⠀𝟭𝟯. ❛ THE NEW GIRL ❜
CAPÍTULO TRECE ╱ LA NUEVA CHICA
LA SECRETARIA DE LA OFICINA DE POLICÍA LE ENTREGÓ A CARLA UNA BOLSA DE HIELO PARA LA MANO.
⠀⠀—Gracias... —murmuró Carla, colocando la bolsa encima de sus nudillos, que empezaban a amoratarse. Un hematoma idéntico al que tendría Steve Harrington en la mejilla dentro de unas horas por el puñetazo que ella le había dado.
⠀⠀Sinceramente, Carla nunca había imaginado pegar a nadie, y menos a un chico al que su corazón seguía anhelando. Pero... Steve se lo merecía, alguien tenía que darle un puñetazo por su comportamiento de imbécil, sólo era cuestión de quién y cuándo.
⠀⠀Nancy, que estaba junto a su hermana, preguntó a la secretaria:
⠀⠀—¿Cree que podremos salir pronto?
⠀⠀—Vosotras dos, sí. Él, no —la mujer, o Flo, como se limitó a presentarse, declaró con sencillez, antes de añadir—. Él ha agredido a un agente de la policía.
⠀⠀A Carla se le desencajó la cara y Nancy se apresuró a preguntar:
⠀⠀—¿Y cuánto tiempo le van a dejar aquí?
⠀⠀Flo le envió una mirada.
⠀⠀—Tú y tu novio tenéis muchos planes, ¿verdad?
⠀⠀Nancy se ríe ligeramente antes de corregir a la mujer.
⠀⠀—Él no es mi novio.
⠀⠀—Pues creo que deberías aclarárselo —Flo dijo con un brillo de complicidad en sus ojos.
⠀⠀—¿Qué?
⠀⠀—Sólo el amor te vuelve tan loco, cariño. Y tan puñeteramente estúpido —dijo la secretaria, entregando otro paño lleno de hielo a la Wheeler.
⠀⠀A lo largo de la amistad del trío, Carla había notado una pequeña tensión entre Nancy y Jonathan. Por supuesto que no supondría nada porque, bueno, su hermana tenía una relación, pero... tenía que admitir que había algo entre ellos. Algo que podría convertirse en algo más grande si los dos lo permitían.
⠀⠀Siguió a su gemela hasta donde estaba sentado Jonathan, que seguía esposado, cabizbajo mientras esperaba la llegada de su madre. Nancy le entregó el paño con hielo.
⠀⠀—Me han dado hielo.
⠀⠀—Gracias —murmuró Jonathan.
⠀⠀Los dos se miraron fijamente mientras Nancy le acercaba la bolsa de hielo a la cara.
⠀⠀El chico Byers miró entonces entre las Wheelers.
⠀⠀—¿Va todo bien?
⠀⠀Carla apretó más el hielo contra sus nudillos.
⠀⠀—Sí.
⠀⠀—Todo va bien —Nancy asintió.
⠀⠀Volvió a haber silencio durante unos minutos, pero finalmente lo estropeó nada menos que Joyce Byers.
⠀⠀—¡Eh! Jonathan —Carla levantó la vista y vio a la madre entrando en la comisaría, con Hopper detrás. Al notar el hielo tanto en las manos de su hijo como en las de la Wheeler, se apresuró a preguntar—. Dios, ¿qué-qué ha pasado?
⠀⠀El oficial Callahan dio un paso adelante.
⠀⠀—Señora...
⠀⠀Jonathan bajó la cabeza.
⠀⠀—Estoy bien.
⠀⠀—¿Por qué le han puesto esposas? —preguntó la Byers, con voz aguda cargada de acusación y confusión.
⠀⠀—Porque su hijo ha agredido a un agente, y por eso... —Callahan, el agente que había recibido el codazo en la nariz, explicó, mucho más tranquilo y práctico que Joyce, que se apresuró a contradecir sus palabras.
⠀⠀—Quíteselas, vamos.
⠀⠀—Me temo que no puedo hacerlo...
⠀⠀—¡Que se las quite!
