─── 014. ECLIPSE.
Capítulo catorce:
ALMA OSCURA.
—Oh, ven. Vas a caerte de cara al piso con tu torpeza, Bella— le dijo Persa ayudándola a caminar entre las rocas de la montaña.
Bella al estar en piso firme se acercó a abrazar dulcemente a Edward. —Gracias— murmuró su tío.
—Ugh, por favor. Solo fueron 3 horas— reprendió Persa al ver tanta dulzura por parte de su familia.
—Lo suficiente para verlos agonizar— le dijo Jacob siguiéndole el chiste.
Persa rió levemente, giró a apreciar el paisaje de las montañas y bosques de Forks, cerró sus ojos sintiendo como el sol entraba por sus poros, despreocupándose por unos segundos de la lucha interna constante en su cuerpo.
Bajo la mirada de los tres, comenzó a quietarse la campera de cuero, disfrutando cada pequeño rayo de sol.
Jacob vió como Persa comenzaba a brillar y percibir que su temperatura corporal comenzaba a elevarse rápidamente; Edward la observo sintiendo como la barrera de su cabeza bajaba, escuchando todos sus pensamientos que en ese momento ninguno tenía sentido.
Bella la miró con su ceño fruncido, ojeando que la piel de Persephone brillaba al igual que la de la familia Cullen; por lo que ella tenía entendido, Persa podía ser capaz de acoplar su vampirismo con características de su lobo, como la comida y su corazón palpitante.
—Se está relajando— dijo Edward leyendo los pensamientos de Persephone. —Nunca se había sentido tan libre como aho-— Persa lo interrumpió.
—No es necesario que digas todo lo que pienso, vampiro imbecil— murmuró la muchacha sin moverse de su lugar.
—Debes regresar antes de que caiga la tormenta— aconsejó Bella –en los brazos de Edward– hacia Jacob.
—Me quedo— afirmó el hombre lobo. —Mi conexión con la manada nos dirá que está ocurriendo.
Persa abrió sus ojos, el mometo de tranquilidad y espectáculo había terminado. Había una guerra que ganar.
Volvió a colocar su chaqueta y giró hacia las personas, mirando especialmente Jacob.
—¿No vas a pelear?— preguntó extrañada Persa.
—Seth me reemplazará en la mañana. Le disgusta perderse la acción, pero así no se meterá en problemas— contestó el hombre lobo.
Persephone se resistió a aplaudir de alegria pero no evitó la sonrisa en su rostro, al menos estaría esta noche con ella.
—Genial.
•••
Jacob observó como Persa estaba sentada a su lado, con su cabeza apoyada en su musculoso hombro con sus ojos cerrados; respirando lentamente, disfrutando cada molécula de oxígeno en sus pulmones.
El hombre lobo se había percatado de como a la vampira le gustaba disfrutar de las pequeñas cosas, como respirar, el sol, dormir, comer comida humana; cosas que la diferenciaban de los vampiros.
A Persa le encantaban esas cosas que su condición le brindaba, poder ser un vampiro pero al mismo tiempo tener la necesidad de pestañear, de enderezar su espalda al estar mal sentada; cosas que le recordaban su vida humana. Muestras de que estaba viva.
—Ya te lo he dicho. Si quieres dormir conmigo, tendrás que dejar de acosarme— dijo Persephone sin mirar a Jacob, levantándose del hombro del muchacho, pero sintiendo como el si la ojeaba.
—Tengo mis razones— murmuró el licántropo sin dejar de observarla.
Persa le dirigió una mala mirada sarcástica, para luego golpear levemente el hombro del chico. Volvió su vista al frente, colocando sus brazos en las rodillas flexionadas, admirando el paisaje tratando que el sol no la deje ciega.
Jacob dirigió su mirada al horizonte al ver como Persa había comenzado a brillar nuevamente. Sintiendo como el brazo –que estaba frío para el, ya que su temperatura era más alta que la de un humano– rozaba con el de él, fue subiendo poco a poco de temperatura, quedando casi a la par.
—Parece que un unicornio masticó glitter y te escupió la cara— dijo Jacob sin expresión en su rostro y ni dirigirle la mirada.
