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⠀𝟮𝟭. ❛ HATE YOU TOO ❜


CAPÍTULO 21⠀✶⠀yo también te odio.


ESA NOCHE, ANGELINE DURMIÓ CON LA PUERTA CERRADA, PERO CON LOS OÍDOS ATENTOS A MITCH. Le oyó bajar las escaleras y esperó a que volviera. Lo hizo una hora más tarde, respirando con dificultad. Supuso que había bajado al gimnasio para liberarse del estrés.

⠀⠀Aun así, siguió escuchando, preocupada por si volvía a oírle gemir y llorar en sueños. Angeline debió de permanecer despierta al menos una hora más antes de quedarse dormida, con el cuerpo demasiado cómodo en una cama que no era tan cutre como las de todos los moteles en los que había estado últimamente.

⠀⠀Cuando se despertó, Angeline se duchó antes de dirigirse a la cocina. Se alegró al comprobar que estaba vacía, cogió una caja de cereales de un lado y rebuscó en un montón de armarios hasta encontrar un bol y una cuchara, preparándose uno de los desayunos más insípidos de la historia. Parecía que no había nada poco saludable en la casa... nada con sabor.

⠀⠀—Te has levantado tarde.

⠀⠀Angeline levantó la cabeza por encima del hombro y vio a Mitch en la puerta del comedor. Estaba aún más sudado que ayer y llevaba de nuevo la ropa de gimnasia, lo cual era extraño, porque ella juraba que ya había bajado allí después de su pesadilla de anoche.

⠀⠀—Sí —murmuró Angeline, metiéndose cereales en la boca.

⠀⠀¿Así que ése era el juego al que iba a jugar? ¿Iba a fingir que no le había encontrado teniendo uno de las peores pesadillas que Angeline había visto en su vida? Se había despertado gritando y llorando el nombre de una chica...

⠀⠀Milly.

⠀⠀Angeline se preguntó quién era Milly. ¿Habría sido novia de Mitch? ¿Una amiga? ¿Un miembro de la familia tal vez? De cualquier modo, ella sabía que fuera lo que fuera lo que le había ocurrido a la chica, Mitch la había vuelto a ver en su sueño la noche anterior. Le había dejado muy claro que ella era la última persona con la que quería hablar.

⠀⠀—Tu ropa está limpia en la secadora y tienes algunas cosas de abrigo de camino. Tendremos que quedarnos aquí un día más para que Irene pueda enviarlas a tiempo —refunfuñó Mitch, girando el cuello y provocando un crujido.

⠀⠀Angeline no contestó, pero asintió con la cabeza, consumiendo más de sus insípidos cereales.

⠀⠀—Mira. No vuelvas a quedarte callada conmigo sólo porque anoche te puse en tu sitio. No deberías haber entrado en mi habitación y deberías haberme dejado en paz —soltó Mitch de repente.

⠀⠀Angeline bajó la mirada hacia su cuenco, agarró la cuchara y volvió a mirarle.

⠀⠀—¡Pensé que te pasaba algo malo! Estabas llorando y gritando. ¡Necesitabas ayuda!

⠀⠀—No necesito nada de ti —espetó Mitch—. Tú me necesitas a mí, no al revés.

⠀⠀Angeline se burló y puso los ojos en blanco.

⠀⠀—Eres un gilipollas.

⠀⠀—Y tú eres una zorra quejica —replicó Mitch—. Todo lo que haces es quejarte cuando no te sales con la tuya.

⠀⠀—¿Sabes a qué suena eso, Mitch? Suena a masculinidad tóxica. Estás tan molesto por haber mostrado emociones por una vez que me estás culpando de todo y haciendo ver que estoy equivocado por querer asegurarme de que no te estabas muriendo o algo así...

⠀⠀Mitch estaba frente a ella en cuestión de segundos, agarrándola por el taburete y haciéndola girar para que estuviera sentada prácticamente entre sus piernas. Su aliento mentolado estaba sobre ella y ahora podía ver su piel brillante por el sudor.