⠀⠀Antes de que Callahan pudiera volver a hablar, Hopper intervino con firmeza:
⠀⠀—Ya la habéis oído. Quitádselas.
⠀⠀El oficial Powell, el otro oficial en la escena, miró a su jefe.
⠀⠀—Jefe, comprendo que estamos todos nerviosos, pero debería ver una cosa.
⠀⠀Hopper lanzó una mirada confusa a sus compañeros y los siguió al exterior. Joyce miró a los tres adolescentes y los ojos se le abrieron de par en par cuando los agentes regresaron, dejando sobre la mesa una caja llena hasta los topes de armas peligrosas.
⠀⠀A Carla se le desencajó la cara, porque si tenían alguna esperanza de salir de la comisaría se había esfumado. Llevaban todo tipo de armas y no había forma de explicar por qué: nadie les creería cuando dijeran que iban a cazar monstruos, y menos la policía.
⠀⠀—¿Qué es esto? —preguntó Joyce, con los ojos escudriñando los diferentes objetos.
⠀⠀Hopper dirigió una mirada de ojos entrecerrados a los tres adolescentes.
⠀⠀—Pregúntaselo a tu hijo. Estaba en su coche.
⠀⠀—¿Qué?
⠀⠀Los ojos de Jonathan se abrieron de par en par.
⠀⠀—¿Por qué me habéis registrado mi coche?
⠀⠀—¿Te parece la pregunta más pertinente? —Hopper se inclinó hacia el Byers, afirmando con firmeza—. Vamos a hablar a mi despacho.
⠀⠀—No me vas a creer —Jonathan respondió.
⠀⠀—¿Qué tal si lo intentas?
CARLA SALIÓ A TROMPICONES DEL DESPACHO DE HOPPER, AGRADECIDA DE QUE LA CONVERSACIÓN HUBIERA TERMINADO.
⠀⠀Los tres adolescentes habían sido conducidos al despacho del hombre mientras éste preguntaba y explicaban todo con sinceridad. El monstruo, las pesadillas de Carla, lo que intentaban hacer... todo. Y, sorprendentemente... Hopper les había más o menos creído.
⠀⠀Ahora, las dos Wheelers estaban entrando en la parte principal de la estación para sentarse y esperar nuevas instrucciones de Hopper. Mientras, Jonathan y Joyce tenían un pequeño momento de madre a hijo, y Hopper examinaba la foto de la criatura que se habían visto obligados a entregar como prueba.
⠀⠀—¡Quiero una disculpa!
⠀⠀—¿Una disculpa por qué, exactamente?
⠀⠀Las cejas de la chica Wheeler se fruncieron al oír los gritos y Carla miró hacia el pasillo, vislumbrando a una mujer rubia, un niño con un cabestrillo en el brazo y los agentes Callahan y Powell frente a ellos. Otra madre enfadada, supuso.
⠀⠀—¿Dónde está el Jefe? ¡Quiero hablar con él ahora mismo!
⠀⠀Antes de que Carla pudiera intentar comprenderlo mejor, Hopper pasó rozándola y murmuró:
⠀⠀—Quédate aquí.
⠀⠀La Wheeler obedeció y se apoyó en la pared del pasillo, observando desde la distancia.
⠀⠀—Señora, necesito que se calme —Callahan insistió, claramente cansado de la mujer mayor y sus gritos.
⠀⠀—¿Cómo se llama, ayudante del sheriff? —disparó la mujer.
⠀⠀Callahan soltó una risita exasperada.
⠀⠀—¿Bueno, soy un agente... ¿vale?
⠀⠀—¡Nombre y número de placa! ¡Los dos!
⠀⠀Hopper entró en la habitación.
⠀⠀—¿Qué demonios está pasando aquí?
⠀⠀Powell suspiró.
⠀⠀—Jefe...
⠀⠀—¡Estos señores están humillando a mi hijo! —exclamó la mujer, señalando a su hijo, que parecía preferir estar en cualquier otro sitio que junto a su disgustada madre.
