⠀𝟭𝟱. ❛ FLICKERING LIGHTS ❜
CAPÍTULO QUINCE ╱ LUCES PARPADEANTES
—STEVE, LO SIENTO PERO TIENES QUE IRTE —CARLA EXIGIÓ—. AHORA MISMO.
⠀⠀—No, no busco pelea, ¿vale? —aclaró Steve, mirando a su ex con expresión suplicante. Sólo quería disculparse, hablar. Volver a empezar. La Wheeler abrió la boca para apartarlo de nuevo, pero él la cortó—. No, no, escucha... La-La cagué, ¿vale? La cagué, la cagué mucho —golpeó el marco de la puerta con el puño mientras tartamudeaba—. ¿Vale? En serio. Por favor —la miró suplicante—. Quiero arreglar las cosas, ¿vale? Por favor. Por favor.
⠀⠀Tal vez fue la forma en que se lo pidió educadamente y con tanta desesperación que Carla tuvo que creerle, o sus estúpidos ojos escudriñando los de ella —casi obligándola a dejarle entrar en la casa— lo que hizo que Carla sintiera el impulso de perdonar a su ex por sus acciones y ayudarle, dejar que se disculpara. De dejar que volvieran a empezar.
⠀⠀Pero Steve no podía estar allí en ese momento. Con su terrible sincronización, se las había arreglado para entrar en una guerra y, a diferencia del día anterior en su garaje, donde se deshicieron de su práctica de armas como práctica de béisbol, sería bastante difícil explicar el bate con clavos, las pistolas y las luces de Navidad. Tenía que irse.
⠀⠀Así que reunió todo lo que pudo para negarle al chico la entrada a la casa.
⠀⠀—Steve, ahora no es el momento. Vuelve a casa, ¿vale? Por favor...
⠀⠀Steve abrió la boca para suplicar una vez más, pero la cerró cuando sus ojos se fijaron en la mano vendada de ella, ojos que crecían de preocupación al verla: no era la misma mano con la que le había dado el puñetazo.
⠀⠀—¿Qué te ha pasado en la mano? —como si nunca hubiera pasado nada, el chico agarró la mano vendada de la Wheeler para examinarla, Carla la apartó de inmediato—. ¿Es-es sangre?
⠀⠀—Nada —Carla miró a su lado para ver a Nancy, la chica mirando a su novio—. Ha sido un accidente.
⠀⠀Steve no se creyó sus palabras, dado que las dos llevaban vendajes idénticos en lugares idénticos. Era extraño que hubiera ocurrido algo que causara heridas tan iguales por accidente.
⠀⠀—Ya, ¿y qué está pasando?
⠀⠀—Nada.
⠀⠀—Un accidente, como ella dijo —continuó Carla.
⠀⠀—Espera un momento, ¿os ha hecho él? —preguntó el Harrington.
⠀⠀—¿Qué? ¡No! —exclamó Carla, sabiendo que con "él", Steve se refería a Jonathan—. ¡Steve, no!
⠀⠀—¡Nancy, déjame entrar!
⠀⠀—¡No, no, no, Steve!
⠀⠀—¡Déjame...!
⠀⠀Al Harrington no le costó demasiado pasar a empujones junto a los dos Wheelers y entrar en la casa, con los ojos muy abiertos y una expresión de asombro en el rostro en el momento en que entró en el destartalado lugar. Al principio, las luces y las letras le confundieron, pero luego se fijó en el bate de clavos que había junto a Jonathan, así como en las innumerables armas que había por la casa.
⠀⠀—¿Qué es esto...? ¿Qué ocurre...? —Steve no sabía ni qué decir mientras miraba alrededor de la casa.
⠀⠀Jonathan se abalanzó sobre el chico y le puso un brazo en el hombro para empujarlo hacia la puerta.
⠀⠀—Tienes que largarte ya.
⠀⠀—Eh, eh. ¿Qué está pasando...?
⠀⠀—Escúchame. No te lo estoy pidiendo, te digo que te largues ya.
⠀⠀—¿A qué huele? ¿Es-es gasolina? —divagó el Harrington, preocupado por lo que estaba pasando. Estaba preocupado por Nancy, preocupado por Carla y definitivamente preocupado por lo que estaban haciendo en la casa de los Byers cuando estaba en esas condiciones.
