⠀⠀𝟬𝟮. my honey and me
❛ CAPÍTULO DOS.⠀✶
alba castro's pov.
❛ two lucky people happen to discover
a game of love that sure is fun. ❜
ALBA SABÍA QUE COLGAR A AMELIA DE AQUELLA FORMA NO HABÍA SIDO UNA BUENA IDEA, pero no estaba preparada para afrontar todas sus preguntas y su curiosidad ante su silencio y evasivas, así que había decidido dejar el móvil en silencio durante lo que quedaba de día.
⠀⠀Tras terminar la jornada —que le ayudó a mantener la mente en blanco y no pensar en nada—, llegó a la calma de su habitación, y entonces los pensamientos invadieron su cabeza. Pasó la mayor parte de la noche dando vueltas en la cama, sin poder parar de rememorar aquella mirada, aquella sonrisa, y claro, de recordarse que no había ningún tipo de posibilidad. Por supuesto que no, él era un futbolista reconocido que había entrado por casualidad en su pastelería y ella, pues una simple pastelera.
⠀⠀Sin embargo, una vocecilla en el fondo le recordaba la intensidad de su mirada, la forma en la que había contestado cada una de sus preguntas, la sonrisa que se había formado en sus labios.
⠀⠀Harta de que su cabeza no parara y de hacer de todo menos descansar y dormir, decidió levantarse —a pesar de que sabía que mañana estaría medio dormida durante su turno— y se dirigió hasta su escritorio. Encendiendo la pequeña luz a su izquierda, cogió el móvil y comenzó a navegar por las redes sociales, tratando de evitar su verdadero propósito: stalkear el Instagram del Barcelona F. C. hasta descubrir quién era aquel chico.
⠀⠀Sus ganas de saberlo todo de él superaron su deseo de mantenerse al margen, por lo que acabó entrando en el perfil del equipo, deslizando publicaciones hasta que lo vio. Un ligero toque en las personas etiquetadas y allí tenía todas las respuestas a sus preguntas, o por lo menos la más inmediata: quién era el chico. Héctor Fort. Además, averiguó que los chicos con los que había estado hablando cuando lo había visto eran Lamine Yamal y Pau Cubarsí —quien sin duda le gustaría a Ames.
⠀⠀Dejó que el nombre resonara en su cabeza antes de entrar ahora en su perfil. Titubeó durante unos segundos antes de darle a "Seguir", total, ¿qué más daba? Entonces, comenzó la inspección a conciencia de cada publicación, analizando cada una y memorizando los rasgos del futbolista. Pasó así algunas horas antes de que el sueño la venciera.
SÓLO HABÍAN PASASO DOS HORAS Y ALBA YA SE ESTABA ARREPINTIENDO DE SU DECISIÓN. El cansancio se había apoderado de cada partícula de su cuerpo, haciendo que sus movimientos fueran lentos y que su atención escasa.
⠀⠀Al dar las doce del mediodía, su cabeza era un barullo de gritos y pensamientos inconexos, por lo que —a pesar del ajetreo en la pastelería— decidió pedirle a sus padres un pequeño descanso y se dejó caer en una silla en la cocina del local.
⠀⠀Sintiéndose horrible por el leve ghosting que le había hecho a su mejor amiga, pensó que era un buen momento para charlar con ella un rato y dejar que su mente se tranquilizara —o por lo menos todo lo tranquila que podía ser la conversación sobre "el misterioso chico" para Ames.
⠀⠀Buscó su número en la agenda telefónica de su móvil y pulsó el símbolo de videollamada, esperando a que contestara y mentalizándose para las continuas quejas que tendría que escuchar —y que tenía bien merecidas.
⠀⠀—Vaya —fue lo primero que dijo Amelia Santos al descolgar el teléfono, su cara inundando la pantalla por completo y sus ojos escrutado los alrededores de Alba—. Pero mira quién se ha dignado a contestar al teléfono.