⠀⠀Los ojos de Callahan se abrieron de par en par.
⠀⠀—No, no, no. Eso no es verdad.
⠀⠀—¡Sí!
⠀⠀—Hubo una especie de pelea, Jefe, y... —Powell explicó.
⠀⠀—¡Una niña psicótica le ha partido el brazo! —gritó la mujer, aferrándose a su hijo. Carla miró a la mujer como si estuviera loca: ¿una niña psicótica?
⠀⠀Callahan bajó la mano.
⠀⠀—Una niña pequeña, jefe. Pequeña...
⠀⠀—¡Ese tono! ¿Ha oído ese tono? —la madre miró entre Hopper y Callahan, señalando con un dedo a este último.
⠀⠀Callahan se apresuró a salir en su propia defensa.
⠀⠀—Sólo estoy señalando los hechos. Era una niña pequeña...
⠀⠀—No tengo tiempo para esto —afirmó Hopper, mirando a Callahan—. ¿Puedes tomarle declaración declaración...? —pronunció las siguientes palabras en susurros, señalando la puerta—, y llevártela.
⠀⠀Los dos oficiales asintieron a su jefe, Powell se volvió para mirar al joven en el cabestrillo del brazo.
⠀⠀—Entonces, ¿qué aspecto tenía la niña?
⠀⠀—Tenía muy poco pelo y le sangraba la nariz. Como una pirada —explicó el chico más joven.
⠀⠀Las palabras parecieron encender algo en la mente de Hopper, que giró sobre sus talones.
⠀⠀—¿Qué acabas de decir?
⠀⠀—¡He dicho que es una pirada!
⠀⠀—No, lo del pelo —Hopper cruzó de nuevo hacia la madre y el hijo—. ¿Qué has dicho de su pelo?
⠀⠀—Que lo lleva rapado. Ni siquiera parece una chica, y... —repitió el chico, y Carla puso los ojos en blanco ante su comentario. El hecho de que la chica no tuviera pelo no la hacía parecer menos chica: tener el pelo largo no te define necesariamente.
⠀⠀—¿Y qué? —Hopper insistió.
⠀⠀El niño se quedó callado y su madre le instó:
⠀⠀—Cuéntaselo, Troy.
⠀⠀El chico —Troy— miró al Jefe con miedo en los ojos.
⠀⠀—Puede... hacer cosas.
⠀⠀—¿Qué clase de cosas?
⠀⠀—Como... hacerte volar. Y hacerte pis encima.
⠀⠀Powell parpadeó y exclamó incrédulo:
⠀⠀—¿En serio?
⠀⠀Hopper extendió una mano para hacer callar a su compañero, mirando firmemente a los ojos de Troy mientras seguía presionando.
⠀⠀—¿Estaba sola?
⠀⠀—Siempre está con ese grupo de pringados —respondió Troy.
⠀⠀—¿Pringados? ¿Qué pringados?
⠀⠀Troy no dudó en revelar a quién se refería, y los ojos de Carla se entrecerraron cuando oyó los nombres familiares salir de su boca: Dustin Henderson, Lucas Sinclair y Mike Wheeler.
⠀⠀Su hermano y sus amigos estaban con una niña psicópata que podía usar su mente para hacer lo que quisiera.
⠀⠀Jodidamente perfecto.
CUANDO HOPPER ENTRÓ EN EL BARRIO DE LOS WHEELER, CARLA ABRIÓ LOS OJOS DE PAR EN PAR.
⠀⠀En la entrada de su casa había varios vehículos negros con los maleteros abiertos. Hombres con trajes elegantes y miradas serias salieron de su casa, cada uno con una caja de cartón llena de su mierda y la de su familia en sus manos -podía ver los libros de D&D de Mike, un viejo saco de dormir, algunas de las viejas mantas de Nancy y ella que ahora estaban almacenadas en su sótano.
⠀⠀En ese momento, la Wheeler observaba impotente desde su propio coche cómo los hombres cogían sus cosas y entraban en su casa, sin saber qué podía hacer. Hopper y Nancy estaban a su lado, ambos observando también.