Persa soltó una carcajada al escuchar las palabras de su compañero. Asintió levemente estando de acuerdo con el.
—Algunas veces me exhausta tener que ocultarlo— confesó la muchacha.
Jacob la miró por un segundo antes de volver donde estaba antes. —Podrías ser humana si quieres— le contestó.
Ahí estaba. El tema de su forma lobuna.
Persa negó con su cabeza. —No. No es lo mismo— susurró aún sin mirarlo.
Pudo ver como Jacob rodaba levemente sus ojos. —Sabes que puedes. No se por que lo reprimes.
Persephone sonrió de lado, perdida en sus pensamientos. Recordando como Mecías había reaccionado al enterarse de lo que Persa era.
—Si, lo reprimo. Pero tengo mis razones— se encogió de hombros. —No quiero ser un perro gigante— se sinceró.
—¿Y son suficientes como para ser un chupasangre en vez de un humano?— reprendió el muchacho con su ceño fruncido.
Persa giró su cabeza para verlo por primera vez con la misma expresión que el, pero esta se suavizó al ver como Jacob se estremecía al mirar sus ojos.
Los ojos rojos de Persa.
Jake podía sentir como esos ojos sangre penetraban cada parte de su cuerpo, como un recordatorio de lo que Persephone en verdad era y lo que iba a ser para toda su vida.
Nunca la había visto con sus ojos vampiros. ¡Hace unas horas atrás se había enterado que brillaba! Pero sus ojos, sus ojos azules eran reemplazados por unos orbes rojos.
—Lo reprimo para evitar una guerra de especies— volvió a aclarar Persa. —Hay muchas cosas que no sabes de mi, Jacob. Y es mejor que se queden así— el recién nombrado nego con su cabeza.
—No puedes ocultarme cosas, Pers. No a mi— mustió el muchacho.
Persa volvió su mirada al horizonte, tratando de ignorar el hecho que sus brazos brillaban; quedando perdida entre sus memorias, pensando cómo iba a contarle su pasado a Jacob sin que no quiera esconderla bajo una roca para protegerla.
—1939— susurró la muchacha.
—¿Que?
Lo miró con sus ojos rojos cargados de tristeza. —Mecias Relish murió el 8 de diciembre de 1938— apretó sus labios. —El 5 de enero del año 1939 me llegó una carta de Ephraim Black diciéndome que fue informado de su muerte.
Jacob se removió al ver como los ojos de Persa comenzaban a cubrirse con una leve capa de lágrimas.
—El 6 de enero me convertí por primera vez en lobo— confesó parpadeando en un intento de ahuyentar las lágrimas. —La perdida de mi compañero fue fatal, quiero decir...— no termino de hablar, cerrando sus ojos, concentrándose lo mejor posible para no llorar. —Es como si una parte de tu alma se oscureciera. Como si...— la oración quedó en el aire.
—Perdieras la mitad de tu cuerpo— susurró Jacob comprendiendo lo que quería decir.
Persa asintió. —Perdí el control— admitió con la mirada perdida. —Estaba llorando junto a Rosalie, y de repente comencé a arder y mis huesos se comenzaron a romper— se encogió en su lugar. —Carlisle y Emmett fueron los únicos que reaccionaron y me encerraron en el sótano antes de que asesine alguno.
Persa apartó su mirada de él, nuevamente buscando la calma en la vista del bosque que tenían frente a ellos.
Jacob la estaba escuchando, sin acotar ninguna palabra, por lo que agradecía internamente que solo se limitara a eso y no a opinar; lo conocía lo suficiente para saber que iba a dar su espacio de charla.
—Carlisle fue a pedirle ayuda a Ephraim, buscando alguna leyenda o algun tipo de curso express para aprender a controlar el cambio, pero él le dio la espalda diciendo que me tenían que asesinar por ser un monstruo— rodó los ojos recordando al insoportable hombre facho y machista. —No quiero ofender tu apellido, Jacob, pero lo detestaba.
Jacob rió levemente, lejos de sentirse ofendido por las palabras de su impronta. —Debió ser difícil— murmuró el muchacho ganándose un asentimiento por parte de ella.