⠀⠀El enfado era perceptible en su rostro, y esto solo hizo que Alba se sintiera peor. Pensó que si las cosas hubieran sido al revés —si ella estuviera en la misma situación que Ames—, estaría muy preocupada por no tener noticias suyas y a la vez frustrada por que la hubiera colgado de esa forma y no hubiera contestado ninguno de sus mensajes posteriores.
⠀⠀—Hola a ti también, Ames —saludó de todas formas, viendo como el ceño de su amiga se fruncía aún más—. Lo siento mucho mucho mucho, ¿vale? Pero es que justo iba a hablarte de x persona y x persona entró en la pastelería. Podría decirse que hiciste un ritual de invocación o algo así —tras años de amistad, Alba sabía perfectamente qué decir y cuándo decirlo para que cualquier tensión entre ellas se desvaneciera, que fue lo que ocurrió precisamente en ese momento.
⠀⠀Alba observó cómo la expresión de enfado de Amelia pasaba en segundos a la de la curiosidad, con un matiz de satisfacción ante sus palabras y confianza en sí misma.
⠀⠀—Pues más te vale ir soltando por esa boquita que tienes cada mínima información que tengas, con pelos y señales, eh —ordenó, atenta ahora a las palabras de su amiga.
⠀⠀—Está bieeen, si me lo pides así —se burló Alba, ansiosa por contarle todo por fin. Realmente necesitaba una segunda opinión, o por lo menos la de su mejor amiga, que era en quien más confiaba—. Pues todo empezó cuando...
⠀⠀—¡Espera, que voy a por las palomitas! —interrumpió Amelia, soltando una carcajada ante el volteo de ojos de Alba.
⠀⠀—Si vas a estar interrumpiendo no te cuento nada —amenazó Alba. Cuando vio que Amelia por fin se queda quieta y atenta a sus palabras, Alba empezó a relatarle toda la historia.
⠀⠀Le explicó cómo había escuchado el barullo en la calle, cuando se había acercado a ver qué era y su primera impresión al ver a Héctor. Después continuó contándole los segundos después de su videollamada anterior, la que había interrumpido porque él acababa de entrar. Durante toda la historia, trató de ser lo más objetiva posible, para no influir en la opinión que su amiga pudiera tener de él ni darle una falsa imagen.
⠀⠀Amelia escuchaba callada, observando el brillo en los ojos de su mejor amiga a medida que iba contando los sucesos que habían ocurrido. Alba era consciente de que estaba guardándose muchos comentarios, sin querer interrumpirla o aún peor, conseguir que no le detallara nada más.
⠀⠀Una vez terminó, Alba espero expectante la respuesta de Amelia.
⠀⠀—Bueno, ¿así que ahora vas a comprar entradas VIP para todos los partidos del Barça? —se burló Amelia, obteniendo otro volteo de ojos por parte de Alba.
⠀⠀—Venga ya, Ames, sólo quiero saber tu opinión.
⠀⠀—Pues mi opinión es que el tío está muy bueno, es completamente tu tipo y si tú sentiste algo, adelante.
⠀⠀El silencio inundó el lugar. Alba sabía que su amiga trataba de aportarle algo de humor, porque ella siempre se tomaba todo muy en serio, pero que lo que decía también era de corazón.
⠀⠀—Te echo de menos —cambió de tema.
⠀⠀—Bueno, como te dije, en unos días voy para allá —sonrió Amelia, emocionada por poder pasar unos días con su mejor amiga.
⠀⠀—Perfecto —dijo Alba, dejando escapar un pequeño bostezo.
⠀⠀—Parece que alguien no ha dormido mucho —comentó Amelia ante su gesto, subiendo y bajando las cejas seductoramente.
⠀⠀—Eres de lo que no hay —soltó Alba por el tono de sus palabras—. Bueno, tengo que dejarte, que se me acaba el tiempo de descanso.
