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⠀𝟬𝟯. ❛ MITCH THE CHAUFFEUR ❜


CAPÍTULO O3⠀✶⠀mitch el chófer.


SEÑORITA LEWIS.

⠀⠀La morena gimió suavemente y subió aún más las sábanas que la envolvían. Una de sus piernas estaba por encima, disfrutando del frescor que le proporcionaba el aire acondicionado de su dormitorio. La noche anterior había sido tan calurosa que se había pasado horas dando vueltas en la cama, hasta el punto de plantearse dormir en la bañera.

⠀⠀—Vete —murmuró cuando oyó que la voz la llamaba de nuevo—. Estoy dormida.

⠀⠀—Si estuvieras dormida, no creo que estuvieras hablando conmigo.

⠀⠀Angeline abrió los ojos de golpe al darse cuenta de que no eran su hermano ni su padre quienes intentaban despertarla. Probablemente debería haberse dado cuenta cuando la habían llamado "señorita Lewis" en lugar de su nombre de pila, pero su cerebro privado de sueño ni siquiera se había dado cuenta en ese momento.

⠀⠀Mitch estaba de pie junto a su cama, vestido con su habitual camisa negra y vaqueros azul oscuro, los brazos cruzados contra el pecho y una expresión neutra dibujada en el rostro.

⠀⠀Angeline dio un respingo, se incorporó y se tapó el pecho con las sábanas. Por suerte, anoche no había pasado tanto calor como para dormir desnuda, pero sí lo suficiente como para ponerse el top más pequeño y los pantalones cortos de algodón que tenía.

⠀⠀—Me disculpo por entrar en su habitación, señorita Lewis, pero no se estaba despertando cuando llamé a su puerta —la áspera voz de Mitch llenó sus oídos mientras ella miraba a su alrededor, confundida y aturdida—. El señor Lewis me dijo que la despertara.

⠀⠀ —¿Q-Qué hora es? —preguntó la morena, insegura de por qué la casa estaba tan silenciosa cuando normalmente por las mañanas estaba llena de su padre gritando por teléfono mientras se preparaba para ir a su oficina principal.

⠀⠀—Once de la mañana, señorita Lew...

⠀⠀—Dios mío, por favor, deja de llamarme así —le cortó Angeline, cuyos ojos marrones se abrieron de par en par al darse cuenta de lo que había dicho—. Aggh, maldita sea. Llego tan puto tarde.

⠀⠀Los labios de Mitch se separaron con sorpresa cuando la adolescente salió de las sábanas, corriendo hacia su armario. Todo lo que vio fue un destello de piel y el conjunto de pijama más pequeño del mundo, haciendo que su cabeza se apartara inmediatamente. Mitch se aclaró la garganta torpemente para recordarle que aún estaba en la habitación, dándole la espalda al armario donde ella buscaba ropa.

⠀⠀—El señor Lewis ordenó que la llamara "señorita Lewis" —Mitch trató de ignorar el hecho de que acababa de ver a Angeline prácticamente desnuda.

⠀⠀—No me importa lo que diga mi padre —oyó sus débiles gruñidos—. ¿Sabes que no cree en los impuestos a los ricos? No deberías tomar en serio nada de lo que dice.

⠀⠀Mitch sonrió débilmente, con un pequeño suspiro saliendo de su nariz. Angeline era realmente algo... diferente; un enorme contraste con su padre y su hermano, que lo habían estado presionando sin parar desde que había empezado a trabajar para ellos hacía ya casi cuatro semanas.

⠀⠀El señor Lewis había advertido a Mitch sobre Angeline. Había dicho que ella no quería tener nada que ver con el negocio familiar, que era una desagradecida por lo mucho que trabajaban y que sólo salía con sus amigas.

⠀⠀Hasta ahora, al conocer a la adolescente, Mitch había hecho algunas suposiciones. Angeline no era desagradecida por el dinero, simplemente no creía que lo fuera todo. Parecía más feliz cuando se burlaba de su hermano y de Mitch ayer en la piscina, por lo que él supuso que, sinceramente, sólo buscaba algo de atención en una familia que no se preocupaba en absoluto por los demás.

⠀⠀—¿Supongo que mi padre ha dicho que me vas a llevar al colegio hoy? —preguntó Angeline, momentos después de salir de su armario vestida con un vestido de verano y unas converse blancas.