⠀⠀—¿Sabes qué habría pasado si me estuviera muriendo de verdad? —Mitch espetó—. Tú también estarías muerta. Si me hubiera pasado algo, si tu padre o su oposición me hubieran atrapado y estuvieran matándome en esa habitación, entonces habrías tenido que huir, Angeline. Te habrían cogido y torturado hasta la muerte si realmente me hubiera estado muriendo anoche.

⠀⠀—Pero no lo estabas, estabas teniendo una pesadilla...

⠀⠀Mitch la agarró por la mandíbula.

⠀⠀—¡Escúchame! —bramó, y Angeline sintió que se le cortaba la respiración—. No tienes ni puta idea de lo que estás hablando. Crees que sabes lo que dices, pero no sabes nada, Angeline...

⠀⠀Sus puños golpearon el pecho de él y lo apartó de un puntapié desde donde aún estaba en el asiento. Tenía los ojos llenos de lágrimas y la cara contraída.

⠀⠀—Vete a la mierda —ella siguió intentando golpearle en el pecho, ahora de pie, pero Mitch le agarraba las muñecas con cada golpe a medias—. Cada puto día te pareces más a mi padre, Mitch. Te odio. Te odio de verdad, joder.

⠀⠀—Sí, y yo también te odio —gruñó Mitch.

⠀⠀Angeline tragó con fuerza y arrancó la muñeca de su agarre, levantando la mano más alto esta vez y golpeando a Mitch en la cara. La cabeza de Mitch se inclinó ligeramente hacia un lado y el dolor vibró en la palma de la mano de Angeline, que respiró hondo, sintiendo que por fin había conseguido calmar parte de su frustración con él.

⠀⠀Sin embargo, en cuanto empezó a bajar el brazo, la mano de él, mucho más grande, la agarró por el cuello y la empujó contra la pared mientras sus labios se pegaban a los de ella. Angeline jadeó en su boca, sus manos encontraron su pelo y tiraron de él inmediatamente. Una de sus manos permanecía alrededor de su cuello y la otra le sujetaba la cintura con tanta fuerza que casi le dolía.

⠀⠀La besó como si su intención fuera magullarle los labios, como si vertiera en ella todo su odio. Y Angeline hizo lo mismo... con cada cierre de labios o giro de cabeza, intentaba reafirmar sus palabras en su cabeza... Te odio, te odio, te odio.

⠀⠀El muslo de Mitch se movió entre los suyos para inmovilizarla contra la pared mientras él retiraba la mano de su cuello, pegando allí sus labios en su lugar. Estremeciéndose, las uñas de Angeline arañaron su espalda, subiendo ligeramente la camiseta de tirantes que llevaba puesta mientras él chupaba y mordisqueaba su piel. Pequeños gemidos se escaparon de sus labios, sus ojos marrones se cerraron.

⠀⠀—Eres una mocosa —le siseó al oído mientras se apartaba, viéndola gemir—. Lo he dicho una vez y lo diré un millón de veces más.

⠀⠀—Por favor —suplicó Angeline—. Dilo otra vez.

⠀⠀Los ojos de Mitch se oscurecieron y su mano volvió a apoyarse en el cuello de ella, mientras su pierna chocaba intencionadamente contra su calor, arrancándole otro gemido ahogado. Le inclinó la cabeza, obligándola a mirarle a los ojos.

⠀⠀—Te gusta, ¿verdad? —Mitch siseó—. ¿Te excita que te llamen mocosa? Déjame adivinar, ¿también te gusta puta?

⠀⠀Angeline se esforzó por no gemir. Las palabras de Mitch eran profundas y roncas, e hicieron que sintiera que todo su cuerpo ardía. Ni siquiera tuvo que responder verbalmente para que Mitch supiera la verdad. Él sonrió con satisfacción, sacudiendo la cabeza.

⠀⠀—Mitch, por favor...

⠀⠀—¿Por favor qué? —se quejó—. Dime exactamente lo que quieres, Angeline.

⠀⠀—Quiero que me hagas correrme —exhaló.

⠀⠀—Creo que eso se puede arreglar —susurró Mitch contra su cuello, picoteándola de nuevo.

