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𝟎𝟏

# CAPÍTULO 1

EL PARTIT
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MADDIE

El aroma a café recién hecho me sacó del último tramo de sueño. No era el café de casa. Este tenía un toque fuerte y perfecto que solo podía preparar tío Carles. Me senté en la cama, aún con la camiseta gigante del Barça que me había dejado anoche. Dormir antes de una semifinal era imposible, aunque estuviera agotada.

—Bon dia, dormilega. —dijo mi tío desde la cocina cuando bajé las escaleras.

—Bon dia. —respondí, frotándome los ojos. —¿Llevas mucho tiempo despierto?

—Demasiado. No podía dormir sabiendo que hoy mi sobrina estrella se juega el pase a la final. —dijo guiñándome un ojos mientras me pasaba una tostada. —¿Estás nerviosa?

—No lo sé. —dije sentándome en el taburete. —Creo que más nerviosa, estoy... ansiosa. Quiero que empiece ya.

—Eso es normal. Pero Maddie —se giró para mirarme. —me da igual como salga el partido. Lo importante es que tú salgas a darlo todo, como siempre.

—Lo sé, pero quiero ganar. No solo por el equipo... también por mi.

Él asintió despacio. Sabía que mi vida no era fácil. Que jugar voleibol no solo era un pasatiempo: era mi escape, mi refugio. En la cancha, todo lo que dolía se apagaba.

—Está noche ya estarán de regreso tu madre, Lucas y Andreu. —añadió mientras bebía su café. —¿Estás preparada para volver?

Mi estómago se revolvió un poco. No por Andreu, claro. Mi hermano era mi alegría, pero mi madre...

—Sí. —mentí, o quizás solo intenté convencernos a los dos. —Ya era hora, ¿no?

Él me observó con esa mezcla de cariño y preocupación que siempre tenía cuando hablábamos de ella, su hermana, mi madre...

—Venga, corre a cambiarte que te llevo al instituto.

Me levanté con un nudo en el pecho. Sé que debería estar feliz porque mi familia vuelve, pero esta semana con mi tío me ha traído una paz. Esa paz que no sabía que necesitaba. En la mochila metí mis rodilleras y la camiseta del equipo. Me lavé los dientes y salí rápidamente al coche.

...


PAU

Caminábamos hacia el colegio con Héctor cuando, sin querer, una chica rubia lo chocó. Me detuve, sorprendido, mientras ella se disculpaba.

—¡Lo siento por eso, Héctor! —dijo la rubia, frenando de golpe y mirándolo con una risa nerviosa.

—No pasa nada, Han. —dijo él sonriendo.

La miré mejor. Era Hannah, la hermana de Fermín. La había visto alguna que otra vez en la gradería, pero no la conocía mucho.

—¡Hannah, no hay tiempo para conversar, que llegamos tarde! —gritó otra chica, la morena que la acompañaba.

—Perdona, Héctor, pero me tengo que ir. —dijo la rubia antes de salir corriendo detrás de su amiga.

Las vimos alejarse y me giré hacia Héctor, que seguía con la mirada fija en la morena. Lo cual me pareció curioso, muy curioso.

—Que extraño que Emma nunca haya mencionado que iba al mismo colegio que la hermana de Fer. — comenté mientras retomábamos el paso para ir al entreno.

—Quizás no sabe que Hannah es hermana es la hermana. —dijo Héctor.

—Quién sabe. Lo que sí sé es que el míster nos va a castigar si llegamos tarde, así que nosotros también deberíamos correr.

Ambos nos echamos a reír y aceleramos el paso hasta llegar al campo.

Cuando entramos, ya estaban Fermín y Lamine hablando en una esquina. Nos acercamos a ellos mientras esperábamos que los demás llegaran.

—¡Ey, Fer! Hoy la amiga de tu hermana ha chocado con Héctor y casi lo barre. —dije riendo, sin poder evitarlo. La escena todavía me hacía gracia.

—No seas exagerado. —protestó Héctor. —Me chocó, pero no me barrió. Soy muy fuerte yo.

—Ya, claro. —dijo Lamine riendo.

—Tuvo que haber sido Sam. —dijo Fermín encogiéndose de hombros. —Ellas quedaron en verse en la plaza para caminar hacia el instituto, pero como tenía que venir a entreno, llegó más tarde de lo acordado y protestó todo el camino.

En eso llegó Robert.

—Bueno chicos, ya hablarán después. El míster me ha dicho que empecemos sin él. —dijo Lewandowski, cruzando el campo.

—Señor, sí señor. —respondió Lamine, haciendo el gesto de un soldado; a lo que todos reímos antes de empezar a trotar.

...