⠀⠀Antes de que pudiera hacerse ningún otro comentario, se oyó el chasquido de un arma.
⠀⠀—Steve, ¡lárgate! —Nancy alzó la voz y los otros tres adolescentes giraron la cabeza para ver a la chica Wheeler apuntando con su pistola directamente en dirección a Steve. Carla miró a su hermana con los ojos muy abiertos, pero Jonathan, que se había alejado del Harrington, la apartó antes de que pudiera decir nada.
⠀⠀—Eh, eh, espera, espera. ¿Qué cojones está ocurre? —Steve levantó las manos y miró incrédulo a su novia, confuso y asustado.
⠀⠀—Tienes cinco segundos para largarte.
⠀⠀—Eh, eh, vale, vale. ¿Es una broma? Para. Baja la pistola —el Harrington entró en pánico.
⠀⠀—Lo hago por tu bien.
⠀⠀Carla miró al chico con seriedad.
⠀⠀—¡Steve, lárgate! Que no tengo que repetirlo, no es seguro que estés aquí con nosotros ahora.
⠀⠀Steve la miró.
⠀⠀—¿Qué-Qué se supone que significa eso?
⠀⠀—Tres. Dos... —Nancy empezó la cuenta atrás.
⠀⠀—¡No, no, no! ¡No, no! —Steve divagó, asustado por sí mismo.
⠀⠀Carla recibió un repentino golpe en el hombro y, de repente, se encontró con la mirada de Jonathan, que estaba fija directamente en las luces de Navidad.
⠀⠀Estaban parpadeando. Estaba allí.
⠀⠀A Carla se le desencajó el rostro porque esa cosa también era de lo más inoportuna. Steve estaba en la casa prácticamente cubierto de sangre: era una alarma andante. Si esa cosa llegaba, existía la posibilidad de que el Harrington resultara herido y Carla no estaba segura de poder soportarlo. Barb era suficiente.
⠀⠀—¡Nancy! —Carla y Jonathan gritaron al unísono a la chica, alzando por fin la voz por encima de las divagaciones de pánico de Steve.
⠀⠀—Las luces —dijo Jonathan, haciendo que Nancy mirara hacia las luces con la mandíbula desencajada—. Está aquí.
⠀⠀El trío cogió inmediatamente sus armas de la mesa. Steve miraba con los ojos muy abiertos mientras observaba confuso cómo los tres cogían las armas frenéticamente, las luces parpadeando sin control. ¿Qué estaba pasando?
⠀⠀—Esperad, ¿qué está aquí?
⠀⠀Carla miró a Steve, clavando un dedo en su dirección.
⠀⠀—¡Steve, sal de una puta vez de aquí antes de que eso te haga daño o algo peor!
⠀⠀—¿Me haga daño? ¡¿Qué es eso?! —Steve gritó.
⠀⠀Nancy miró a su alrededor.
⠀⠀—¿Dónde está?
⠀⠀—¡¿Dónde está qué?! —chilló el Harrington, con los ojos desorbitados cuando el trío empezó a dar vueltas a su alrededor, las dos Wheeler con pistolas, el Byers con el bate con clavos. Se asustó por su tensión y por las armas—. ¡Eh, cuidado con eso!
⠀⠀—¿Dónde está?
⠀⠀—No lo sé —respiró Jonathan—. No lo veo. ¿Carla?
⠀⠀Las manos de Carla prácticamente temblaban de anticipación.
⠀⠀—Nada más que estas malditas luces.
⠀⠀—¿Dónde está qué? —Steve siguió preguntando mientras los tres daban vueltas cada vez más rápido, acompasando sus pasos al parpadeo de las luces. Al no obtener respuesta una vez más, el chico moreno gritó—. ¿Hola? ¡Eh, podéis explicarme qué narices está pasando...!
⠀⠀El Harrington se interrumpió mientras el techo se desmoronaba sobre ellos.
⠀⠀Con los ojos muy abiertos, Carla se volvió para ver a la criatura arrastrándose desde el tejado, con trozos de yeso y madera derrumbándose al entrar. Las luces parpadeaban más rápido que nunca y la Wheeler vio cómo asomaba la cabeza por el tejado, con el rostro de pétalos cerrados.