—En ese momento me las arregle para comenzar a reprimir todo tipo de rastro lobo— suspiró y su mirada se perdió en los bosques nuevamente. —A lo largo de mis décadas me he ganado enemigos, sin siquiera saber que ellos existian— sonrió ilógica.
Ahí fue cuando Jacob centro aún más atención.
—Dos años después, en 1941 si no me equivoco. Mi... condición llegó a los oídos de los Vulturi— asintió apretando sus labios. —En ese momento me dieron caza sin dudarlo.
Los recuerdos la golpearon rápidamente cuando los Vulturis hicieron su primera aparición.
—La primera vez que me trataron de atrapar estaba en la mansión Cullen, aquí en Forks— sonrió de lado. —Fue la primera vez que mis dones se hacían presentes— relamió sus labios. —Estaba probándome vestidos que Emmett y Rosalie me habían regalado, y comencé a ver negro, a no escuchar, no sentir ningún olor. Fue una tortura— afirmó con su mirada perdida.
Se teletransportó a ese momento en concreto, viendo como las sombras la rodeaban y la desesperación la invadía al no poder utilizar sus sentidos.
—Recuerdo que sentí como mi corazón estaba por salir de mi pecho, estaba realmente asustada— rió levemente mientras asentía. —No se como hice. Empecé a sentir terror y mi poder empezó a actuar, poco a poco comencé a ver y a poder hablar— miró a Jacob. —No dude en gritar a pedir auxilio a mi familia— respiró hondo. —Se hizo un pequeño enfrentamiento en mi habitación, nada fuera de lo normal. Algunas cosas rotas y una que otras grietas en los cuerpos de los vampiros.
Persa rió levemente agachando su cabeza. —Pero lo que captó mi atención fue el muchacho arrodillado de cansancio, mirándome con terror— se encogió de hombros. —Ahí descubrí mi poder.
Hizo una pausa que no acabó hasta que Jacob mató el silencio con plena curiosidad. —¿Y?
—No se como decirlo, es solo...— levantó sus cejas. —Bloquee sus poderes, los absorbí— se encogió de hombros. —Por eso puedo bloquear la audición. Supongo que no absorbí lo suficiente como para los otros sentidos, pero es útil.
Jacob la miraba asombrado, nunca había oído de un vampiro con tal poder.
—Carlisle dice que soy muy poderosa, no tiene idea de como es mi poder, solo sabe que va creciendo a medida qué pasa el tiempo— explicó la muchacha. —Puedo bloquearlos y manipularlos a mi gusto en la otra persona-— Jacob la interrumpió.
—¿Por eso pudiste meterte en mi cabeza? ¿Por la conexión de la manada?— preguntó extrañado y Persa asintió sonriendo.
—Tampoco sabía que podía utilizarlo en lobos, pero no es algo que me apetezca— siguió hablando. —Por ejemplo, con Edward hablamos telepáticamente algunas veces y a Jasper le afecta que cambie sus sentimientos. Y hasta ahora no quiero meterme con las visiones de Alice, soy buena viviendo el día a día— hizo una mueca. —Supongo que mi poder es jugar en contra con el de ellos.
Jacob sonrió de lado y Persa le correspondió casi al instante.
—Esa fue la única y primera vez que absorbí el poder de alguien— confesó. —No me gusta, siento que estoy robandole algo— hizo un gesto despreocupado. —Pero vino a atacarme a mi propia casa así que...— le restó importancia.
—Odio a los chupasangre, pero tu poder deja mucho que desear— se sinceró el hombre lobo.
Persa sonrió de lado. —A lo largo de la historia, solo 13 vampiros tuvieron mi poder y vivieron lo suficiente para escribirlo algunos libros— murmuro. —Solo pude conseguir un libro, hablaba de cómo utilizar el poder y lo especial que era— suspiró cansada. —Pero en ningún lado decía los riesgos.
—¿Que riesgos?— preguntó Jacob.
—No tengo control de cuando se activan. Aprendí a sobrellevarlo, lo controlo bien, pero aún hay veces que sin querer me meto en la mente de Edward o anulo la audición de los que me rodean— explicó la muchacha.