⠀⠀—Carla y yo tenemos que ir a casa —Nancy habló, con la misma expresión de preocupación que su hermana.
⠀⠀—Ni hablar —Hopper respondió, sin apartar los prismáticos de su cara.
⠀⠀Carla dirigió una mirada incrédula hacia el Jefe,
⠀⠀—¡Mis padres y mi hermanita están ahí dentro! ¡Mike está ahí! Tenemos que asegurarnos...
⠀⠀—No les pasará nada —Hopper dijo simplemente, apartando los prismáticos de su cara.
⠀⠀—Estarán bien, una mierda —murmuró la Wheeler, agarrando a su hermana y empezando a caminar hacia delante. No le importaba quiénes eran esos hombres o qué potencial peligroso tenían, sólo necesitaba asegurarse de que sus padres y Holly estaban bien.
⠀⠀Hopper persiguió a las dos hermanas.
⠀⠀—Eh, eh, eh, eh...
⠀⠀Agarrándose al brazo de Nancy, la chica gritó:
⠀⠀—¡Suélteme!
⠀⠀—¡Oye! ¡Escúchame! ¡Escuchadme! —los ojos de Hopper se desviaron entre las dos, que se detuvieron, inquietas por la situación en su casa. Carla se cruzó de brazos y Nancy tenía una mirada firme en los ojos. El Jefe comenzó a explicar—. Lo último que necesitamos es que sepan que estáis metidas en todo esto.
⠀⠀—¡No me importa! Lo único que me importa es que Mike está ahí dentro... —intentó exclamar Carla, siendo cortada por el hombre mayor.
⠀⠀—No le han encontrado —afirmó Hopper, señalando hacia el cielo—. Al menos, no todavía.
⠀⠀Carla miró hacia donde él señalaba y se quedó boquiabierta al ver pasar un helicóptero. ¿Estaban enviando todas esas fuerzas por su hermano? ¿Por Dustin y Lucas? ¿Por un trío de niños de doce años que no sabían dónde se estaban metiendo?
⠀⠀Nancy se quedó boquiabierta.
⠀⠀—¿Es por Mike?
⠀⠀Hopper metió a las dos hermanas en el coche. Las dos chicas miraban entre la casa y el helicóptero, preocupadas por lo que pudiera ocurrirle a su hermano pequeño. El jefe se dio cuenta y miró hacia atrás desde el asiento del conductor.
⠀⠀—Mirad, tenemos que encontrarles antes que ellos. ¿Tenéis idea de dónde podría estar?
⠀⠀—No, no lo sé —Nancy contestó ansiosa, teniendo que contenerse para no salir del coche.
⠀⠀—Quiero que penséis, las dos.
⠀⠀—No lo sé. Es que no hablamos mucho. Bueno, últimamente...
⠀⠀Hopper miró a Carla, que se encogió de hombros con desgana.
⠀⠀—No me ha hablado últimamente, no desde toda la situación de Will... ha estado fuera de casa o en el sótano y yo he estado haciendo todo esto.
⠀⠀Joyce miró entre las gemelas.
⠀⠀—Escucha, ¿hay algún sitio que vuestros padres no conozcan al que suela ir?
⠀⠀—No lo sé... —exclamó Nancy.
⠀⠀—Yo sí —Jonathan la interrumpió.
⠀⠀Hopper le miró.
⠀⠀—¿Qué?
⠀⠀—No sé dónde está, pero creo que sé cómo preguntárselo.
⠀⠀Carla señaló con el dedo a su mejor amigo.
⠀⠀—¡Los walkies! Si hablamos de los chicos, llevarán al menos un walkie, y Will también, señora Byers.
⠀⠀—Mi casa —Joyce ordenó—. Ahora.
EN EL MOMENTO EN QUE HOPPER ENTRÓ EN LA ENTRADA DE LOS BYERS, TODOS SALTARON FUERA DEL COCHE.
⠀⠀Al entrar en la casa, los ojos de Carla se abrieron de par en par al ver el salón de los Byers.