⠀⠀Nancy levantó un arma y empezó a disparar a la cosa, actuando por instinto. Carla se limitó a mantener su arma cerca y mirar con la boca abierta.
⠀⠀—Hostia puta.
⠀⠀Jonathan agarró a la chica por la cintura.
⠀⠀—¡Corre! ¡Corre! ¡Vamos! —miró a Steve y Carla—. ¡Vamos, salid de aquí!
⠀⠀El monstruo se estrelló contra el suelo y Carla no necesitó que se lo dijeran dos veces para coger a Steve de la mano y correr los dos hacia la habitación de Will, su lugar seguro. Arrastrando a su ex novio de la mano, saltó descuidadamente por encima de la trampa para osos, soltando una rápida advertencia al chico que tenía detrás.
⠀⠀—¡Salta!
⠀⠀—¡Por Dios! ¡Dios santo! —Steve saltó por encima de la trampa para osos, pisándole los talones a Carla mientras entraban a toda velocidad en la habitación de Will, el Harrington cerró la puerta de golpe cuando entró corriendo, con el cuerpo en pleno modo pánico—. ¡Mierda! ¡Joder! ¿Qué coño era eso?
⠀⠀—¡Cierra el pico! —gritó el trío al unísono, todos sosteniendo armas hacia la puerta. Jonathan tenía su encendedor, Nancy su pistola, y Carla sostenía ahora el bate de clavos, habiendo dejado caer la pistola al darle la mano a Steve.
⠀⠀Los cuatro se mantuvieron en silencio preparados, aguzando el oído a cada gruñido o pisada. Los ojos de Carla estaban fijos en el yoyó que habían colocado, con su estúpida cara sonriente mirándola fijamente mientras esperaba a que se moviera mínimamente.
⠀⠀—¿Qué está haciendo? —Nancy preguntó, confundida por qué el yoyó no se movía.
⠀⠀—No lo sé —respondió Carla, sujetando el bate con una mano, la otra quedándose ligeramente detrás de ella para asegurarse de que Steve no intentaba moverse.
⠀⠀Entonces se hizo el silencio y dejó de parpadear la luz.
⠀⠀—¿Has oído algo?
⠀⠀Jonathan cerró el encendedor.
⠀⠀—No.
⠀⠀El Byers abrió la puerta lentamente, con el bate con clavos que había cogido en la mano. Los otros tres adolescentes salieron tras él, observando el pasillo. La trampa para osos estaba completamente vacía, y la casa en completo silencio. Había desaparecido.
⠀⠀Sin embargo, los cuatro continuaron caminando hacia la sala de estar con aprensión, Jonathan y Nancy al frente con armas. Carla permaneció pisándoles los talones, a pesar de estar desarmada. Resultó que estaba bien no tener armas porque allí no había nada. No había más señales de que la criatura hubiera entrado en la casa que los restos del techo en el suelo.
⠀⠀Extraño.
⠀⠀Desde detrás del trío, Steve empezaba a entrar en pánico. ¿Un monstruo gigante acababa de caer del techo y Carla, Jonathan y Nancy actuaban con normalidad? ¿Cómo no se habían asustado?
⠀⠀—Es una locura. Es una locura. Es una locura. Es una locura. ¡Es una locura! ¡Es una locura! —el chico corrió hacia el teléfono de los Byers, acercándoselo temblorosamente a la oreja después de marcar lo que Carla sólo podía suponer que era el 911.
⠀⠀Nancy se abalanzó sobre su novio y le tiró el teléfono. Steve se dirigió hacia la chica con los ojos muy abiertos y temeroso mientras gritaba.
⠀⠀—¿Qué estás haciendo? ¿Te has vuelto loca?
⠀⠀—¡Esa cosa va a volver! —Nancy informó en voz alta, queriendo que su punto fuera lo más serio posible—. Y tienes que irte. Ahora. Largo.
⠀⠀—Has visto esa cosa, Steve —la mirada de Carla era suave pero severa mientras acudía en ayuda de su hermana, sin desear otra cosa que la marcha del Harrington—. No te quiero aquí cuando vuelva, y creo que tú tampoco quieres estar. Así que, por favor, lárgate. Te lo explicaré todo más tarde.
⠀⠀Steve miró entre las dos Wheeler y luego al techo varias veces antes de salir corriendo de la casa de los Byers, con las manos rebuscando en los bolsillos las llaves del coche.
