor frío con aroma a a vainilla que desprendía de su cuerpo.

—¿Estás bien? —le preguntó, notando el repentino silencio, y su evidente alteración en el cuerpo.

—Claro —respondió Taylor, sin apartar la mirada de Stiles.

Harper rápidamente dedujo que la razón de su inquietud provenía de aquel paliducho. Harper lo maldijo en su mente, apenas comenzaban los problemas con Scott estando enamorado de una cazadora, y ahora debía presenciar a una cazadora, enamorándose del mejor amigo del hombre lobo.

—Así que... Stiles, ¿no? —habló Harper con tono burlón.

Taylor la miró inmediatamente y abrió los ojos enormemente.

—¿Quién? —balbuceó.

—Vamos, Tay Tay. Veo la manera en que lo miras —la molesto ella. Taylor desvió su mirada de Harper y sacudió la cabeza tragando saliva con dificultad.

—No tengo idea de a qué te refieres —vaciló.

Harper entrecerró los ojos un momento, levantando la vista y observando a Derek del otro lado del jardín, acechando a Scott.

—Taylor deb... —cuando Harper bajo la mirada para buscar a la rubia, se dio cuenta de que esta había desaparecido. Harper puso los ojos en blanco y le dio un gran sorbo a su bebida, sintiendo una mirada pesada que la acechaba a ella. Cuando levantó la cabeza, encontró a nada más que Lydia Martín en una esquina besuqueándose con su novio deportista, mientras la miraba fijamente.

Harper se sintió incómoda de repente y desvió la mirada, ajustando su blusa mientras dejaba el vaso nuevamente en la barra y se marchaba de ahí.

Taylor se había acercado a Stiles sigilosamente. Se sentía estúpida y como una niña pequeña al buscarlo y haber abandonado a Harper simplemente por acercarse a él.

—Hola —lo sorprendió. Stiles también prestaba atención a Scott y Allison que bailaban en medio del gran patio. Todos parecían estar sorprendidos por la relación que florecía entre ellos dos.

Stiles miró a Taylor y una sonrisa se plasmó en su rostro, una que le generó a Taylor un cosquilleo en el estómago.

—Taylor... ¿cómo estás?.

—Genial. Divirtiéndome... —dijo en un tono sumamente incómodo y dudoso.

Stiles se dio cuenta al instante y rio a secas.

—Sí. Creo que ambos nos estamos divirtiendo —dijo bufando ligeramente.

Taylor apretó los labios en una sonrisa y repentinamente decidió tomar valor para hacer algo que en otras circunstancias jamás se habría atrevido a hacer. Quizá algo había en aquel ponche que la había llenado repentinamente de valentía.

—¿Quieres bailar? —preguntó, con desconfianza en cada una de sus palabras, pero fingiendo estar segura de su pregunta.

Stiles la miró, desconcertado y asombrado ante el hecho de que una chica tan linda como lo era Taylor Argent, lo estuviera invitando a bailar.

—¿Lo dices en serio? —le pregunto él torpemente.

Taylor, entonces, realmente tomó valor y sonrió, tomando la mano de Stiles lentamente y arrastrándolo hacia el medio del jardín.

Ambos llegaron a un espacio entre la multitud. Taylor colocó las manos de Stiles sobre su cintura y ella colocó sus suyas alrededor de su cuello. Había una tensión creciente entre ambos, pero que en lo absoluto era incómoda. Ambos mantenían los ojos puestos en el otro, mientras comenzaban a bailar al ritmo de la música y conectaban de una manera especial.

Stiles por primera vez desde que Taylor había llegado al pueblo, parecía notarla. Él lucía bastante nervioso, como si incluso le costará respirar al tenerla cerca, y aunque ella se sentía de la misma manera, no podía apartar la mirada de él y de sus ojos color marrón tan angelicales e hipnotizantes.

Sin embargo, de un momento a otro, la burbuja en la que se habían sumergido, olvidándose del mundo a su alrededor; explotó. Scott camino detrás Stiles bastante apresurado, golpeándolo ligeramente y casi ocasionando que ambos cayeran. Stiles empujó su cuerpo contra el de Taylor para sostenerla y sus rostros quedaron muy cerca.

—Lo siento —se apresuró a decir Stiles, tropezando son esas dos simples palabras—. Debo irme —dijo, y antes de que Taylor pudiera objetar, él salió disparado detrás de Scott.

Allison se acercó a Taylor, frunciendo el ceño y mirando con ligera decepción la dirección en la que los dos amigos de habían marchado.

—¿Ese era Scott? —inquirió Taylor, mirando a Allison.

—Sí. Ni siquiera se despidió —habló ella con desilusión.

Allison comenzó a caminar entre la multitud, queriendo alcanzar a Scott para verificar si estaba bien, Taylor comenzó a seguirla, siendo guiada hasta el jardín delantero de la casa, y presenciando la huida desenfrenada de Scott en el auto en que las había recogido, y en el que había acordado llevarlas de regreso.

—¿Qué demonios? —hablo Taylor, chasqueando la lengua—. ¿Ahora cómo regresaremos a casa?.

Y casi como si lo hubiera invocado, una presciencia misteriosa se hizo notar.

—Allison, Taylor —habló un hombre. Ambas chicas se dieron media vuelta y lo observaron desconcertadas—. Soy Derek. Amigo de Scott, él me pidió que las llevara —dijo, con una sonrisa a medias.

