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─── 010. AMANECER 1.

Capítulo diez:
QUITA TU MANO, LAS AMENAZAS MUNDALES ESTAN HABLANDO.





Un leve gruñido salió desde lo más profundo de la garganta de Persephone al darse cuenta que había despertado. Soltó un suspiro sin siquiera abrir los ojos, sintiendo la presencia de Jasper a un lado de la cama vistiéndose.

—¿Cuánto he dormido?— gruño con sin intenciones de moverse.

—Dos horas, capaz un poco más— contestó la pregunta el rubio a medida que se levantaba para terminar de colocar sus pantalones.

Persa suspiró y se dignó a abrir sus ojos, encandilando con la claridad que poseía el ventanal frente a su cama; pestañeo unas veces hasta que su vista se acomodaba. Aprecio la vista del cuerpo de Jasper con sólo sus bóxer y los pantalones desabrochados, aprovechando a deleitarse con el cuerpo que había devorado horas atrás.

Sabía que tenía que levantarse, pero en su lugar cerró sus ojos nuevamente.

—¿Bella?— murmuró aun tendida en la cama.

—Está bien— dijo el muchacho con una sonrisa.

Jasper se acercó a la cama y dejo un beso en la frente de Persephone, haciendo que la muchacha suelte un pequeño gruñido de disgusto.

—No me toques, recién me despierto— advirtió la pelirroja en tono de advertencia.

Jasper rio levemente y se alejó de ella. —Es bueno saber que conservas tu buen humor cuando te despiertas, Persa.

La muchacha suspiró abriendo sus ojos nuevamente, encontrándose con la mirada divertida que le proporcionaba Jasper, rodo sus ojos y se movió dispuesta a darse la vuelta para ignorar su presencia con su espalda, pero en el momento que se amagó a voltear paró al instante.

Un pequeño dolor en todo su cuerpo se hizo presente, los calambres se comenzaron a hacer presentes y gimió levemente volviendo a su posición inicial. Jasper rápidamente se acercó a ella con su ceño fruncido.

—Auch— susurro Persephone en un suspiro.

Pesadamente y con pereza, se obligó a ella misma a incorporarse en la cama, ignorando todo dolor que se proporcionaba su cuerpo; pero al momento que trató de hacer fuerza con sus brazos volvió a caer rendida en la cama, cerró sus ojos con frustración.

—Te he dañado— dijo Jasper con un hilo de voz, viendo los intentos de Persa en incorporarse.

Persa negó con su cabeza sin abrir sus párpados. —Solo estoy cansada— evadió lo dicho por Jasper. —Pero adivino que debemos tachar curación sobrenatural luego del sexo de nuestra lista— dijo con sorna la muchacha.

—Lo lamentó tanto— susurro avergonzado el rubio.

Persephone sonrió y abrió sus ojos. —Sinceramente, yo no. Nuestro sexo es genial— admitió la pelirroja.

Sin dar más vueltas, se incorporó rápidamente y sin aplicar esfuerzo alguno, ganando un dolor en su cuerpo que fue ignorado para que Jasper deje de tener esa expresión de perro arrepentido.

Las sábanas cubrían el cuerpo desnudo de Persephone hasta la altura de sus pechos, haciendo que Jasper pueda apreciar los moretones en la clavícula y cuello de su pareja.

—Si te sigues arrepintiendo, me iré— advirtió la muchacha viendo la expresión de culpa de Jasper.

El rubio cambió su expresión rápidamente antes de que la pelirroja pueda levantarse de la cama.

—Te dejare cambiar— Jasper sonrió y le dio la espalda encaminándose a la puerta, pero antes de abrirla se volteó a mirar a la chica sentada en la cama. —Y deberías...— hizo un ademán hacia su cuello.

—Sanare.

Dicho esto, Jasper se retiró en la habitación y Persephone rápidamente activó su don, prohibiéndole a los vampiros de la casa escuchar, comenzándose a quejar en voz alta sobre los moretones en su cuerpo.

