─── 001. AMANECER 1.
Capítulo uno:
ESTOY EN CAMINO.
Persa cerró sus ojos meciendo su cabeza hacia atrás, disfrutando del agua cristalina de mar que reposaba bajo su cintura, sintiéndose libre y tranquila, sus pies enredándose en la arena rubia en aquella playa privada que habían alquilado para su estadía en Australia.
Una privada y alejada de todo tipo de personas para no revelar los destellos que libraban los vampiros en ella.
Toda la calma que había desarrollado en ese momento se evaporó al ser tumbada contra la cálida agua de mar, haciendo que su cuerpo se sumerja en esta y su malla de dos piezas se remueva un poco de su lugar, pero esto no lo detuvo para tomar en sus brazos a la híbrida y nadar con súper velocidad a las profundidades.
Persephone salió del agua dando una bocanada de aire, la había tomado desprevenida sin tiempo a respirar mientras se aferraba al cuerpo brilloso que la mantenía a flote.
Golpeó el pecho en juego mientras que el muchacho se aferraba más a ella con una sonrisa.
—¡Jasper! ¡Estaba tranquila!— exclamó la muchacha lanzándole agua juguetonamente.
Jasper rió aferrándola más a él y se la quedó mirando con una sonrisa. —Estaba muy tranquila para mi gusto, me fío que extrañaba mi presencia— dijo en tono caballeroso pero a la vez burlon.
Persephone se separó de el y le lanzó agua a medida que se mantenía a flote. —Estaba descansando de ti. Por si no sabes, yo si necesito un respiro. Me agobias— siguió el juego con una sonrisa.
Jasper levantó sus cejas mientras asentía con una sonrisa. —¿Un respiro? ¿Un respiro?— dijo divertido al mismo tiempo que ella asentía con una sonrisa en su rostro. —Yo te daré un respiro.
Persephone aguantó la respiración sabiendo que Jasper se lanzaría sobre ella, dicho y hecho. Estaban lo suficiente profundos como para que su cuerpo sea cubierto completamente por el agua, y aun así dejando metros de distancia a la arena.
Comenzaron a jugar a la lucha, ambos golpeándose con la mayor fuerza posible que le permitía el líquido a su alrededor, haciendo que estos sean pequeños toques.
Los rayos del sol se colaban a través de la superficie marina, haciendo que Persephone miré hacia el cielo, disfrutando de como la claridad entraba al agua. Soltó una risa, haciendo que con ella salgan burbujas y Jasper la miré extrañado, tenían que ver al vampiro brillando bajo el agua, ahora entendía la expresión de "unicornio mastico glitter y te lo escupió".
Jasper miró por detrás de Persephone y frunció su ceño, no sabían cuando tiempo habían estado bajo el agua, solo que la muchacha salía a tomar aire y bajar de nuevo; Persa lo miró con su ceño fruncido y Jasper la tomó de la muñeca, acercándola a él mientras la volteaba, haciendo que su pecho golpee contra la espalda de Persephone para apreciar ambos lo que Jasper estaba observando.
Un tiburón se acercaba a ellos con índole de atacar.
Bueno, en realidad, atacar a Persephone. Jasper ya estaba muerto, pero el corazón latiente de Persa le llamaba la atención.
Persa dejó que un pequeño chillido inunde el mar, y en un solo movimiento ya estaba completamente aferrada a la espalda de Jasper, sin dejar de mirar como el tiburón se acercaba a ellos.
El rubio reía al sentir como la muchacha golpeaba su hombro para indicarle que se vayan. Algo que había aprendido de Persephone en ese tiempo de viaje era que le tenia terror a las criaturas marinas.
"Están ahí con sus ojos a los costados, con sus aletas y escamas y... oh dios, creo que voy a vomitar" fue lo que había dicho Persephone cuando pusieron un pie en la primera playa de su viaje, Singapur.
Y ahí estaba nuevamente Persephone, chillando por un tiburón que se acercaba listo a devorarla sin piedad.
Cuando Jasper decidió que ya era suficiente nadó rápidamente hasta la orilla, dejando caer sin ningún cuidado en la arena seca a Persephone.
—¿Viste el tamaño de esa cosa? ¡Unos metros más y pum, me acababa! ¡No habría más de la legendaria Persephone!— exclamó desde el piso la muchacha, importándole poco la arena que se pegó a todo su cuerpo, incorporándose en un vago movimiento para sentarse.
Jasper se lanzó a su lado con su cuerpo brillando como diamante, tampoco importándole que la arena se adhiera a su cuerpo. Se sentía extraño y no le gustaba, pero de no ser por Persephone nunca había conocido la playa debido a su vampirismo y la ley de brillar al sol.
—Lo dices como si te dejaría que te pase algo— reclamó el muchacho en el mismo tono que ella.