Después del entrenamiento, caminamos hacia las duchas. Estaba cansado, pero de buen humor.

Mientras nos secábamos el sudor, el mencionó el partido de Emma.

—Emma tiene partido hoy. —dijo Héctor mientras se acomodaba la camiseta. —No sé nada de voleibol, pero me dijo que era importante; por lo que tengo que ir...

Lo que uno hace por amor...

Yo tampoco sabía nada de voleibol.

—No tengo muchas ganas de ir solo, ¿vienes? — añadió.

—No puedo. —contesté. —Tengo deberes acumulados, pero... puedes ir con Lamine.

Héctor suspiró, pero asintió. Y se fue directo en busca de Lamine mientras yo me metí a duchar.


MADDIE

El día en el instituto se pasó bastante lento. Lo bueno era que solo me quedaba una clase más.

Cuando acabó, me dirigí hacia el gimnasio. Fui de las primeras en llegar, por lo que me pude alistar con tiempo y tranquila. Pero esa tranquilidad no duró mucho, ya que llegó Emma. No me quejo de ella, es una persona increíble, pero el hecho de que estuviera ahí solo significaba una cosa: en nada estaríamos jugando la semifinal.

—¡Maddie! ¿Lista para lucirte hoy? —preguntó dándome un pequeño empujón.

—Si mis nervios no me ganan, sí. —contesté sonriendo mientras me terminaba de hacer la coleta.

—Todo saldrá bien, ya verás que sí. —dijo. —Iré a alistarme yo también, nos vemos luego, ¿vale?

—Sí, sí. Ve tranquila. —contesté dándole una sonrisa, a lo que ella me devolvió.

...

Cuando todas estábamos listas, nos reunimos para hablar y calmar los nervios.

—Buenos chicas, —empezó a decir Emma. —hoy es el día en el que demostramos todo lo que hemos trabajado. Sabemos que es un partido complicado contra el Aspire, pero no imposible. Cada una de nosotras tiene el poder de hacer la diferencia. Sé que están nerviosas, no les voy a mentir, yo también lo estoy; pero juguemos con el corazón y con unidad. ¡Vamos a por todas, equipo!

Después de lo que dijo Emma, se notaba como la actitud del equipo había cambiado. Todas íbamos más motivadas, con nervios, pero motivadas.

Al salir, la gradería estaba repleta. Como el partido era en nuestro colegio, la mayoría de las personas nos apoyaban a nosotras; pero había un espacio que habían dejado para el equipo rival.

Como los colores de nuestro colegio son el blanco y el rojo, todo el gimnasio estaba decorado con esos colores. Habían carteles con las iniciales del colegio, HNS y la mascota, el águila. Cerré los ojos, respiré y confié en lo mucho que había entrenado...

...

El silbato del árbitro suena. Es el primer saque del partido, y puedo ver a Sam con los nervios a flor de piel. La miro, sus ojos fijos en la pelota, su concentración total. Ella respira hondo, balancea el brazo y golpea con todas sus fuerzas.

1-0

La jugadora del equipo contrario se lanzó para interceptarla, pero es demasiado tarde. La pelota cae en la zona desprotegida de la cancha. El estallido de emoción en nuestro equipo es inmediato. Aplaudimos, gritamos, y aunque sé que Sam quiere celebrar, ella mantiene la calma. Ha comenzado con fuerza, eso lo veo, y me da confianza.

—¡Muy bien, Sam! Sigue así. —escuché la voz de nuestra entrenadora.

Sam asiente y sigue jugando. El segundo saque de ella es casi igual al primero. Esta vez el equipo contrario logra recibirlo, pero nuestras centrales lo bloquean con facilidad. El tercer saque de Sam casi lo falla, pero pasa justo.

...

24-23

Si ganábamos este punto, el primer set era nuestro. Me tocaba sacar a mí, y aunque mi cuerpo estaba a la altura, me sentía nerviosa. Aunque soy delgada, sé que mi fuerza es algo que nadie espera. Me preparo, levanto el balón, y el silbato suena. El equipo rival nos acaba de pasar el balón.

Todo sucede en un segundo: el sonido del golpe contra la pelota, mis compañeras moviéndose en sincronía, y Sam, atenta a cada movimiento. Emma, nuestra colocadora, se posiciona perfecta bajo el balón.

Con la precisión que la caracteriza, coloca el balón justo donde lo necesita Sam, flotando en el aire como si fuera una invitación para golpearlo. La veo saltar, su brazo estirado, y entonces... el contacto.

El balón atraviesa la red con velocidad. El equipo contrario reacciona, pero ya es demasiado tarde. El balón cae en su cancha, justo entre dos defensoras, sin darles tiempo de reaccionar.