Suspiró una vez cambiada, giró su cabeza hacia el escritorio, se acercó a él y aburrida abrió una de sus gavetas, quedándose tiesa en su lugar al ver la pequeña cajita intacta en una de las esquinas del cajón. Los flashes que ocurrieron la noche anterior la hicieron poner tensa, sabiendo que en ningún momento alguno de los dos se acordó.

—¡La puta madre!— grito en español tomando la caja de preservativos cerrada en su mano izquierda.

Cerró sus ojos y suspiró fuertemente. Iba a tener que asaltar la farmacia de Carlisle en busca de una pastilla del día después.





Persephone se acercó por detrás de Jasper y lo abrazo con una pequeña sonrisa adornando su rostro, observo por arriba del hombro del vampiro como la comida que era removida por Jasper en el sartén para que no se queme.

El rubio giró su cabeza y sin ningún esfuerzo dejó un pequeño beso en la frente de Persephone, sintiéndose completo al ver como la muchacha se le agrandaba la sonrisa en su rostro.

Persa se separó del muchacho y se acercó a la isla en el medio de la cocina Cullen, tomando un vaso en el proceso. Aprovechando que Jasper estaba concentrado en el olor de la comida –que para él se le había asqueroso– dándole la espalda, tomó un cuchillo y rasgó su palma, dejando que la sangre caiga en el vaso.

Repitió este proceso unas cuantas veces hasta conseguir un vaso de sangre fresca. Sin decir ni una palabra se retiró de la cocina, dejando a Jasper concentrado en "la obra maestra" que estaba haciendo: polenta con tuco.

Siguió sus instintos y voces acompañadas con risas que se hacían presentes cada vez que se acercaba más a la sala principal. Persephone paro con una sonrisa al ver como Edward le hablaba a al bebé nonato y Bella reía.

Edward levantó su mirada el sentir el olor a sangre y vio como Persephone se acercaba con una sonrisa a la escena.

—¿Alguien pidió la promoción de sangre?— preguntó divertida a medida que dejaba el vaso en la mesa ratona frente al sofá que estaban ambos padres.

Bella miró emocionada a Edward, incitando a que le diga lo que habían platicado hace rato, pero la ansiedad al ver que su esposo no decía nada por estar prestando atención a su hijo dirigió su vista a la pelirroja junto a ella.

—Edward puede escuchar al bebé— chilló Bella con una sonrisa en su demacrado rostro.

Persephone frunció su ceño y miró a su tío sin entender.

—No lo sé, es muy extraño. Puedo escuchar en mi cabeza lo que piensa— explicó sin despegar su mirada y sonrisa de la barriga.

—Inténtalo— volvió a chillar emocionada Bella y sin esperar ni un momento más, tomó la mano de Persephone y la obligó a ponerla en su panza.

—No sé cómo hacerlo— mustio la muchacha un poco sorprendida ante el trato que le dio la humana.

—Así como puedes leer mis pensamientos, como puedes influir en las emociones— dijo Bella incitándola con una sonrisa. —Inténtalo. Canaliza el poder de Edward en mi— insistió apretando su mano contra su vientre.

—No voy a usar al pequeño engendro de conejillo— se negó Persephone un poco indignada.

Edward miró por primera vez a la menor de la familia Cullen. —Dice que quiere que lo hagas.

Persephone bufo y colocó la mano faltante en el vientre, cerró sus ojos y comenzó a concentrarse en el aura de don del cobrizo a un lado de ella, sintiendo como esa estela se comenzaba a filtrar en sus poros hacia su interior.

Bella sonrió al ver como las cejas de Persephone se alzaban ante la sorpresa y sus ojos se abrían directamente hacia la mirada de la humana. El destello de emoción en los orbes azules de Persephone causó una felicidad inmensa en Bella. No se separaría de ella.