Persephone tomó un puñado de arena y se lo lanzó haciendo que quede su torso y brazo completo. —¡Te detesto! ¡Tienes que dejar de hacer eso!— clamó la muchacha levantando sus cejas y abriendo más sus ojos. —¡Deja de jugar con mis miedos a los peces!
Jasper rió divertido y asintió con su cabeza. —¿Me odias?— preguntó burlón, mientras que la muchacha asentía efusiva. —Retráctate o te lanzo al mar— dijo antes de tomarla en brazos colocándola sobre su hombro mientras que ella pataleaba.
Era un cantar para ambos, sus risas resonando por toda la solitaria playa exclusiva para ellos, haciendo chistes o golpeándose, y una que otra jugarreta entre ellos.
—Me retracto, me retracto— chilló la muchacha al ver como Jasper comenzaba a sumergirse en el mar nuevamente.
Corrió a velocidad vampira hasta quedar con el agua en la cintura, riéndose de como Persephone creía que iba a poder escapar de se agarre mediante pataleos y mordidas en su espalda.
—No me suena sincero— respondió el muchacho antes de lanzarla al agua.
Persephone soltó un chillido mientras se levantaba del lugar, al menos la arena molesta que tenía pegada se le había quitado.
Se lanzó hacia Jasper en un rápido movimiento, buscando derribarlo pero él fue más rápido y la tomó en brazos, cargándola mientras ella aferraba sus piernas a la cintura del chico y sus manos a los muslos de ella.
—Sigo detestándote— dijo con falso resentimiento.
—¿Realmente quieres seguir discutiendo de eso?— preguntó burlon el muchacho mientras la movía en un amague de soltarla.
Persephone se aferro más a él. —Llévame a la orilla antes que orine encima tuyo y de esas alimañas del mar— dijo cerrando sus ojos apretando más.
Una leve brisa la hizo abrirlos nuevamente encontrándose en la orilla. Jasper dejó caer los muslos de Persephone haciendo que ella se mantenga de pie unos segundos para luego sentarse sobre la arena seca y rubia.
Jasper tomó lugar a un lado de ella, disfrutando de la vista al mar que tenían.
—Estaba pensando que podríamos volver a Singapur— comentó la pelirroja encogiéndose de hombros. —Ya han pasado ¿cuanto? Meses, deberíamos volver— siguió hablando.
—O podemos visitar Egipto de nuevo— recomendó el rubio a su lado. —El clan estuvo muy al tanto de nosotros, les agradamos.
—Oh, podremos ir a ver a Benjamín— estuvo de acuerdo que su próximo destino sería Egipto.
Sin nada más para decir ellos dirigieron la vista al horizonte.
En uno de sus viajes terminaron involucrados con un clan vampiro en Egipto, primero no fueron bien recibidos por el líder pero uno de los discípulos, Benjamín, estuvo encantado con la llegada de los muchachos, alardeando que él era quien iba a ser su anfitrión y que esperaba que se vuelvan amigos.
Y por supuesto que lo fueron.
Pero en esa misma semana que los acogieron, los poderes de Persephone se salieron de control y absorbió parte del poder del muchacho; y por más que habían terminado en buenas condiciones –él entendiendo completamente la situación de la híbrida– ayudó a Persephone a controlar la parte del poder que le había arrebatado sin querer, la culpa carcomía a la muchacha.
"Oh, vamos. Mira tu cara, se que no lo hiciste a propósito, aunque si puedes devolvérmelo no me enojaría" había dicho el muchacho con un buen sentido del humor.
—¡Oye! ¡Eso duele!— exclamó Jasper alejando su brazo del dedo de Persephone. —Deja de jugar con el fuego— advirtió el muchacho.
Ese era el poder que había obtenido.
Benjamín podía manipular los cuatro elementos, y al igual que ella, era muy codiciado por los Vulturi por su poder. Pero bueno, ahora eran tres elementos y esperaba poder buscar la forma de algún día devolverle lo que le pertenece.
—¡Eso fue por casi dejar que me coma un tiburón!— golpeó el hombro de Jasper con su mano.
El rubio la miró girando su cabeza con una gran sonrisa en su rostro, dejando que el sol quede detrás de él, por lo tanto, su rostro no brillaba. Persa le correspondió la sonrisa y rodó sus ojos acercándose rápidamente.
Bajo una carcajada y un rápido movimiento se colocó sobre el regazo del muchacho, sintiendo como sus trajes de baño mojados –casi húmedos– se mezclen entre ellos, las piernas bronceadas de Persephone se colocaron a los lados del torso blanco de Jasper.
Persephone sonrió una vez más antes de dejar un beso sobre los labios del rubio, que fue rápidamente correspondido mientras que el muchacho pasaba sus frías manos por la espalda de la híbrida.