⠀⠀Por todo el techo había cables negros, que la Wheeler supuso que eran los cables de las luces de Navidad, pero la mayoría de los casquillos de las bombillas estaban esparcidos por el sofá y otras zonas de la habitación. En la pared de detrás del sofá estaba escrito el alfabeto con pintura gruesa y negra.
⠀⠀¿Qué demonios?
⠀⠀Jonathan no pestañeó ante los adornos ni la estética desordenada de su casa, y tiró de su amiga hacia la habitación de Will, con su madre y el Jefe pisándoles los talones. Nancy tampoco pudo evitar exclamar al ver las luces, pero pronto trotó hacia la habitación del chico desaparecido para ayudar también.
⠀⠀Los adolescentes y los adultos empiezan a buscar el walkie talkie: Carla se dirigió al armario mientras Jonathan iba a un cajón del escritorio, Hopper y Nancy buscaban en el suelo. Desde el suelo, Joyce tenía una mano debajo de la cama de su hijo, gritando.
⠀⠀—¡Lo tengo!
⠀⠀Cuando la mujer volvió a incorporarse, Nancy le quitó el aparato de las manos y lo encendió.
⠀⠀—Mike, ¿estás ahí? ¿Mike? —Silencio. Carla se apiñó junto a su hermana, rezando para que estos chicos tuvieran su walkie con ellos. Siempre lo tenían, que no fuera esta la vez que no lo tenían—. Mike, soy yo, Nancy —silencio—. Mike, ¿estás ahí? Contesta. Mike, tienes que contestar.
⠀⠀Carla frunció el ceño al recibir otra ronda de silencio. ¿Por qué no respondían los chicos? ¿Los habían capturado? ¿Les habían quitado el walkie?
⠀⠀—Es una emergencia, Mike —Nancy lo intentó de nuevo, con la cara apretada por el enfado y la ansiedad—. ¿Me recibes? Mike, ¿me recibes?
⠀⠀Carla cogió el walkie talkie de las manos de su hermana y se lo llevó a los labios.
⠀⠀—Michael Wheeler, coge el maldito walkie y contesta, sé que lo llevas encima. —Silencio—. Soy Carla, necesitamos saber que estás bien y dónde te escondes. Esto es una emergencia, repito, una emergencia.
⠀⠀Después de más estática y ninguna respuesta, Hopper cogió el walkie para sí y habló en su tono normal y serio de jefe:
⠀⠀—Oye, chaval, soy el jefe, responde. Sabemos que tenéis problemas y también lo de la niña. Y podemos protegeros, podemos ayudaros, pero tenéis que contestar. ¿Estás ahí? ¿Nos recibes? Cambio.
⠀⠀Nada.
⠀⠀—¿Puedo volver a intentarlo? —pregunta Carla en voz baja, extendiendo la mano. El hombre mayor le entregó el dispositivo y la Wheeler volvió a intentar ponerse en contacto con su hermano; aún no estaba dispuesta a abandonar la idea. Tenía que funcionar—. Mike, contesta al walkie, por favor. Lo único que queremos es poneros a salvo a vosotros y a esta niña, ¿vale? Pero, no podemos ayudarte si no contestas y nos dices dónde estás. Te prometo que no estoy enfadada porque hayas mentido sobre la chica con la que estás... para nada, ¿vale? Sólo estoy preocupada por ti. Sólo quiero poneros a salvo —hizo una pausa antes de añadir—. ¿Me recibes? Corto.
⠀⠀Silencio.
⠀⠀A Carla se le desencajó la cara y dejó el walkie en el suelo.
⠀⠀Tras un rato de silencio, Hopper suspiró.
⠀⠀—¿A alguien se le ocurre algo más?
⠀⠀—Sí, te recibo.
⠀⠀Todas las cabezas se giraron al oír el chasquido de la voz de Mike Wheeler a través del walkie talkie.
⠀⠀—Soy Mike. Estoy aquí. Estamos aquí.
⠀⠀Los ojos de Carla se iluminaron de esperanza.
⠀⠀Estaban bien, estaban a salvo.