⠀⠀—Vale, pero infórmame de cualquier cosa que ocurra —ordenó—. Sobre todo si tiene que ver con cierto futbolista buen...
⠀⠀Alba no dejó que acabara de hablar porque pulsó el botón rojo para terminar la llamada, callando sus palabras. Contenta por tener una opinión más y por lo poco que faltaba para ver a su amiga, se levantó y se dirigió de nuevo a la zona de atención al cliente, con energías renovadas.
LA JORNADA DEL DÍA CONTINUÓ SIN NINGÚN TIPO DE DISTRACCIÓN PARA ALBA, o por lo menos ninguna que ella quisiera, como cierto futbolista moreno.
⠀⠀El sueño seguía siendo el completo dueño de su cuerpo y acciones, pero se había tomado ya varios cafés y se había obligado a sí misma a proseguir con el trabajo duro, al fin y al cabo, los clientes no tenían culpa de su desvelo de la noche anterior.
⠀⠀Sobre las seis de la tarde, la pastelería estaba llena de parejas disfrutando de bebidas refrescantes, niños con abuelos que pedían pasteles y padres agotados que permitían que sus hijos deambularan por cualquier lado. Alba no veía llegar la hora de cerrar, necesitaba un descanso.
⠀⠀Estaba de espaldas, preparando varias bebidas para una mesa cuando el timbre volvió a sonar. Intentando reprimir una expresión de fastidio, continuó con su tarea, esperando que su padre atendiera al nuevo cliente o que aguardara un poco hasta que pudiera centrarse en él.
⠀⠀Con todos los refrescos preparados, se giró para ponerlos sobre una bandeja y no vio a nadie esperando al otro lado de la caja, así que supuso que se habría sentado. Se acercó hasta la mesa y entregó las bebidas a los clientes con una amable sonrisa, antes de voltearse para analizar el local, buscando nuevas personas que atender.
⠀⠀En la misma mesa del otro día, lo más alejada de la entrada posible, estaba Héctor Fort. Alba reparó en su presencia en el mismo momento en el que él terminaba de hablar con su amigo —hoy había venido acompañado de sus dos compañeros de equipo del otro día, Lamine Yamal y Pau Cubarsí—, y centraba su mirada en ella. Una ola de reconocimiento inundó sus ojos, antes de esbozar una sonrisa en su dirección. Mentalizándose para hacer su trabajo y no soltar ninguna estupidez, se aproximó a la mesa sacando su pequeña libreta para tomar nota de lo que quisieran tomar.
⠀⠀—Buenas tardes —sonrió, paseando la mirada entre todos y deteniéndose en Héctor, que la miraba con la misma sonrisa—. ¿Qué quieren...? —se detuvo al recordar sus palabras del día anterior—. ¿Qué queréis tomar?
⠀⠀—Bien corregido —aludió a los mismos pensamientos que Alba—. Yo tomaré lo mismo de ayer, por favor.
⠀⠀Alba asintió y anotó el smoothie de piña y mango con la galleta de miel, atenta a lo que dijeran los otros dos. Cuando Cubarsí vio que terminaba de escribir, habló:
⠀⠀—Yo lo mismo, por favor —Alba sonrió ante el amable gesto que había tenido, muchos no le daban tiempo a terminar de escribir una comanda antes de relatar otra. Sin duda, era el tipo de Amelia.
⠀⠀—Sí, yo también, hemos tenido que escuchar a éste presumir de esas galletas todo el día —se burló Yamal, dirigiéndole una mirada a Héctor, que prácticamente lo asesinaba con la suya.
⠀⠀Alba soltó una pequeña carcajada ante su comentario, compartiendo una mirada con Héctor.
⠀⠀—Estaban muy ricas —alegó, sonrojándose un poco.
⠀⠀Alba no pudo reprimir una sonrisa mientras observaba lo bien que el rubor le sentaba a sus mejillas.