⠀⠀Mitch le dedicó una breve inclinación de cabeza.

⠀⠀—Sí... Angeline.

⠀⠀—Así está mejor —le sonrió antes de coger algunas cosas de su tocador—. Necesito usar el baño, estaré junto al coche en diez minutos como máximo.

⠀⠀—De acuerdo. No llegues tarde.

EL VIAJE EN COCHE TRANSCURRIÓ EN SILENCIO, Mitch prestaba atención a la carretera mientras Angeline se maquillaba en el espejo del parasol. Le asombraba un poco cómo conseguía aplicarse el rímel sin errores, incluso cuando pasaban por baches. Ella había subido el volumen de la música del coche y tarareaba, con su suave voz llenando el vehículo.

⠀⠀—Parece que llegas justo a tiempo para el almuerzo —mencionó Mitch mientras se acercaba a la parte delantera de la escuela, mirando a todos los adolescentes que paseaban alrededor.

⠀⠀La mayoría de ellos parecían llevar trajes de diseño, sus bolsos de marca y sus zapatos nuevos mientras caminaban por el campus junto al aparcamiento lleno de coches deportivos que Mitch sólo podría soñar con tener. Él mismo había ido a un colegio privado, pero nada como esto.

⠀⠀Esto parecía algo sacado de una película.

⠀⠀—Sip —dijo Angeline, viendo a tres chicas que esperaban en la entrada donde les había dicho—. Gracias, Mitch.

⠀⠀Mitch levantó un poco las cejas.

⠀⠀—De nada. Sólo hago mi trabajo.

⠀⠀—Estoy segura de que tu trabajo no es llevar a las adolescentes a la escuela.

⠀⠀—Mi trabajo es seguir las órdenes de tu padre y asegurarme de que tú y tu hermano estéis seguros en todo momento —respondió Mitch—. Dejar a una adolescente en la escuela puede ser parte de ello.

⠀⠀Angeline se rio, sacudiendo la cabeza mientras abría la puerta.

⠀⠀—No eres tan aburrido como la otra seguridad de mi padre.

⠀⠀—¿Gracias? —dijo con incertidumbre, observando cómo ella cogía su bolsa del asiento y cerraba la puerta tras de sí.

⠀⠀Angeline corrió hacia sus mejores amigas, riendo nerviosamente cuando vio la expresión escrita en la cara de Paige. Se quedó con la boca abierta por la sorpresa y desplegó los brazos sobre el pecho.

⠀⠀—¿Quién. Coño. Era. Ese? —los ojos de Paige abandonaron por fin el vehículo cuando Mitch se despegó del bordillo y empezó a conducir de vuelta a la residencia de los Lewis.

⠀⠀—Dios mío, por favor, dime que te has enrollado con él —chilló Grace, agarrando el brazo de Angeline—. ¿Por eso llegas tarde? ¿El segundo asalto a la mañana siguiente?

⠀⠀—¡Míralo! —Paige resopló—. Si fuera a mi manera, no sería la segunda ronda. Sería el décimo asalto.

⠀⠀Angeline miró entre las dos con las cejas fruncidas.

⠀⠀—Umh... no. Es el chico nuevo del que os hablé. Mitch. Me desperté tarde así que mi padre hizo que me trajera.

⠀⠀—Angel, es el chico no adolescente que necesitas —sonrió Ciara.

⠀⠀—Ya... Mitch está muy bueno, pero prefiero tener a alguien que no trabaje para mi padre —Angeline se quedó muda.

⠀⠀—¡Pero está muy bueno! —Grace suspiró soñadoramente mientras pensaba en ello—. A escondidas de tu hermano y tu padre. Estarías, como, colándote en el ala de seguridad para un rapidito o él podría despertarte una hora antes que el resto de tu familia y...

⠀⠀La morena la cortó.

⠀⠀—Es muy serio. No paraba de llamarme "señorita Lewis" y ahora me llama "Angeline", como mi padre y mi hermano.

⠀⠀—Angel y Mitch, sentados en un árbol... —Ciara fue cortada por la mano de Angeline que le tapaba la boca, silenciándola.

⠀⠀Un par de estudiantes que pasaban por allí las oyeron y las miraron con extrañeza. Paige sintió que la furia corría por sus venas, la idea de que las cuatro fueran algo menos que respetadas y deseadas la hería físicamente.