Persa suspiró de nuevo rodando sus ojos. —Un don como este, así de poderoso, es genial. Pero no cuando los Vulturis están siguiendo tu sombra— se encogió de hombros. —Solo fue una razón más para que Aro quiera mi cabeza.
—Sobre mi cadaver— interrumpió Jacob.
Persa rió y le dio palmaditas en el hombro. —Claro que si, campeón— dijo sarcásticamente.
—¡Oye!
Persa soltó una carcajada y nego con su cabeza. —Ese mismo año que los Vulturis trataron de capturarme por primera vez, deje una nota y huí de casa— retomó la conversación. —Pude escapar durante unos años hasta que me descuide. Me asenté mucho tiempo en un lugar— explicó la muchacha. —Me mantuvieron cautiva en Volterra durante 47 años— dijo en un suspiro.
Jacob la miró asombrado. —¿47 años?— exclamó.
Persa asintió. —Ahí conocí al muchacho que le robe parte de su poder, Alec— se encogió de hombros. —Luego de unos años fui ganando amistades pero siempre su lealtad era a Aro y sus hermanos, por lo tanto dudaba de la amistad que tenía— su mirada se volvió a perder pero con una sonrisa. —No estoy muy segura que fecha, pero al rededor de los 80 o 90 Alec me ayudo a huir de la guardia Vulturi y desde ahí no dejé de escapar— sonrió y volteó a mirar la carpa tras ellos. —No estuve en contacto con mi familia hasta que Edward me llamó diciéndome que me necesitaba.
Jacob no sabía que decir, Persa prácticamente le contó toda su vida, llena de sufrimiento, sudor y dolor; escalando desde abajo para llegar donde está ahora.
—Nunca odie tanto a mis padres biológicos cuando nos enteramos de mi condición— confesó Persa con su ceño fruncido. —Ya sabes. La temida Persephone, la híbrida que caza a niños que no comen sus remolachas.
—¿Padres biológicos?— preguntó con extrañeza, pasando por alto lo último.
El sabía que fue adoptada por los Cullen al igual que toda la familia, pero nunca había tocado el tema de sus padres biológicos.
Persa sonrió de lado al recordar a Bella como se estremecía escuchando su historia. Tomó una bocanada de aire y comenzó a relatarle su vida hasta que dio con los Cullen, siendo salvada por Rosalie y como Jacky había tenido su final feliz; como la niña que había criado había conseguido una buena vida lejos de la pobreza, honrando los valores que le había enseñado.
Persa bajó la mirada sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas. —Jacky estaría tan decepcionada de mi si me viera ahora— susurro mirando hacia arriba, sintiendo como la primera lagrima caía por su mejilla.
Jacob trago saliva y bufo, ganándose una mirada de Persa. —¿Es una broma?— preguntó el hombre lobo irónico y sonriendo, pero ante el ceño fruncido y cara de confusión de Persa se dio cuenta que no era chiste.
Rápidamente cambió su semblante a uno serio pero dejando la mirada de burla en sus ojos. —Persa— acunó la cara de la muchacha en sus manos, observando los orbes rojos aún más de cerca. —Jacky estaría tan orgullosa de ti.
Persephone no lo aguantó. Las lágrimas comenzaron a caer sin remordimiento alguno, mojando las manos de Jacob quien no le importó.
—Haz cruzado toda América en menos de un día dispuesta a dejarlo todo por una persona que no conocías...— relamió sus labios. —Fue suficiente que Edward este dispuesto para tu seguirlo hombro a hombro— le sonrió a la muchacha que lloraba en sus manos. —Jacky estaría tan orgullosa de ti, Persa. No la conocí, pero déjame decirte que estás honrando su nombre y apellido por como eres.
Persa asintió entre lágrimas, asegurándole al muchacho que le creia.
Tomó una bocanada de aire, aguantando la respiración mientras pasaba sus brazos al rededor del cuello de Jacob, abrazándolo la suficiente fuerza que rompería a un humano.
A unos metros de la carpa, Edward admiraba como su sobrina se abría nuevamente a alguien; sabiendo que poco a poco, el vacío que Mecías había dejado tras su perdida, Jacob iba a poder llenarlo.
Pero Mecías siempre iba a estar en el corazón de Persa.
Hasta el fin de su eterna vida.
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