UNA HORA MÁS TARDE, CARLA ESPERABA SENTADA A QUE HOPPER REFRESARA CON LOS NIÑOS Y LA NIÑA.
⠀⠀Después de darles su ubicación —el viejo desguace—, el hombre mayor insistió en que todos los demás se quedaran en la residencia Byers mientras él iba a buscarlos, prometiendo volver lo antes posible, pues sabía que las hermanas Wheeler se impacientaban cada minuto que pasaba sin su hermano.
⠀⠀Carla se mordía las cutículas, Jonathan las suyas, Nancy sacudía las piernas y Joyce miraba sin rumbo por la casa. Nadie sabía si Hopper estaba a salvo con los niños, dado que no había llevado un walkie como medida de seguridad.
⠀⠀Antes de irse, se apresuró a explicar que, al hablar con los chicos por el walkie, toda su conversación había sido grabada y escuchada por el laboratorio Hawkins, lo que significaba que los trabajadores de allí —los que buscaban a la niña— sabían dónde estaban los chicos. Era una carrera contrarreloj para ver quién los encontraba primero.
⠀⠀Carla rezaba para que fuera Hopper.
⠀⠀Por suerte, sus plegarias se hicieron realidad cuando los faros brillaron a través de las ventanas de los Byers. Los cuatro salieron disparados hacia el porche delantero para ver el coche patrulla de la policía de Hawkins de Hopper, el familiar hombre saliendo del coche, con cuatro niños a la zaga.
⠀⠀—¡Oh, por Dios, Mike! —exclamó Carla, toda la preocupación que había estado reprimiendo por el chico se convirtió en el alivio que tanto necesitaba. Su hermano estaba bien y a salvo. Corrió hacia él y lo abrazó con fuerza—. Joder. Estaba tan preocupada por ti, no vuelvas a tardar tanto en contestarnos.
⠀⠀—Lo siento —Mike susurró, la chica volvió a tirar de él antes de dejarle marchar. Nancy fue la siguiente en envolverlo, y la otra Wheeler se giró para ver a Dustin y Lucas, enviándoles una mirada cómplice mientras abría los brazos para abrazarlos.
⠀⠀Los chicos sonrieron levemente y abrazaron a la mayor.
⠀⠀La voz de Nancy interrumpió el momento.
⠀⠀—¿Ese vestido es mío?
⠀⠀Carla se apartó de su abrazo con los dos chicos, deseando ver a una chica nueva y desconocida. Llevaba la cabeza rapada, como Troy había dicho, y parecía más bien delgada y pálida —desnutrida, en palabras sencillas. Tenía unos grandes ojos de cierva y una expresión nerviosa mientras vestía, sí, uno de los viejos vestidos rosas de Nancy, una de las chaquetas de Mike y un par de calcetines de gimnasia del instituto Hawkins escondidos en unas zapatillas sucias.
⠀⠀Así que ésta era la niña que buscaban los hombres en su casa.
⠀⠀El grupo reunido entró de nuevo en la casa de los Byers, los adultos y los adolescentes necesitaban una explicación de lo que sabían los chicos.
⠀⠀Papel y rotulador en mano, Mike empezó a explicar.
⠀⠀—Bueno, según este ejemplo, nosotros somos el acróbata —señaló con el rotulador la línea que acababa de dibujar, que contenía un pequeño punto, la pulga, y una figura de palo, el acróbata—. Will y Barbara, y el monstruo, son esta pulga. Y esto es del Revés, donde Will está escondido. Teóricamente se entra mediante un bucle en el tiempo y el espacio.
⠀⠀—Un portal —añadió Dustin.
⠀⠀—Que hemos situado en el laboratorio —terminó Lucas.
⠀⠀—Con las brújulas —añadió una vez más el Henderson, ganándose miradas extrañadas de los que le rodeaban—. Vale, el portal tiene un campo electromagnético muy potente, y puede cambiar la dirección de la aguja.
⠀⠀Hopper miró hacia los chicos.
⠀⠀—¿El portal está bajo tierra?
⠀⠀—Sí.