⠀⠀Angeline gimió cuando Mitch la volteó, con la cara y el cuerpo apretados contra la pared. Su gran mano se movió desde su cintura y subió por su cuerpo, encontrando su largo cabello. Tiró de él, obligándola a echar la cabeza hacia atrás. Se echó hacia atrás contra ella y Angeline sintió su erección presionándola, una sonrisa traviesa cruzando su cara que él no podía ver.

⠀⠀—¿Me sientes? —Mitch murmuró—. ¿Sientes lo que me haces, Angeline? ¿Cuando andas por ahí en nada más que mi camiseta y el par de pantalones cortos más pequeños que tienes?

⠀⠀Angeline se mordió el labio.

⠀⠀—Date la vuelta —ordenó.

⠀⠀Ella hizo lo que le decían y Mitch la agarró por la cintura, subiéndola a la mesa. Los ojos de Angeline se abrieron de par en par al darse cuenta de que estaba a punto de hacerlo en medio del comedor, en la misma mesa en la que habían comido la noche anterior.

⠀⠀—Túmbate —le dijo, y Angeline obedeció.

⠀⠀Sintió las manos de Mitch subiendo por sus piernas y luego sus labios estaban en su rodilla izquierda. La besó por el interior de los muslos, tomándose su tiempo y mordiéndola ligeramente, escuchando su respiración. Cuando por fin llegó a los pantalones cortos de algodón que llevaba puestos, Angeline sintió que los dedos de Mitch se enganchaban en la cintura y tiraban de ellos hacia abajo.

⠀⠀—Mírate —se burló Mitch—. Ni siquiera llevas bragas. Apuesto a que esperabas que pasara algo así, ¿eh?

⠀⠀—Mitch —suplicó Angeline.

⠀⠀Sintió que un dedo largo y delgado recorría sus pliegues empapados. Angeline casi arqueó la espalda en ese mismo instante, cuando su resbaladiza excitación cubrió el dedo de él. Se tapó la boca con la mano mientras él deslizaba el dedo hacia su clítoris, donde empezó a frotarlo en pequeños círculos. Al darse cuenta de que estaba ahogando sus gemidos con la mano, Mitch le propinó una fuerte bofetada en el clítoris, haciéndola sacudirse inesperadamente debajo de él y gritar.

⠀⠀—Aparta la puta mano —exigió Mitch, volviendo a su clítoris en cuanto la vio obedecer—. Buena chica. Quiero oír esos bonitos sonidos que haces. Los mismos que te oí hacer cuando te masturbabas en el baño del motel el otro día.

⠀⠀Angeline gimió, una mezcla de sus palabras y la destreza de sus dedos. Sus manos se estiraron para agarrarse a cualquier cosa, pero no tenía nada que sujetar mientras él le frotaba el clítoris a un ritmo más rápido, haciendo figuras de ochos. Empezó a tocarse los pechos a través de la camiseta negra que Mitch le había prestado, lo que casi hizo que Mitch pusiera los ojos en blanco.

⠀⠀La agarró por la cintura, Angeline resopló cuando tuvo que apartar las manos de su clítoris, y tiró de ella hacia abajo hasta acercarla al borde de la mesa. Entonces, le oyó ponerse de rodillas, su aliento caliente abanicando su coño resbaladizo. Estaba increíblemente mojada, teniendo en cuenta que llevaba un rato pensando en que él le hiciera eso.

⠀⠀Uno de los dedos de Mitch se deslizó en su entrada, la respiración de Angeline se entrecortó en respuesta. Una de sus manos escapó de su pecho y se agarró a su oscura cabellera, tirando de ella. Mitch gimió mientras deslizaba otro dedo, bombeando dentro de ella a un ritmo peligrosamente lento. Entonces, Angeline sintió que le escupía en el coño antes de meterle la lengua.

⠀⠀—¡Oh, joder! —Angeline gimió, moviendo sus caderas contra él.

⠀⠀Mitch canturreó dentro de ella, continuando con el empuje de sus dedos mientras le daba lametones de gatito en el clítoris palpitante. Sentía que estaba a punto de explotar, y de su boca salían los gemidos más hermosos que Mitch había oído jamás, mientras echaba la cabeza hacia atrás. Le echó las piernas a los hombros mientras él empezaba a sorber sus jugos con más avidez ahora que había terminado con el ritmo lento y burlón.