⠀⠀—¿Qué tienes? ¿Ocho? —Paige miró fijamente a Ciara.

⠀⠀—Ocho pulgadas de profundidad en tu mamá —Ciara citó la línea que solían amar cuando tenían doce años, haciendo que Angeline resoplara.

⠀⠀Cuando la mirada de la chica de pelo rubio se intensificó sobre ambas esta vez, Angeline se encogió y suspiró, pasándose la mano por el pelo. Se alegró de haber dormido con trenzas la noche anterior para que al menos pareciera que había intentado algún tipo de estilo cuando se había despertado muy tarde esa mañana.

⠀⠀—Alerta imbécil —cantó de repente Grace, haciendo que Angeline mirara hacia donde estaba mirando.

⠀⠀Levi se acercaba, y Angeline casi puso los ojos en blanco al verlo. El chico de pelo rubio llevaba unos vaqueros azules y un jersey Ralph Lauren azul marino, con un brillo arrogante en sus ojos marrones cuando se detuvo justo delante de ella.

⠀⠀—Angel. Tú. Yo. Baile de graduación.

⠀⠀Angeline resopló con fuerza, cruzándose de brazos y dando un paso atrás para poder mirarle bien.

⠀⠀—¿Enfoque confiado? —Angeline tarareó—. Realmente no funciona para ti. Te quedas como un gilipollas cuando digo que no.

⠀⠀La expresión de Levi decayó un poco.

⠀⠀—Si respondieras a mis llamadas, Angel, entonces sabrías lo mucho que lo siento y lo mucho que me estoy esforzando. Sé que metí la pata...

⠀⠀—Ya tengo una cita —le interrumpió Angeline.

⠀⠀Levi la miró fijamente durante un momento o dos, claramente sin creerla.

⠀⠀—Pensé que habías dicho que habías terminado con los adolescentes.

⠀⠀—¿Quién dijo que era un chico? —la morena resopló.

⠀⠀SSin pensarlo, se acercó a Ciara y la agarró de la muñeca, acercándola suavemente y cerrando la brecha que las separaba. Ciara sonrió complacida y apoyó las manos en las caderas de Angeline, que rodeó el cuello de Caira con los brazos y le envió a Levi el dedo corazón.

⠀⠀Levi puso cara de asombro, retrocediendo lentamente mientras escuchaba las risas de sus amigos desde los escalones de hormigón de la entrada principal. En cuanto se hubo ido, Angeline se apartó, las dos chicas riéndose la una de la otra y arreglándose los pintalabios con los dedos.

⠀⠀—Gracias por seguirme el juego —Angeline le guiñó un ojo.

⠀⠀—Cualquier cosa con tal de deshacerse de esa sanguijuela —se rió Ciara.

ANGELINE CONSIGUIÓ QUE PAIGE LA DEJARA EN CASA AL FINAL DE LA JORNADA ESCOLAR, no sin antes prometerle que iría con ellas a alguna fiesta en la playa el sábado siguiente. Sólo quedaban tres días de la semana escolar y entonces Angeline sería libre para broncearse y comer todo el helado vegano que Paige le permitiera.

⠀⠀La morena pulsó el timbre junto a la puerta, la voz de Mitch le dio la bienvenida a casa y desbloqueó la puerta. Angeline supuso que su padre le estaba obligando a realizar un montón de tareas diferentes, como hacía con todos los nuevos reclutas.

⠀⠀Angeline se preguntó brevemente sobre el joven. Parecía tener sólo veintitrés o veinticuatro años, ¿qué le hacía querer trabajar en seguridad para su padre? Se preguntó si había ido a la universidad, o tal vez había abandonado los estudios. Mitch no había revelado absolutamente nada; no podría inventar una historia de fondo plausible para él aunque lo intentara.

⠀⠀Los garajes situados junto a la puerta principal estaban abiertos de par en par y en su interior había una docena de coches negros diferentes, un hombre estaba de pie frente a ellos con una pistola bien sujeta en las manos. Angeline frunció el ceño, adivinando que debía de haber venido alguien importante. No ocurría a menudo, la mayoría de las reuniones tenían lugar en las oficinas de su padre, más cerca de San Francisco.