⠀⠀Todas las cabezas se volvieron para mirar a la chica nueva —Eleven, o El, como la presentó Mike—, que estaba sentada en silencio sobre la alfombra. No había hablado hasta ahora.
⠀⠀—¿Cerca de un gran tanque de agua?
⠀⠀—Sí.
⠀⠀Las cejas de Dustin se fruncieron mientras tartamudeaba:
⠀⠀—¿Cómo narices lo sabe?
⠀⠀—Porque lo ha visto —Mike se dio cuenta.
⠀⠀Joyce miró a la joven.
⠀⠀—¿Existe la posibilidad de que... que puedas localizar a Will? ¿De que hablaras con él en el...?
⠀⠀—El Mundo del Revés —la corrigió Eleven.
⠀⠀—Del Revés, sí —Joyce susurró, viendo como la chica asentía.
⠀⠀Nancy tomó la palabra:
⠀⠀—¿Y a mi amiga Barbara? ¿Podrías buscarla a ella también?
⠀⠀La chica volvió a asentir.
⠀⠀Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Carla porque esta chica era su esperanza para encontrar a Will y Barb, para traerlos a casa; ella les estaba ayudando a dar pequeños pasos. No le importaba que los chicos la hubieran escondido o que les causara problemas con el gobierno. Todo valdría la pena si conseguían que Will Byers y Barbara Holland volvieran a casa.
⠀⠀Mike empezó entonces a dar instrucciones sobre los suministros que necesitaban para ayudar a Eleven a buscarlos: una foto de ellos, el walkie en modo estático y puro silencio.
⠀⠀Y así fue como Carla acabó apiñada alrededor de la mesa, con los ojos fijos en Eleven y los labios dibujados en una fina línea. La pequeña se sentó al final de la mesa, con los ojos cerrados, mientras intentaba buscarlos; no sabía exactamente qué significaba buscar, pero no iba a preguntar. La niña tenía superpoderes, todo era posible.
⠀⠀Arriba, la luz se encendía y apagaba, y Eleven abrió los ojos. Toda esperanza en Carla se fue mientras miraba la expresión solemne de la chica.
⠀⠀—Lo siento.
⠀⠀—¿Qué? ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? —Joyce preguntó, las palabras salían de su boca en un apuro preocupado.
⠀⠀Con la voz entrecortada, Eleven admitió:
⠀⠀—No los encuentro.
⠀⠀La mujer Byers se quebró visiblemente, poniéndose una mano sobre la boca. Volvió a haber silencio por unos instantes, dándose cuenta de que Barb y Will podían estar realmente fuera de juego, pero Joyce lo rompió señalando a Carla con la cabeza.
⠀⠀—Carla, ¿podrías llevar a El al baño para que se limpie?
⠀⠀La Wheeler no dudó antes de asentir, sabiendo que en verdad Joyce sólo necesitaba un momento para sí misma sin hacer sentir culpable o mal a la joven. Envió una débil sonrisa hacia Eleven, y esperó a que la chica se levantara antes de conducirla al baño de los Byers.
⠀⠀Carla esperó al otro lado de la puerta, oyendo correr el agua del lavabo antes de que se cerrara rápidamente. Hubo silencio en el cuarto de baño durante un minuto más o menos, y la Wheeler asomó la cabeza, con la simpatía bañándole la cara al ver a la chica mirándose en el espejo.
⠀⠀—¿Estás bien, Eleven? —preguntó en voz baja la mayor, que no quería que la niña se asustara.
⠀⠀Eleven asintió lentamente.
⠀⠀—Bien.
⠀⠀Carla se apoyó en el marco de la puerta, mirando a Eleven con tristeza. No sabía por lo que había pasado la niña, pero se sentía fatal de cualquier manera. Estaba claro que no había tenido una infancia normal, y la Wheeler esperaba que, después de esto, tuviera la oportunidad de tener una... o lo más normal posible cuando tienes poderes.
⠀⠀—Guapa.
⠀⠀El repentino comentario sacó a la Wheeler de sus pensamientos y miró a la menor con expresión confusa.