⠀⠀Un tercer dedo se deslizó en su interior y Angeline gimió ante la sensación de estiramiento, los dedos de él penetrándola cada vez con más fuerza. Mitch emitía sonidos contra ella mientras se la comía, la sensación la acercaba cada vez más a su inevitable orgasmo. Los sonidos de lo mojada que estaba llenaron la habitación, sus mejillas casi ardiendo de vergüenza.

⠀⠀—Mira lo desesperada que estás —murmuró Mitch mientras apartaba la boca y seguía metiendo los dedos—. Tan jodidamente húmeda para mí. Eres una pequeña zorra, Angel.

⠀⠀—¡Mierda! —Angeline maldijo el apodo.

⠀⠀Sus labios estaban contra ella y esta vez mucho más ávidos, emitiendo lascivos sorbos. No tardó mucho en correrse, sus gemidos se hicieron más fuertes y frecuentes a medida que se soltaba contra él, su espalda se arqueaba y el apretado nudo de su estómago se deshacía. Mitch jugó con ella mientras se corría, y sólo la soltó cuando empezó a gritar de lo sensible que se había vuelto.

⠀⠀Se le hinchó el pecho y cerró los ojos mientras permanecía tumbada durante unos segundos. Oyó a Mitch levantarse cuando ella se incorporó, con los ojos oscuros mientras se colocaba de nuevo entre sus piernas. Angeline abrió la boca y aceptó los finos dedos de Mitch, que se los introdujo y la obligó a chuparlos para limpiarlos de sus jugos. Se apartó de él con un chasquido y se deslizó fuera de la mesa.

⠀⠀Justo cuando Mitch empezó a llevarse la mano al dobladillo de la camisa, Angeline extendió la mano y lo detuvo. Él frunció el ceño y la miró interrogante. Entonces, ella se subió los pantalones cortos y le dedicó una sonrisa.

⠀⠀—Oh, ¿creías que te la iba a chupar como agradecimiento? —Angeline le hizo un mohín, viendo cómo su cara se contorsionaba en una expresión de ira—. ¿Qué quieres, Mitch? ¿Un trofeo que diga "gracias por comérmela"?

⠀⠀La mandíbula de Mitch se tensó, sus palabras y acciones anteriores se volvieron en su contra de forma dolorosa.

⠀⠀—Todavía te odio, joder —le recordó ella en voz baja y luego salió de la habitación, dejando a Mitch con una erección más que dolorosa con la que tendría que lidiar él mismo.

ANGELINE ESTABA MÁS QUE SATISFECHA. De hecho, se sentía como si estuviera prosperando. Sentada en su cama con la ropa que Mitch le había limpiado, después del orgasmo que Mitch también le había dado, por fin sintió que el testarudo había probado de su propia medicina. Tarareó para sí misma mientras ordenaba su ropa, poniéndose algo cómodo para poder volver al gimnasio dentro de un rato.

⠀⠀Le hubiera gustado llevar su teléfono y unos auriculares, o cualquier cosa para escuchar música. A veces el silencio le resultaba desagradable o aburrido, sobre todo cuando estaba en la cama despierta por la noche. Mataría por alejarse de la realidad de su universo y sumergirse en otra cosa, en algún lugar donde la gente no la persiguiera, donde no estuviera atrapada con un hombre que claramente tenía serios problemas de confianza.

⠀⠀Esperó un poco antes de bajar al gimnasio. No vio ni oyó a Mitch mientras bajaba y, por suerte, estaba vacío cuando entró. Normalmente, Angeline no hacía ejercicio tan a menudo, pero sin nada más que hacer, pensó que era una buena distracción para no pensar en los días que probablemente le esperaban.

⠀⠀A menudo se preguntaba qué ocurriría primero: si la CIA atraparía a su padre, si la oposición de su padre la capturaría y torturaría, o si su padre acabaría con su vida antes de que pudiera difundir el código que había aprendido.

⠀⠀Realmente esperaba, por su propio bien y por el de las ciudades que figuraban en la carta que había visto, que fuera la primera opción.