⠀⠀Carla estaba a punto de soltar un comentario de alivio, pero entonces las luces empezaron a parpadear de nuevo, con dureza. La habitación se oscurecía cada dos segundos, lo que dificultaba ver dónde estaba la criatura, pero la chica Wheeler hizo lo que pudo, luchando por coger su pistola antes de encontrarse en medio con los otros dos adolescentes.
⠀⠀—¿Dónde estás? —preguntó Nancy mientras daban vueltas.
⠀⠀—Vamos. Vamos, hijo de puta —Jonathan murmuró—. ¿Lo veis?
⠀⠀—No... —Carla respiró, con las manos húmedas agarrando la pistola.
⠀⠀—Vamos. ¿Dónde estás? ¡Vamos!
⠀⠀Las luces se apagaron.
⠀⠀Carla se congeló ante la repentina oscuridad, pero se descongeló rápidamente al oír un gruñido. Su cabeza se giró para ver a la criatura acechándolos, más concretamente a Jonathan, que estaba de pie sin saber que estaba detrás de él. Con los ojos muy abiertos, la chica gritó:
⠀⠀—¡Dios mío, Jonathan!
⠀⠀El chico se dio la vuelta, pero fue rápidamente derribado al suelo y el bate se le escapó de las manos. El Byers fue presionado contra el suelo con un agarre de hierro, el monstruo bajando sobre él, saliva goteando en la cara de Jonathan.
⠀⠀—¡Jonathan! ¡Jonathan!
⠀⠀Carla no estaba segura de lo que pasaba por su cabeza, pero de repente, ni siquiera le importaba su propia seguridad y estaba apretando el gatillo de su pistola, apuntando directamente a la espalda del monstruo. La seguridad de Jonathan era más importante que la suya ahora mismo.
⠀⠀—¡Vete al infierno, hijo de puta! —gritó Carla, apretando el gatillo contra la criatura mientras ésta abría su boca en forma de flor sobre su amigo. Sus balas rebotaban en la viscosa membrana de la criatura, que se enfurecía más cuanto más disparaba Carla. Al final, se irguió por completo, sobresaliendo varios metros por encima de la chica Wheeler. Carla siempre se había considerado alta para ser una chica, pero de repente se sintió diminuta.
⠀⠀Carla siguió caminando hacia atrás, disparando a la criatura para que la siguiera. Pero las balas no duraban mucho y, al cabo de unos segundos, su arma hizo clic, indicando que estaba vacía. Indicando que estaba sola.
⠀⠀Joder.
⠀⠀De repente, su espalda chocó contra la pared y si Carla no estaba jodida antes, sin duda lo estaba ahora. El monstruo se acercaba a ella a continuación —era su nuevo objetivo— y no tenía ninguna protección ni ningún lugar adonde huir. Oh Dios, estaba muerta.
⠀⠀Iba a morir allí mismo, en casa de los Byers, al igual que Jonathan y Nancy. Nunca mataría al monstruo, ni vería a Will sano y salvo, ni volvería a cuidar de Lucas y Dustin. Nunca se sentaría con Jonathan a comer, ni volvería a conectar con Nancy. Nunca ayudaría a Eleven a vivir una vida normal, ni volvería a abrazar a Mike. Nunca llegaría a perdonar a Steve, nunca le diría que aún le quería, aunque no debería. Que realmente lo amaba.
⠀⠀Un grito resonó en la habitación y Carla tardó un momento en darse cuenta de que era ella la que gritaba. Una dolorosa quemadura se clavaba en una de sus muñecas, mientras que la otra le palpitaba con aún más dolor, pero si la Wheeler era sincera, ni siquiera podía prestar atención a sus brazos mientras todo lo que veía frente a ella era el monstruo, su aliento abanicándose sobre su cara manchada de lágrimas.
⠀⠀Podía oír a Jonathan y Nancy gritando por ella, así como el rebote de las balas contra la piel del monstruo, pero en el fondo sabía que era inútil. Iba a morir y nadie podía hacer nada al respecto.
⠀⠀Apretando los ojos, Carla esperó la sensación de las monstruosas filas de dientes dentro de su frágil piel. La sensación de la muerte.
⠀⠀Excepto que esa sensación nunca llegó.