Allison y Taylor se miraron la una a la otra con confusión y desconfianza.

—¡Derek! —exclamó Harper, saliendo de la casa y acercándose a él. Taylor la miró con bastante precaución—. ¿Por qué no me avisaste que venías por mi? —habló ella.

Ambos chicos compartieron una mirada significativa, que hizo a Taylor volverse más precavida.

—Lo decidí a última hora, pero en la entrada me encontré a Scott, y me pidió que llevara a estas dos adorables chicas de vuelta a casa —dijo Derek, y Taylor podría jurar haber identificado ligero sarcasmo en su tono.

—¿Lo conoces? —preguntó Taylor a Harper.

—Es mi hermano —respondió Harper entre dientes.

—¿Tienes un hermano?.

—Sí. La vida da muchas sorpresas, ¿no?. Las llevaremos a casa. Vamos —les indicó Harper, haciéndoles una seña con la mano.

Allison miró a Taylor antes de dar un paso. Taylor la tomó del brazo y asintió, indicándole que estaban seguras.

El camino a casa fue silencioso. Había un tenso ambiente dentro del auto que hacía sentir a Allison y a Taylor incómodas. Afortunadamente, su hogar no estaba tan lejos de donde Lydia vivía, por los que tras unos minutos más de silencio embarazoso y miradas curiosas, Derek, estacionó su auto frente a la casa de las chicas.

—Gracias por el viaje. Nos vemos luego Harper —dijo Allison, bajándose del auto lo más rápido que pudo, como si deseara huir de ahí lo más pronto posible. Taylor la miró, mientras se dirigía a la puerta principal, y ella bajó con calma del auto.

Recorrió el frente del lindo Camaro negro para llegar a la acera. Una vez ahí, se acercó a la ventana del copiloto y miró a Derek, quien la observaba fijamente.

—Gracias por traernos —le dijo a Derek.

—No hay de qué —respondió él, con una sonrisa falsa. Taylor hizo una mueca que no pudo ocultar y se dirigió a Harper.

—Te veo el lunes en la escuela —dijo ella.

—Claro. Hasta luego —respondió, en ese tono despreocupado.

Taylor asintió y se apartó del auto lentamente, mientras se despedía con la mano. Derek arrancó el auto y este salió desenfrenado hacia adelante, dirigiéndose a la salida del asentamiento.

Taylor los observó marcharse, y giró sobre sus talones para entrar a casa. Había un rico aire caliente a diferencia del clima fresco que hacía afuera. Pudo oler el aroma delicioso de la cena, del la lasaña exquisita de su madre y el postre siendo un pastel de chocolate.

—¿Taylor? ¿Qué tal la fiesta? —inquirió su madre saliendo de la cocina.

—Bien, no estuvo mal —respondió ella, quitándose su chaqueta lentamente y colgándola sobre su antebrazo izquierdo.

Su madre asintió con una leve sonrisa.

—Tu padre estará aquí mañana por la mañana. Hay un poco de pastel de chocolate en la cocina por si tienes hambre —indicó su madre, atravesando el vestíbulo para dirigirse a la sala de estar. Taylor asintió mientras la veía cruzar al otro lado.

Suspiro hondo cuando su madre desapareció en la habitación continúa y subió las escaleras rápidamente adentrándose a su habitación. Cerró la puerta detrás suyo y sonrió de oreja a oreja al recordar su momento con Stiles.

Había sido una noche maravillosa, una que hacía mucho tiempo que no tenía, o mejor dicho, una que nunca había tenido.

Dejo su chaqueta sobre su cama y se acercó a la ventana, que daba al paisaje de las otras casas en su residencia y a la ventana de la casa de al lado.

Recargó su cabeza sobre el marco de la ventana y suspiró encantada, como si las imágenes de la fiesta, el baile con Stiles y el calor que la cercanía de sus cuerpos le provocaba, la transportará de vuelta a ese momento. No pudo evitar que una sonrisa se plasmara en sus labios, su corazón latía desesperado, como si estuviera viviendo el momento en su cabeza una y otra vez, experimentando todo el nerviosismo de nuevo.

No supo cuanto tiempo estuvo observando la ventana añorando volver al momento que ella y Stiles habían compartido. Pero la voz de su madre, llamándola a ella y a su hermana, la sacaron de su trance. Sus gritos llamando sus nombres se escuchaban sordos tras la puerta cerrada de su habitación.

Se apartó de la ventana y se acero hacia el pasillo de las escaleras, acercándose a la baranda. Sus ojos por segunda vez en la noche se iluminaron al ver a un Stiles agitado frente a su puerta.

Taylor podria jurar que también vio un destello en los suyos cuando sus ojos marrones se cruzaron con los de ella.

—Estás a salvo —pronunció Stiles en un suspiro que no sabia que estaba conteniendo.

Allison tambien salio de su habitación, igual de extrañada como lo estaba Taylor momentos atras. Se acerco a la baranda junto a su hermana y frunció el ceño al ver a Stiles. El chic trago saliva sacudiendo la cabeza ligeramente.

—Ambas. Están bien —dijo aliviado.








ali's note:

holuuu, después d mucho, les actualizo, este cap lo tenía escrito desde hace MUCHO, pero como pensaba q nadie leía dbm no actualizaba 😔, pero una persona me pidió cap y no me pude negar 🤭🤭.
espero les guste, los amo <3.

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