⠀⠀Mitch estaba de pie en el vestíbulo cuando Angeline abrió la puerta, con un walkie talkie pegado a la cadera y la misma ropa que llevaba esa mañana. Le hizo un pequeño gesto con la cabeza al verla.

⠀⠀—El señor Lewis está en una importante reunión de negocios. Me ha dicho que te diga que no puedes hacer ruido —dijo Mitch.

⠀⠀Angeline se burló y levantó las cejas hacia él.

⠀⠀—Apuesto a que por eso se preocupó de llevarme al instituto esta mañana, ¿verdad?

⠀⠀Mitch no respondió. Angeline estaba acostumbrada a eso: todo el personal de su padre la ignoraba.

⠀⠀Ella sonrió de todos modos. 

⠀⠀—Entonces, ¿a qué multimillonario se la está chupando en su sala de reuniones? ¿O hay unos cuantos allí? Una gran orgía de multimillonarios. Su charla sucia es probablemente como "Oh, mierda sí, me encanta la forma en que se aprovechan de los pobres."

⠀⠀El hombre que estaba frente a ella parecía querer reírse, antes de que sus ojos parpadearan detrás de ella y su mandíbula se apretara inmediatamente, cerrando los labios.

⠀⠀Joder.

⠀⠀—Angeline Lewis.

⠀⠀La adolescente morena se estremeció de inmediato al oír el agudo jadeo al final de la escalera. Los hombros de Angeline estaban tensos y ni siquiera quería darse la vuelta, pero Mitch le enviaba una mirada que le sugería que probablemente debería arrancar la venda de inmediato.

⠀⠀Angeline se dio la vuelta lentamente, enviando una incómoda sonrisa con los labios fruncidos a su padre y al hombre del traje que estaba junto a él en lo alto de la escalera. El hombre resopló y empezó a bajar las escaleras, casi chocando con Angeline antes de salir por la puerta principal.

⠀⠀—¡Angeline! —bramó Daniel Lewis, su voz resonó tan fuerte en la mansión que la chica juró que sus oídos temblaban—. ¿Qué te da derecho a hablar así? Precisamente de nuestros clientes.

⠀⠀Angeline retrocedió unos pasos cuando su padre empezó a bajar las escaleras, dirigiéndose directamente hacia ella. El señor Lewis miró a Mitch, que miraba entre los dos con inseguridad.

⠀⠀—Puedes irte, Rapp. Yo me ocuparé de mi hija —espetó el señor Lewis.

⠀⠀Mitch dudó. Sus ojos color avellana se dirigieron directamente a Angeline, notando cómo sus hombros estaban tensos y sus ojos un poco llorosos. Sabía que ella tenía miedo de su padre, aunque se presentara como una mujer grande y poderosa.

⠀⠀—Rapp a la oficina principal de seguridad. Cambio —la voz de Winston a través del walkie talkie interrumpió los pocos segundos de vacilación que Mitch había experimentado y envió una pequeña inclinación de cabeza a su jefe y se retiró por las escaleras.

⠀⠀Angeline deseaba que volviera por alguna razón.

⠀⠀—Te crees que estás en la cima del mundo, ¿eh? —el señor Lewis agarró la muñeca de Angeline y la empujó con dureza contra la pared detrás de ellos—. Crees que eres demasiado buena para el negocio familiar y que eres mejor que el resto de nosotros...

⠀⠀—Tu negocio familiar alejó a mamá —se defendió Angeline.

⠀⠀—Tu madre eligió irse —ladró el multimillonario—. ¿Por qué no puedes ser más como Elliot, Angeline? Tu pequeña rebeldía adolescente te va a dejar raspando el dinero cuando seas lo suficientemente mayor como para dejar esta casa. Elliot realmente se preocupa por esta familia, quiere lo mejor para nosotros.

⠀⠀—Bien por Elliot —espetó Angeline, con lágrimas ardiendo en sus ojos marrones—. Pero eres completamente estúpido si crees que esto es una "pequeña rebelión adolescente". Esto no es temporal, papá. Esta soy yo. Te llamo la atención por tus tonterías y eso no te gusta. Quieres que sea como Elliot porque Elliot te sigue como una oveja.

⠀⠀—No te atrevas a hablarme así —le espetó su padre con más fuerza—. Ten un poco de respeto por tu padre... la persona que pone un techo sobre tu cabeza, ¡y uno jodidamente bueno!