Ambos saboreaban los labios del contrario, al mismo tiempo que los dos decidieron profundizar el beso, apegándose y aferrándose uno al otro como si la última gota de agua dependiera de eso. Sus labios se movían de forma lenta y segura, teniendo anteriormente experiencia, pero cada beso que se daban parecía ser el primero; único y mágico.
Jasper se separó de Persa y cerró sus ojos aguantando su respiración, colocó una mueca en su cara y apoyó sus manos sobre la arena, sosteniéndose en ellas.
—Tienes hambre— afirmó Persephone al ver como Jasper abría sus ojos y eran negros.
El muchacho negó con una sonrisa apenada. —No tengo hambre, solo que... no quiero hacerte daño— confesó Jasper aún un poco avergonzado.
Persa alzó sus cejas y volvió a su característica expresión burlona. —Vamos, no es la primera vez.
Jasper rió sin ganas. —Proserpina, contigo todo se siente como si fuera la primera vez— dijo francamente encogiéndose de hombros. —No te sorprendas si me tiento a perder el control. No quiero dañarte tampoco.
Persephone lo calló con un leve 'Sh' que se desplegaba levemente de sus labios. —Se que puedes hacerlo— alentó la muchacha en un murmuro y una sonrisa. —Aunque me tienta mucho la idea que pierdas el control por mi...— la carcajada de Jasper resonó por la playa.
El muchacho negó con la cabeza con una leve sonrisa.
—Creo que puedes aguantar algunos minutos más— murmuró la muchacha pasando sus manos por el cuello de él, quien rápidamente no se quedó atrás.
—¿Minutos? ¿En serio?— preguntó burlón. —Horas.
Volvió a besarla con ferocidad mientras que Persephone se aferraba nuevamente a él, en busca de más. Jasper le correspondió, en un simple movimiento él ya se encontraba de pie corriendo a velocidad vampira hacia el interior de la residencia de la playa.
Persephone sintió como impactaba fuertemente contra la puerta de la habitación, parece que Jasper no había calculado que la estaba cerrada y dejó salir una carcajada al escuchar como el muchacho pedía disculpas y preguntaba si se había hecho daño mientras abría la puerta para ingresar a ella.
•••
Persa respiró hondo y se removió entre las sábanas y pequeños pedazos de madera que yacían sobre el colchón, al sentir los pedazos sólidos que habían a los lados de ella, no hacía falta ni ver para imaginar que era.
Se sentó en la cama para analizar la situación, preguntándose si bañarse antes de ir al mar o bañarse después. Volvió a lanzarse en la cama y estiró en un vago movimiento su brazo, tanteando la maleta llena de ropa desordenada a un lado de la cama, tomando sin ver dos prendas de traje de baño, sin importarle si era el conjunto o no.
Volvió a sentarse con pereza y se colocó las prendas sin siquiera abrir los ojos, estaba cansada como para hacer eso. Mientras se levantaba de la cama se estiró sutilmente bostezando, pateó un pedazo de silla que había allí estorbando su camino. Se agachó a la hora de tomar un pequeño velo para atarlo en su cintura así no andar incómoda por toda la casa.
Abrió la puerta de la habitación y volteó a dale una última mirada. La cama rota al igual que las almohadas y colchón, las prendas tiradas aquí y allá, la silla en el suelo y sin contar las sábanas esparcidas por todo el piso.
Jasper rozó sus manos en los brazos de la muchacha, apreciando lo que ella veía, colocándose detrás.
—Oh, Dios. ¿Por qué somos así? Carlisle va a asesinarnos, es la octava cama que compramos en la quincena— dijo Persephone arrastrando sus palabras recien despierta. —Y ahora vamos a necesitar una novena.
Jasper rió ante el comentario de Persa y besó el cabello de la chica. —El desayuno está servido.
Algo que Jasper había tenido que aprender a regañadientes fue a cocinar y soportar el olor a comida humana si quería estar cerca de Persephone. Al igual que las salidas al aire libre y caminar mirando hacia los lados en busca que no te sigan. Pero así como él, Persephone tuvo que acostumbrarse a que Jasper desapareciera horas y horas en busca de algún animal para comer, o también al sentir gusto a sangre cuando lo besaba.
Eran pequeñas cosas que debían acostumbrarse uno del otro.
Jasper pasó por detrás de ella y por inercia le la observo, su caminata se detuvo abruptamente y quedó viéndola. Persa volteó su cabeza para mirarlo extrañada mientras masticaba su desayuno.
El semblante del muchacho era serio, casi preocupado. Estiró el brazo y tomó el celular de Persephone en sus manos, abriendo la cámara y sacando fotos de la espalda de la muchacha.