⠀⠀—Me alegro —dijo, sin apartar la mirada, era como un imán—. Entonces, tres smoothies de piña y mango y un plato con galletas de miel.
⠀⠀Todos asintieron y Alba se dirigió a la zona de preparación de bebidas, sin poder evitar escuchar algunos susurros entre ellos.
⠀⠀—Tío, yo te digo que por un momento, Pau y yo ni existíamos, eh —decía Lamine—. He tenido que pellizcarme el brazo para asegurarme de que no había desaparecido o algo así.
⠀⠀Pau se limitaba a reírse de sus comentarios. Héctor, por otro lado, le hacía gestos para que se callara y bajara la voz.
⠀⠀—Eres un exagerado —se quejó, pero no pudo evitar la sonrisa que se dibujó en su cara mientras observaba a Alba preparar las bebidas.
⠀⠀Cuando ya hubo colocado las tres bebidas sobre la bandeja con sus respectivas pajitas, Alba se dirigió hasta el mostrador y puso sobre un platito varios galletas de miel, esperando que a Pau y Lamine también le gustaran.
⠀⠀—Tres smoothies de piña y mango y... galletas de miel —dijo Alba colocando todo en la mesa frente a ellos.
⠀⠀—Gracias —respondieron los tres al unísono. Héctor fue directo a por una galleta mientras Pau y Lamine probaban los smoothies con gesto de aprobación.
⠀⠀Al ver que Alba seguía allí parada, los tres se quedaron mirándola.
⠀⠀—¿Pensabais que iba a irme sin ver cómo probáis las galletas? —dijo con tono de burla mientras cruzaba los brazos—. De aquí no me voy hasta que le deis la razón a vuestro amigo —amenazó con una enorme sonrisa.
⠀⠀Lamine comenzó a reír y cogió una galleta a la vez que Pau. Ambos las probaron, y Alba deseó tener allí a Amelia con su cámara de fotos para captar sus caras en cuanto saborearon los dulces.
⠀⠀—Tío, tenías razón —Pau fue el primero en hablar, mientras se metía en la boca el resto de la galleta.
⠀⠀Lamine se limitó a asentir, disfrutando de su galleta como un niño pequeño. Héctor y Alba comenzaron a reír ante sus reacciones.
⠀⠀—Me alegro de que os gusten —Alba realizó una pequeña reverencia en broma antes de volver al mostrador para atender al resto de clientes.
⠀⠀Alguna persona más entró en el local, sin embargo, Alba no separaba los ojos de la mesa que ocupaban los tres futbolistas, atenta por si necesitaban algo más —y esperando que lo hicieran.
⠀⠀—Hoy no estás muy centrada —su padre se había acercado a sus espaldas, y ni siquiera se había dado cuenta.
⠀⠀—Anoche no conseguí dormirme hasta bastante tarde —respondió Alba, sin mentir del todo pero sin dar más detalles.
⠀⠀—Ya —contestó su padre, dirigiendo una mirada a la mesa de los chicos y guiñándole un ojo antes de meterse en la cocina.
⠀⠀Alba noto como el rubor subía hasta sus mejillas, así que se puso a colocar pastelillos en diferentes bandejas para encargos, tratando de evadir su mente.
⠀⠀—Hola —la voz de Héctor desde el otro lado del mostrador sacó a Alba de sus pensamientos.
⠀⠀—Oh, hola —dijo sorprendida—. ¿Necesitáis algo más? —añadió, echándole un vistazo a su mesa y viendo cómo Lamine y Pau apartaban la mirada rápidamente. Qué disimulados, pensó, reprimiendo una sonrisa.
⠀⠀—Ah, no —contestó Héctor algo avergonzado—. Simplemente venía a hacerte compañía, si no te importa —pasó su mano por su cabello rizado, algo nervioso.
⠀⠀Alba no pudo evitar que el asombro se reflejara en su rostro, pero se apresuró a contestar sin querer que se sintiera mal.