—¡Oh Dios! ¡Esto es emocionante!— chilló sonriendo la híbrida.

Tomó las manos de Edward y se las saco de la barriga de Bella, ocupando el lugar donde ellas estaban.

—Hola, pequeño engendro. Espero que-— vio como Edward acercó una mano a la panza de Bella y se la golpeó antes de que pueda acercarse. —Quita tu mano, las amenazas mundiales están hablando— volvió su vista al vientre. —Espero que te guste viajar porque te llevaré a recorrer todo el mundo cuando aprendas a caminar...— comenzó a parlotear mientras dejaba caricias en él.

Bella observo como Persephone dejaba de hablar, cambiando su rostro a uno más concentrado para luego seguir hablándole, manteniendo una conversación muy entretenida entre ella y su bebé nonato.

—La adora— le dijo Edward hacia Bella.

La humana asintió y le sonrió. —Sí, puedo sentir como se mueve— contestó.

Dada terminada la charla Persephone se despidió del bebé, se levantó comenzando para salir de la habitación y darle espacio a la pareja de casados.

Volvió hacia la cocina, donde estaba Jasper sirviendo un vaso de agua para después posarlo a un lado del plato de comida. El rubio le sonrió a medida que ella se sentaba en una de las sillas para comenzar a comer.

—Haz mejorado— alago Persephone masticando la comida.

Jasper la miró con una sonrisa irónica. —Lo dices como si me hubieras dejado opción. ¡Me hiciste hacer un curso intensivo de gastronomía!— exclamó el muchacho alzando sus cejas.

—¡Pero te ha servido!— respondió la muchacha encogiéndose de hombros. —No te puedes quejar, es agua y polenta deshidratada.

Jasper negó con su cabeza y le dio la espalda disponiéndose a lavar los trastes sucios que había utilizado para hacer ese manjar.

—No fue solo eso, Persephone— canturreo el muchacho. —Agua, leche, manteca, la salsa no se hizo sol-— la pelirroja lo interrumpió.

—Ahora quien te para, mayor presumido— dijo Persephone con una sonrisa.

Jasper se rio negando con la cabeza y la miró sobre su hombro. —A este punto, eres la única.

Persephone dejo de masticar a medida que miraba los ojos dorados de Jasper, relamió sus labios a medida que tragaba lo que tenía en su boca y le sonrió sin mostrar los dientes, Jasper volteo y siguió con su labor.

—No se decía lo mismo hace unas horas— canturreo la muchacha volviendo a comer, evadiendo el silencio que se había hecho durante unos segundos.

La pequeña sonrisa se coló en los labios de Jasper, recordando cómo Persephone gemía y pedía más acompañando su carita de placer.

Estaban tan sumidos en su conversación que ninguno se dio cuenta de la nueva presencia del hombre lobo.

—Fue un buen polvo, me desestreso— siguió parloteando la muchacha mirando la espalda de Jasper. —Ya sabes, uno de tus testículos como pelota anti estrés. Piénsalo— Jasper dejo salir una carcajada al escuchar las ocurrencias de su pareja.

—Viniendo de ti, no lo dudo.

Un bufido a sus espaldas hizo voltear a ambos muchachos con sus ceños fruncidos. Jacob le lanzó una mirada fulminante a Jasper y se retiró del lugar completamente enojado.

Persephone no pudo llamarlo porque ya se había ido de la habitación.

—Deberías ir— acotó Jasper llamando su atención.

Volteó a verlo y frunció su ceño. —¿Qué?

—Que deberías ir— insistió el muchacho y se encogió de hombros. —Ve tras él, Persa. Sé que quieres hacerlo. Lo quieres, ya sea por el vínculo o por el simple hecho de que sea él. Estoy bien con eso. Acepté que él será parte de tu vida de alguna forma u otra— la pelirroja apretó sus labios y volvió a girar su cabeza hacia donde se había ido Jacob. —Él te lo ha dicho aun puedes elegir...— se acercó a Persa y le colocó una mano en su hombro. —Ve.