—Mira— murmuró Jasper tendiéndole el teléfono con las fotos en el, sin despegar la mirada de la espalda.
Persa terminó de tragar a medida que examinaba las fotos y les hacía zoom. Su omóplato derecho estaba con una gran mancha morada-verde al igual que cuatro dedos en su cintura. La muchacha bloqueó su celular y le restó importancia.
—Sanará— dijo para seguir comiendo, pero al sentir aun la mirada de Jasper lo volteo a ver. —Ya, en serio, Jaspy, estoy bien. No me hiciste daño— el muchacho se encontraba tieso en su lugar y la culpa irradiaba de su organismo. —Mira— dió pequeños golpecitos en el moretón de su omoplato, e ignorando el dolor que esto le causó le dio una sonrisa tranquilizadora al rubio. —Estoy bien, Jazz. De veras.
La mirada del recién nombrado cayó a la pierna de Persephone, y con un leve tacto llevó su mano hacia allí, tratando de ser lo más delicado posible. La muchacha bajó su vista a donde Jasper la mantenía, al igual que su cintura, la mano de Jasper estaba marcada con tonos violetas y verdes.
Persa dejó su desayuno de lado para darle toda la atención al rubio, quien aún no cambiaba su expresión seria y no dejaba de observar los moretones en el cuerpo de Persephone.
—Debí haber sido más delicado— murmuró sin mirarla, sumiso de sus pensamientos, irradiando la vergüenza de el.
Persephone lo miró divertida. —Jasper, soy una vampira y licántropa, el sexo salvaje sólo puede calmarme— bromeó tratando de que salga de su incomodidad. —Además, no es la primera vez que lo hacemos así.
Jasper dejó un pequeño beso en la frente de Persephone. —Ire a cazar, vengo luego— cambio de tema en un murmuro sobre la piel de Persa para luego besarla nuevamente y desaparecer.
Persephone suspiró resignada. Le importaba poco los moretones que le dejaba Jasper en el cuerpo, de igual forma iban a curarse eventualmente.
—Oh, vamos. ¿Ahora qué?— refunfuñó con su boca llena de comida al escuchar como su celular sonaba.
Sin mirar quién era contestó de mala gana. —¿Qué?
—Hola— murmuró una leve voz nerviosa y avergonzada.
—Ugh, adiós— dijo antes de cortar.
Volvió a dejar su celular sobre la mesa y antes de que pudiera meter un nuevo bocado a su boca, el teléfono volvió a sonar. Apenas lo contestó lo puso en su oreja para hablar.
—Déjame de dar razones para separar la cabeza de tu cuerpo, Bella— respondió de mala gana Persephone.
Del otro se pudo escuchar un pequeño suspiro por parte de la humana. —Créeme que tú también eres mi última persona de la lista.
Persa bufó. —Y te das el tupé— susurró para ella misma sabiendo que Bella la escucharía. —Odio mutuo, me gusta— dijo con su boca llena de comida. —¿Ahora que van a pedirme? Porque siempre que me contacta es para pedirme algo, probablemente cualquier cosa menos que vuelva.
—En realidad, te llame para pedir que vuelvas— murmuró la humana. —En este momento no tengo a nadie y de verdad necesito tu ayuda, Persephone— dijo con su voz entrecortada. —No se con quien puedo contar, pero se que tu me apoyarás a tu extraño modo.
La recién nombrada bufó tragando. —¿Edward ya se canso de ti? ¿Qué no se habían casado hace dos semanas?— preguntó con burla.
—Persephone, de veras. Te necesito— dijo con voz llena de preocupación. —Es en serio, recurrí a ti por algo.
La híbrida apretó sus labios maldiciéndose en todos los idiomas que conocía, desde el inglés hasta libanés. Quiera o no, la familia era la familia; y algo que Lilo y Stitch le enseño es que la familia nunca se abandona.
Ugh, maldito experimento 626 y su estupida Ohana.
—Bella, ¿estás bien? ¿Edward está bien?— inquirió intrigada ante el tono que usaba la humana.
—Creo que estoy embarazada— soltó la humana bajo un sollozo. —Ahora estamos volviendo a Forks para que Carlisle me revise pero-— las palabras de Bella quedaron absortas en la cabeza de Persephone.
La noticia le cayó como un balde de agua fría, pero antes de que pudiera reaccionar los sollozos de la humana inundaron sus sentidos desarrollados.
—Y estoy sola, Edward quiere que lo aborte pero yo quiero al bebé, no quiero que me lo saquen por la fuerza y-— Persephone la interrumpió parándose de la silla en la que estaba.
—Bella no te preocupes, nada va a sucederte— corrió a velocidad vampira hasta la pieza destruida y comenzó a guardar prendas. —Ni a ti, ni al bebé— apretó sus labios decididos. —Estoy en camino.
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