⠀⠀—Oh, claro, será un placer —sonrió, señalándole una de las banquetas que había junto a la barra, cerca de donde ella seguía preparando los pedidos.
⠀⠀—¿Trabajas aquí todos los días? —preguntó curioso mientras se sentaba, observando cómo ella cogía ahora el papel de envolver y lo colocaba con esmero sobre varias tartaletas.
⠀⠀—Sí, en temporada de verano sí —comenzó a explicar sin separar la vista de la tarea que realizaba—. La pastelería es de mis padres, pero el amor por la repostería es algo que he heredado, así que cuando vengo en vacaciones siempre los ayudo.
⠀⠀—¿Estudias fuera? —Héctor no parecía darse cuenta de lo cotilla que parecía, pero a Alba no le importó, era agradable que se interesara por ella y sus gustos.
⠀⠀—Sí, en Barcelona —dijo ahora levantando la mirada—. Creo que te suena.
⠀⠀Alba no pudo reprimir el comentario, atenta a su reacción ante la clara referencia a su equipo de fútbol. Héctor se limitó a soltar una pequeña carcajada, asintiendo.
⠀⠀—Sí, un poco —ambos sonrieron, como si estuvieran compartiendo un secreto.
⠀⠀—Bueno, ahora te toca contarme algo sobre ti —Alba trató de llevar el tema hacia él y sus gustos.
⠀⠀—Bueno, la verdad es que no hay mucho —Héctor se mostraba algo reservado, así que no lo presionó, simplemente asintió y siguió con su labor.
⠀⠀En ese momento, aparecieron Lamine y Pau con expresiones de fastidio en sus rostros.
⠀⠀—Tío, nos han pillado —le dijo Lamine, señalando hacia fuera, donde varias personas se reunían en torno a la pastelería. Sólo en ese momento Alba se dio cuenta del jaleo y ruido que llegaba de fuera. A Héctor debió pasarle lo mismo, porque se volvió hacia ella con una mirada de disculpa.
⠀⠀—Tenemos que irnos, perdona por los problemas que los paparazzi puedan traerte —se excusó, levantándose de la banqueta rápidamente y llevando la mano al bolsillo, probablemente para coger la cartera.
⠀⠀—No te preocupes. Tenéis prisa, ya me pagaréis otro día, no pasa nada —Alba hizo un gesto de la mano para interrumpir su movimiento.
⠀⠀—¿Segura? —preguntó Héctor, dirigiendo una mirada apurada hacia la entrada, donde lo esperaban Lamine y Pau cubriéndose con gafas de sol y gorras. Alba asintió, sonriendo—. Gracias...
⠀⠀—Alba —terminó, presentándose—. Ha sido un placer, Héctor —añadió, revelando que sabía quién era.
⠀⠀—Héctor, vamos, tío —dijo Pau desde la puerta.
⠀⠀—Ya voy —dijo Héctor, que seguía mirando a Alba—. ¿Sería mucho pedir que me dijeras tu Instagram?
⠀⠀La pregunta pilló por sorpresa a Alba, que se sonrojó al segundo.
⠀⠀—Eh, no, claro —contestó rápidamente algo nerviosa, mirando de reojo a la puerta por si los paparazzi pudieran sacar conclusiones—. Es albahacastro —ante la mirada de confusión de Héctor, le arrebató el móvil rápidamente de la mano y escribió su usuario en el buscador, pidiéndole solicitud a su propia cuenta. Una vez hecho, se lo entregó de nuevo al futbolista con una sonrisa.
⠀⠀—Veo que ya me sigues —comentó Héctor mientras se alejaba, dedicándole una última carcajada antes de desaparecer tras la puerta y perderse entre la multitud.
⠀⠀Alba no pudo evitar dejar soltar un sonoro suspiro, sin creer lo que acababa de pasar. Tenía que hablar con Amelia ya.
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