Persephone miró a Jasper y le asintió. Se levantó de la silla y corrió hacia donde estaba Jacob. El moreno estaba sentado en las escaleras de la entrada principal Cullen con sus lágrimas corriendo por sus mejillas. Persephone suspiró y se sentó junto a él.

Ambos tenían la mirada en los árboles del bosque sin decir ni una palabra.

—Haz elegido...— susurro Jacob sin dirigirle la mirada.

Persephone negó con su cabeza. —No soy quien para hacerlo.

Jacob bufo y la miró. —Por favor, Persa. Somos dos chicos para una chica.

Persephone apretó sus labios y se encogió de hombros. —Los tríos son interesantes y estoy segura que tú sigues siendo virgen— acotó con una pequeña sonrisa en su rostro.

Jacob soltó una leve risa, olvidándose por un momento lo que había escuchado hace unos minutos atrás. Persephone golpeó levemente su cuerpo contra el de el con una sonrisa a medida que lo miraba.

Persephone tomó valor y acercó su rostro al de Jacob, tratando de ignorar el sentimiento de culpa que invadía su pecho al recordar lo que había ocurrido con Jasper. Jacob no se quedó tieso, acercó su rostro al igual que la pelirroja y se unieron en un lento y jugoso beso.

Sus labios se movían con sincronía y lleno de emociones encontradas por parte de Jacob, pero por el contrario, Persephone interrumpió el beso bajando levemente su cabeza y junto a ello cortándolo.

Jacob la miró con su ceño fruncido. —¿Qué ocurre?

Persephone levanto su mirada y conectó sus orbes azules con los chocolate de Jacob. No hizo falta decir ni una palabra, esos ojos que le dedicaba la pelirroja fueron suficientes para comprenderlo todo.

—Creí-creí que se sentiría algo— habló Persephone entrecortadamente. Apretó sus labios. —Lo lamento, Jacob.

El hombre lobo apretó su mandíbula y la miró con furia. —¿Es en serio? ¿Estas eligiendo a un chupasangre por arriba de quien se imprimo de ti?— alzo la voz a medida que se levantaba de los escalones.

Persephone lo imitó rápidamente, quedando un escalón arriba que él.

—¡Yo iba en serio contigo, Jacob! ¡Me tome el vínculo más seriamente que tú!— exclamó la pelirroja molestándose a medida que fruncía su ceño.

—Te dije que fue un error— contestó Jacob colocando un pie en el escalón de donde estaba Persephone, buscando intimidarla.

—Y yo te dije que no sería la segunda opción— murmuro entre dientes dando un paso hacia delante, quedando frente a frente con Jacob. —No me culpes por cosas que tú causaste— siguió mustiando.

Jacob bufo. —Quieras o no, estamos destinados, Persephone. Cuando el chupasangre se dé cuenta que extraña a su compañera, te dejará y no te dejare a venir llorando a mí— aseguró sus palabras mirándola a los ojos.

—¡No estamos destinados, Jacob! ¡Por el amor de Dios, reacciona!— exclamó la muchacha tocándole la sien con sus dedos. —Ser una impronta no significa que debemos estar juntos— le grito en su rostro. —No te quiero como pareja, entiéndelo. No siempre puedes ser tú en todo.

—Nunca fui yo, Persephone. ¡Ese es el maldito problema!— fue esta vez Jacob quien gritó.

—No, Jacob. Siempre haz sido tu— dijo Persephone. Dicho esto volteo y comenzó a caminar hacia la entrada de la casa, pero antes de entrar, volteo. —Ese es el problema— afirmó cruzando sus brazos. —Cuando entiendas de verdad lo que significa estar imprimado, búscame. No todos los vínculos están destinados— murmuro antes de retirarse hacia la casa, recordando vagamente el momento que se enteró de la muerte de Mecías.

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