⠀⠀—¿Qué?
⠀⠀Eleven se acercó a la chica mayor, colocando una ligera mano en las puntas del pelo de la Wheeler con una pequeña sonrisa.
⠀⠀—Guapa.
⠀⠀Carla no pudo evitar la sonrisa que se le dibujó en la cara ante el cumplido. Miró a la chica con una cálida sonrisa y le dio un ligero golpecito en la nariz.
⠀⠀—Más guapa.
⠀⠀Vio cómo crecía la sonrisa de Eleven. Su vínculo no había hecho más que empezar.
⠀⠀De repente, algo llamó la atención de la niña y se volvió hacia la bañera.
⠀⠀—La bañera.
⠀⠀Carla frunció el ceño.
⠀⠀—¿La bañera? ¿Qué quieres decir?
⠀⠀—Puedo encontrarlos —Eleven explicó—. En la bañera.
⠀⠀La Wheeler no dudó en llevar a la niña de vuelta al grupo para que compartiera su idea. Los ojos de Joyce se iluminaron de esperanza en cuanto la niña pronunció sus palabras, y Dustin despotricó de repente sobre el tanque de privación sensorial del laboratorio, y sobre cómo Eleven necesitaba uno para concentrarse en sus poderes y sólo en sus poderes.
⠀⠀Antes de que nadie pudiera siquiera preguntar cómo esperaba Dustin que construyeran un tanque de privación sensorial en apenas unas horas, por no decir en absoluto —eran un grupo de tres adolescentes, cuatro estudiantes de secundaria, una niña que sabía poco y dos adultos que no dominaban la ciencia—, el Henderson corría hacia el teléfono.
⠀⠀Al cabo de un minuto de llamada, Dustin empezó a hablar.
⠀⠀—¿Señor Clarke? Soy Dustin —se quedó callado un momento antes de continuar—. Sí, sí. Es que... Es que... tengo una pregunta de ciencias —silencio—. ¿Sabe algo sobre tanques de privación sensorial? En concreto, ¿cómo se construyen? —otro silencio—. Es díver.
⠀⠀Carla sacudió la cabeza y rezó para que el señor Clarke no cuestionara las extrañas preguntas de Dustin, dado que probablemente estaba acostumbrado a ellas. No un sábado, sino en general. Con suerte se lo tomaría como un pensamiento nocturno al azar.
⠀⠀—Siempre dice que no dejemos de ser curiosos, y que abramos todas las puertas de la curiosidad —Dustin empezó a hablar de nuevo, con firmeza. Supuso que el señor Clarke intentaba trasladar la pregunta al lunes: era sábado por la noche, probablemente tenía cosas mejores que hacer que responder a la pregunta de un niño raro de doce años—. ¿Por qué no quiere abrirme esa puerta de la curiosidad?
⠀⠀Sus palabras parecieron calar en el señor Clarke, o tal vez se dio cuenta de que nunca iba a ganarse a Dustin y sus exigencias, porque el Henderson volvió a la mesa y anotó los detalles en un bloc de papel.
⠀⠀—Ajá. Ajá, ¿cuánta sal? Ajá —sonrió ligeramente—. Sí, está bien. Sí, tendremos cuidado. Sin duda. Vale, señor Clarke. Sí, nos vemos lunes... Hasta el lunes. Adiós.
⠀⠀Colgó el teléfono, dejando a su profesor más que confundido.
⠀⠀Señalando con el lápiz a la señora Byers, Dustin preguntó:
⠀⠀—¿Todavía conserva aquella piscina infantil?
⠀⠀—Eh... creo que sí. Sí —Joyce asintió, mirando a su hijo en busca de confirmación. El chico también asintió con firmeza.
⠀⠀—Bien. Pues sólo nos falta la sal. Mucha sal.
⠀⠀Carla enarcó una ceja.
⠀⠀—¿Y cuánto sería exactamente "mucha", Dustin?
⠀⠀Dustin ojeó su hoja antes de mirar al grupo.
⠀⠀—700 kilos.
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