⠀⠀—No me respetas —gritó Angeline, tratando de zafarse del agarre que él tenía sobre su brazo—. El respeto se gana.

⠀⠀El señor Lewis se quedó mirando a su hija durante unos segundos más. Su pecho se agitaba de rabia y su agarre de la muñeca de Angeline se debilitaba lentamente. En cuanto pudo, Angeline se la quitó de la mano y bajó el brazo, empujándolo para subir las escaleras.

⠀⠀—Huye, entonces —se burló el hombre, lanzando las manos al aire—. Huye como la niña infantil que eres. Como tu maldita madre.

⠀⠀—¡Vete a la mierda! —Angeline gritó, llegando a su dormitorio y abriendo la puerta de golpe.

⠀⠀La golpeó con tanta fuerza que pensó que se caería de las bisagras por un segundo, y todo el aparato traqueteó. La rabia había estallado dentro de Angeline como una bomba, la metralla inundaba sus venas y envenenaba su organismo. Las manos le temblaban de pura furia mientras arrancaba la lámpara y otras pertenencias de la mesilla de noche.

⠀⠀El marco de la foto de ella, su madre, su padre y Elliot de hacía cinco años fue cogido y golpeado contra una de las paredes, arañando la pintura y dejando una pequeña mancha. La ropa de su armario fue arrojada al suelo con ella, junto con unas cuantas plantas esparcidas por la habitación que la estaban cabreando aún más de lo habitual.

⠀⠀Angeline acabó tirada en el suelo, casi enterrada entre su ropa de diseño que no significaba nada para ella. Nada de aquella mierda cara significaba nada cuando abajo tenía un padre al que le importaba una mierda su existencia, o un hermano al final del pasillo que probablemente se estaba riendo de su crisis nerviosa.

⠀⠀Su pecho empezó a agitarse a medida que la ira crecía y Angeline sólo entonces se dio cuenta de que unas lágrimas calientes empezaban a empapar sus mejillas. Levantó las manos temblorosas y se las secó, apoyando la cabeza en lo que parecía el suave algodón de un vestido de motel mientras miraba el techo liso.

⠀⠀A veces Angeline deseaba que le lavaran el cerebro como a su hermano o ser tan despiadada como su padre. Tal vez entonces sería capaz de ceder y seguirle la corriente a todo. Su padre decía que así la querría mucho más.

⠀⠀—Joder —gimió la morena, apoyando el brazo sobre los ojos mientras empezaba a llorar suavemente.

MITCH HACÍA UNA MUECA DE DOLOR CADA VEZ QUE OÍA QUE ALGO NUEVO ERA TIRADO POR EL DORMITORIO DE LA ADOLESCENTE, a lo que seguían sus gritos frustrados. Se sentó en la sala de vigilancia con Winston y Renolds, los otros dos tipos que protegían la casa y a los Lewis las veinticuatro horas del día.

⠀⠀—¿Quieres mirar? —Renolds soltó una risita, moviendo la mano para encender las cámaras del dormitorio de Angeline, que Mitch estaba bastante seguro de que ella no sabía que existían.

⠀⠀—No —la gran mano de Mitch se levantó inmediatamente y detuvo al hombre. "Eso es una invasión de la privacidad de la señorita Lewis. El señor Lewis dijo específicamente que nunca revisara esas cámaras a menos que algo..."

⠀⠀—Oh, vamos, Rapp —se rio Winston, para sorpresa de Mitch—. Está teniendo una crisis nerviosa, no sexo con ese novio rubio suyo. Será divertido.

⠀⠀Mitch se sintió mal. Estuvo a punto de palidecer ante las palabras de Winston, preguntándose si tal vez los dos hombres mayores encendían las cámaras de la habitación de Angeline más a menudo de lo debido. Se sintió personalmente violado por ella e hizo una nota mental para mencionárselo al señor Lewis. Aunque era un hombre de mierda, Mitch estaba bastante seguro de que no le gustaría que su hija fuera vigilada por dos hombres de más de cincuenta años.

⠀⠀—No —intervino Mitch—. No será divertido.

⠀⠀Renolds puso los ojos en blanco y se desplomó derrotado.

⠀⠀—Eres un palo en el barro, chico.