⠀⠀Se suponía que el ejercicio debía alejar su mente de ese tipo de pensamientos, pero era lo único en lo que podía pensar mientras corría en la cinta, con la mirada fija en la pared en blanco que tenía delante. Angeline mentiría si dijera que no estaba aterrorizada por lo que iba a ocurrir. La idea de ser torturada le revolvía el estómago, al igual que la idea de tener que volver a mirar a su padre a los ojos.

⠀⠀Angeline corrió más de lo que esperaba, pero al final, como en el día anterior, el pinchazo en el costado la sacó de su ensoñación y la obligó a detener la máquina. Jadeaba, con las manos aferradas a las asas, hasta que levantó la vista y vio que Mitch la había estado observando desde las escaleras. Angeline no le prestó atención mientras cruzaba la habitación y cogía su botella de agua.

⠀⠀Engullendo el líquido frío tan rápido como pudo, Angeline sólo pudo sentir el calor de su piel y los latidos de su corazón hasta que unas manos familiares se posaron en sus caderas. Los labios de Mitch estaban de nuevo junto a su oreja.

⠀⠀—Eres una provocadora —susurró.

⠀⠀—Tú también —replicó Angeline, dándose la vuelta y entornando los ojos para mirarle.

⠀⠀—Pero creo que cederás —murmuró Mitch, con su voz profunda provocando escalofríos en la espina dorsal de la chica—. Creo que de cualquier manera, este constante ir y venir que parece que tenemos no va a terminar hasta que ambos consigamos lo que queremos.

⠀⠀Angeline enarcó una ceja, sintiendo que el estómago le daba un vuelco.

⠀⠀—¿Y qué es exactamente lo que crees que queremos los dos?

⠀⠀—Que te folle —dijo Mitch sin rodeos—. Como te mereces. Rudo y duro.

⠀⠀El calor se acumuló entre las piernas de Angeline y Mitch pareció percibir cómo se movía ligeramente. Sonrió con las cejas ligeramente arqueadas. Angeline no podía decidir si quería darle otra bofetada o pegar sus labios a los de él y dejar que la poseyera como quisiera.

⠀⠀—¿Está eso en el currículum que tenías con mi padre? —se burló en tono sensual—. ¿Dejarme en el colegio, ir a tomar café, recogerme de los castigos... escaparte conmigo, follarme y llamarme zorra?

⠀⠀Mitch gimió.

⠀⠀—No. No a menos que esta vez estés realmente dispuesta a terminarlo como es debido.

⠀⠀—¿Quieres follarme, Mitch? —tarareó Angeline mientras se metía la mano bajo la camisa por detrás de la espalda y se desabrochaba el sujetador, deslizándolo por los brazos y arrojándolo junto a los pies de él—. Pues adelante. Tal vez seas mejor que Evan.

⠀⠀—¿Quién coño es Evan? —la cara de Mitch se arrugó.

⠀⠀—El tipo que me folló en el motel mientras tú estabas en la cama, durmiendo —sonrió Angeline, observando cómo se enfadaba visiblemente—. Oh, deberías haber oído sus guarradas. Hablando de cómo "tu novio nunca podría follarte tan bien como esto, ¿verdad?"

⠀⠀Un gruñido salió del fondo de la garganta de Mitch y Angeline fue empujada, una vez más, contra la pared. No perdió el tiempo y volvió a atacarla con los labios; sus grandes manos le subieron la camisa por encima de la cabeza y le mostraron los pechos. Mitch los palmeó mientras sus labios se pegaban a su cuello una vez más, mordiendo y chupando.

⠀⠀Sus dedos pellizcaron sus pezones y la hicieron gritar, moviendo una de sus piernas para rodear su cintura. Cuando sintió que sus manos se movían por debajo de ella, apretándole el culo, dio un pequeño salto y lo rodeó con ambas. La empujó de espaldas contra la pared mientras se inclinaba para mordisquear y besar cualquier piel a la que tuviera acceso, mientras ella movía las caderas contra él en un esfuerzo por excitarse.

⠀⠀—Oh, te mostraré lo mucho mejor que puedo follarte que ese sórdido chico de motel —escupió Mitch—. Estarás gritando mi nombre, rogándome que me corra. Como la puta zorra que eres.