¡PUNTO!

El equipo grita de la emoción junto al público. Todas corremos hacia Sam, dándole un abrazo tan fuerte que casi la aplastamos. El primer set es nuestro, pero no nos podemos confiar, todavía falta tiempo.

Nos acercamos a donde estaba nuestra entrenadora para escuchar las instrucciones para el segundo set.

—Chicas, lo hicieron muy bien, pero no quiero que se relajen. Sigan siendo agresivas, sigan siendo fuertes, sigan siendo contundentes y, sobre todo, sigan siendo un equipo. Hubieron errores que hay que corregir, pero van muy bien. ¡Vamos a por ese segundo set! —dijo ella. —Vamos a entrar de la misma forma. Les toca sacar a ellas, por lo que tenemos que estar atentas. Os quiero concentradas en el partido y no en otra cosa, ¿vale?

—¡Sí! —respondimos todas al unísono.

El segundo set está a punto de empezar. Les toca sacar a ellas. Por suerte, nuestra libero recibe a la perfección el saque de la otra jugadora.

1-0

Si queríamos ganar, teníamos que seguir así. Teníamos que seguir siendo superiores y fuertes. Si ellas hacían un punto, tenía que ser por mérito de ellas, no por error nuestro.

...

23-23

Estamos a punto de finalizar el segundo set, empatadas en puntos. Emma, nuestra capitana, está en su lugar, cerca de la red, esperando el saque del equipo contrario. El Aspire Horizon no da tregua, sus jugadoras están más fuertes que nunca.

El saque viene potente y rápido, directo hacia Emma. Yo me preparo para cubrir mi zona, confiando en que ella nos colocará el balón como siempre lo hacía. Esta vez no es así. No sé si fue la velocidad del saque o un mal paso, pero Emma se mueve hacia su derecha, y de repente, su tobillo se torce de una manera que no debería haberlo hecho. Es como si el tiempo se hubiese detenido por un segundo, mientras su tobillo se torcía.

Escucho su grito antes de verla caer.

Todo se desmorona en cuestión de segundos. Ella está en el suelo, agarrándose el tobillo, con una expresión de dolor que me deja helada. Siento un nudo en el estómago. No la podemos perder a ella, no ahora.

Todas corremos hacia donde está Emma. El árbitro detiene de inmediato la jugada. Emma intenta ponerse de pie, pero apenas apoya su pie, vuelve a hundirse en el suelo. Es obvio; no puede seguir jugando. Sabemos lo que esto significa para el equipo. Ella no es solo nuestra capitana, es nuestra fuerza, nuestra estrategia en cancha. Sin ella, ¿cómo vamos a continuar?

La entrenadora llega corriendo mientras atienden a Emma. Ella no puede hablar del dolor, pero me mira, y sé que es algo más que dolor. Su mirada es intensa, cargada de emociones que no necesitan palabras. Entiendo perfectamente lo que está tratando de decirme. Me está pidiendo que tome su lugar. La entrenadora lo capta al instante.

—Sam, vas a tomar el lugar de Emma, no como colocadora, pero como la capitana. —dice ella.

Sam asiente, y yo sé que eso es lo que Emma quería.

Tenemos que ganar los últimos 2 puntos y el partido es nuestro.

El silbato suena. El saque del Aspire viene directo, potente, pero lo leo bien. Con una precisión que no sabía que tenía, paso el balón a Mar (la colocadora que reemplazó a Emma) y ella lo coloca perfectamente a Maddie. Maddie salta y conecta un remate limpio, cruzado, que deja a las defensoras rivales sin respuesta.

Punto nuestro
24-23

El último saque es el más tenso de mi vida. Todo el gimnasio parece contener la respiración. Esta vez, es nuestra libero quien recibe el último balón. Enviaron el balón hacia nuestra central, y ella se eleva con una fuerza imparable. El balón rebota en sus manos y se estrella contra el suelo contrario.

25-23
¡Ganamos!

El gimnasio estalla en gritos de celebración. Todas corren hacia nosotras, abrazándonos. Lo hemos logrado.

¡Estamos en finales!



¡NO OS OLVIDÉIS DE VOTAR!

¡Primer capituló de My Savior! ¿Qué os ha parecido?

Si ya leísteis Amor a Ciegas, este capítulo os recordará a los primeros capítulos de Amor a Ciegas, porque es un spin-off.

Sé que este capítulo es largo pero, ¿os gusta así o que sean más cortos?

Si dejáis vuestro comentario y voto os lo agradecería muchísimo; ya que me motiva y me hace saber que os está gustado las historia.

+5 comentarios y +15 votos para el siguiente capítulo!

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