⠀⠀Se sintió un poco más tranquilo al saber que ahora no iban a vigilar a Angeline. Mitch no tendría ningún problema en asegurarse de que la pareja no tocara los controles de las cámaras de su dormitorio, pero tampoco tenía ganas de meterse en problemas con el señor Lewis hoy cuando tuviera que explicar por qué había roto las muñecas de sus dos mejores hombres.

⠀⠀—¿Miráis a menudo el circuito cerrado de televisión de su habitación? —Mitch se quedó mudo, con la voz áspera y baja mientras los miraba.

⠀⠀—No muy a menudo —rio Winston, palmeando la espalda de Renolds mientras ambos reían—. Oh, vamos, Rapp. Dale un respiro. Es una chica preciosa. No admitas que no has pensado en ello. Eres joven, podrías tener una oportunidad con ella, ya sabes.

⠀⠀El moreno se sintió enfermo de asco y rabia.

⠀⠀—Tenéis cincuenta años. Ella tiene diecisiete.

⠀⠀—Dieciocho en dos semanas —respondió Renolds con una sonrisa, su expresión se derritió cuando la expresión de Mitch no se movió—. Oh, Rapp. Tienes mucho que aprender. Por supuesto que no estamos hablando en serio, no miramos su circuito cerrado de televisión. Se llama broma.

⠀⠀Mitch sentía ahora una mezcla de alivio y asco.

⠀⠀—No una con gracia —contestó tajantemente y se levantó.

⠀⠀—¿Dónde te encontró Lewis? —Winston resopló—. Se nota que no tuviste amigos de pequeño.

⠀⠀—Sí tuve, en realidad —espetó Mitch—. Es que no me hacen mucha gracia los chistes de violaciones.

⠀⠀—Oye, oye —Renolds se puso severo—. Nadie dijo nada sobre violación...

⠀⠀—La clásica charla de vestuario —Rapp sacudió su mano hacia ellos—. Bromeando sobre ver a chicas menores de edad tener sexo con sus novios. Excepto que vosotros deberíais haber dejado esa mierda hace treinta putos años.

⠀⠀Mitch empezó a marcharse, oyéndoles tan claramente como el día murmurar cosas sobre él a sus espaldas. El hombre no se atrevía a preocuparse por lo que pensaban los dos hombres mayores; realmente le daban asco. De hecho, odiaba a todas las personas de este edificio... a todas menos a Angeline.

⠀⠀Si no estuviera aquí por una causa más profunda, se habría ido la semana que había llegado.

⠀⠀Cuando llegó al final del pasillo, frente a la puerta de la habitación de Angeline, levantó la mano para llamar y escuchó cómo los mocos detrás de ella cesaban rápidamente. Oyó algunos movimientos y la puerta se abrió lo suficiente para que viera a la chica con ojos rojos.

⠀⠀—No te cansas de mí, ¿eh, Mitch? —se burló Angeline como si toda la casa no acabara de escuchar la discusión que tenía con su padre.

⠀⠀—Estaba comprobando que estabas bien. He oído que se han roto algunas cosas —contestó Mitch, sintiendo que se calmaba de lo irritado que le habían puesto los otros dos guardias de seguridad.

⠀⠀Angeline le envió una sonrisa falsa, con dientes y todo.

⠀⠀—Ah, debes haberme oído renovando mi dormitorio. Sí, tengo una técnica muy particular que me enseñaron en... en Londres, sí.

⠀⠀Mitch consiguió mirar detrás de ella, con las cejas alzadas.

⠀⠀—¿No tienen armarios en Londres?

⠀⠀—No, a ellos, eh, en realidad les gusta mostrar sus trajes en el suelo: más fáciles de mirar y cómodo para caminar —Angeline comenzó a cerrar lentamente la puerta—. Ahora si no te importa, tengo, eh, más marcos de fotos que necesitan romperse. Me gusta mucho como quedan los cristales rotos.

⠀⠀Mitch sonrió un poco ante su intento de aligerar el ambiente. Estaba claro que no era una persona a la que le gustara que la consolaran, y él lo entendía.

⠀⠀—Bueno, que te diviertas.

⠀⠀—Lo haré.

⠀⠀En cuanto la puerta se cerró tras ella, Mitch soltó un pequeño suspiro. Angeline Lewis era realmente algo más.

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