⠀⠀—Mhmm —Angeline gimió contra él—. Tu... tu zorra.

⠀⠀Mitch la soltó para que se pusiera de pie y le bajó los pantalones, bajándole también las bragas. El aire frío del gimnasio contrastaba con su calor palpitante y ella gimió, con las piernas separadas cuando él volvió a introducir su muslo entre ellas. Le cogió la camiseta con las manos y se la tiró por encima de la cabeza, revolviéndole un poco el pelo oscuro hasta que él volvió a colocárselo en su sitio.

⠀⠀Mitch metió la mano entre los dos y le acarició el sexo; una sonrisa arrogante se dibujó en su rostro cuando descubrió que seguía empapada como antes. Le frotó el clítoris con el pulgar, pero sabía que ahora no iba a dedicar tanto tiempo a los preliminares... ella ya los había tenido hacía una hora.

⠀⠀Sus dedos se deslizaron por sus pliegues y Mitch introdujo dos dentro de ella, haciendo movimientos de venida para tratar de encontrar su punto G. Angeline sintió que las piernas le flaqueaban y su cuerpo casi se desplomó contra el ancho pecho de Mitch mientras él la penetraba con los dedos con fuerza y rapidez.

⠀⠀—¡M-Mitch! —gritó.

⠀⠀—Eso es —resopló Mitch—, sigue lloriqueando como una mocosa. Es para lo único que sirves, ¿no?

⠀⠀Sus pequeñas manos se posaron en la cintura del pantalón y lo empujó hacia abajo, metiendo la mano en los calzoncillos y sacando la polla. Ya estaba dura y goteaba semen, se agitaba ligeramente en su mano mientras ella la sacudía lentamente hacia arriba y hacia abajo.

⠀⠀—No seas aún más provocadora —siseó Mitch.

⠀⠀Mientras él la masturbaba con los dedos, Angeline aceleró el ritmo, subiendo y bajando la mano por la polla y levantando el pulgar para eliminar parte del semen. De repente, Mitch la empujó y la agarró por las caderas. Ella estaba inclinada sobre unas cajas que contenían aparatos de gimnasia y su mano trataba de arañar el otro extremo.

⠀⠀—¿Estás segura de esto, Angeline? —preguntó, bombeando su polla desde detrás de ella.

⠀⠀Angeline asintió rápidamente.

⠀⠀—Por favor. Fóllame, Mitch.

⠀⠀Su mano estaba en la parte baja de la espalda de ella, a punto de alinearse con su entrada, cuando se detuvo de repente. Angeline se quedó paralizada, mirándole por encima del hombro.

⠀⠀—¿Qué? —preguntó impaciente.

⠀⠀—Condón —respondió con amargura, separándose de ella.

⠀⠀El corazón de Angeline se hundió y no pudo darse cuenta de lo estúpida e irresponsable que había sido. Se alegró de que no fuera un adolescente que se hubiera aprovechado de su inconsciencia y suspiró al darse la vuelta.

⠀⠀Se estaba subiendo los calzoncillos cuando Angeline le agarró la muñeca.

⠀⠀—Todavía puedo... hacerte correr —sugirió.

⠀⠀Mitch la miró fijamente durante unos segundos antes de asentir con la cabeza, su mano volvió a deslizarse hacia abajo para frotarle el clítoris mientras ella encontraba de nuevo su polla.

ANGELINE SE SENTÍA EXTRAÑA DUCHÁNDOSE POR SEGUNDA VEZ EN EL DÍA, pero era necesario después de correr en la cinta y pasar un rato con Mitch. Se miró en el espejo y enarcó las cejas al ver los chupetones que tenía en el cuello y las clavículas. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y sacudió la cabeza.

⠀⠀Angeline se secó rápidamente el pelo con la toalla, se envolvió el cuerpo con la mullida tela blanca y salió del cuarto de baño hacia su dormitorio, donde su cuerpo se congeló por completo cuando se encontró cara a cara con el cañón de una pistola.

⠀⠀—Eres una mala persona, Angeline —gimoteó Zimmerman—, igual que tu familia.

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