⠀⠀En su lugar, sonó el chillido del monstruo y sintió su aliento caliente y su escupitajo a lo lejos: estaba retrocediendo.
⠀⠀Otro grito salió de sus labios cuando la criatura se apartó y sus garras rozaron sus muñecas una vez más. Sus ojos, brillantes por las lágrimas, se desorbitaron a su lado y se quedó boquiabierta de asombro y gratitud al ver una figura tan familiar que golpeaba a la criatura con el bate con clavos.
⠀⠀Steve Harrington.
⠀⠀—¿Steve? —Carla respiró, con alivio oculto en su voz llena de dolor. El chico dedicó una mirada a su ex novia, pero luego volvió a lastimar a la criatura, golpeándola con el bate en el costado, y un gruñido salió de su boca en forma de pétalos.
⠀⠀Carla observaba cómo su ex novio seguía defendiéndose de la criatura, sus pies se alejaban lentamente de la pared, a pesar de lo mucho que deseaba deslizarse por ella y quedarse allí sentada con el dolor que estaba experimentando.
⠀⠀Sujetándose el brazo contra el pecho, observó asombrada cómo Steve hacía girar el bate antes de golpear de nuevo a la criatura, que se dirigía lentamente hacia la trampa para osos cuando, de repente, recordó que tenían un plan.
⠀⠀—¡El pasillo! —Carla graznó, señalando hacia donde estaba colocada la trampa para osos. Su cara se contorsionó de dolor, antes de gritar de nuevo—. ¡Steve, llévalo al pasillo!
⠀⠀Steve hizo lo que le habían dicho y volvió a blandir el bate, golpeando al monstruo directamente contra la trampa para osos. Se oyó un pequeño chasquido que indicaba su captura, y Nancy corrió hacia su novio, observando la acción. Carla también se acercó arrastrando los pies.
⠀⠀—¡La trampa! —Steve llamó por encima de los chillidos y gruñidos agravados de los monstruos. Carla, a través de las luces parpadeantes y el dolor que nublaba su cerebro, pudo ver a la criatura luchando por salir de la trampa—. ¡Está atrapado!
⠀⠀—Jonathan, ¡ahora! —gritó Nancy.
⠀⠀Jonathan se deslizó frente al pasillo, mechero en mano. Al encenderlo, arrojó el objeto al pasillo y el suelo ardió inmediatamente en llamas. El mechero quedó envuelto en una luz brillante. Carla miró hacia otro lado —incapaz de levantar una mano— al igual que la criatura, a la que las llamas dominaban.
⠀⠀La criatura emitía unos chillidos desgarradores, insoportables, y lo único que Carla quería hacer era taparse los oídos con las manos, pero no podía porque le palpitaban con un dolor ardiente. Mordiéndose el labio para no llorar, se vio obligada a escuchar los chillidos hasta que... ¿pararon?
⠀⠀—¡Atrás! —gritó Jonathan, que salió corriendo un momento antes de volver al pasillo con un extintor. Carla hizo lo que se le pedía y observó cómo el chico sofocaba el fuego con una densa humareda, de la que sólo quedaron la alfombra carbonizada y la pared quemada por el fuego.
⠀⠀Los cuatro empezaron a toser mientras el humo llenaba la habitación, las luces volvieron a encenderse como si nunca hubiera pasado nada. El único sonido entre los cuatro eran jadeos, pero finalmente empezaron a caminar hacia la trampa para osos, curiosos.
⠀⠀Nancy rompió el silencio.
⠀⠀—¿Adónde ha ido?
⠀⠀—No. Tiene que estar muerto —Jonathan jadeaba sin aliento, apoyado contra la pared—. Tiene que estarlo.
⠀⠀Como si el mundo quisiera contradecir sus palabras, las luces de Navidad volvieron a parpadear.
⠀⠀Pero esta vez, estaban en calma. Cada luz volvía una a una, en lugar del odioso resplandor que acababa de producirse. Era casi como si las luces les condujeran a alguna parte, como si alguien estuviera en una dimensión opuesta, caminando por el mismo pasillo.
⠀⠀El grupo comenzó a caminar hacia atrás, Steve al frente con el bate con clavos extendido por si el monstruo decidía volver a mostrarse. Pero no tardó en bajar el arma cuando las luces se encendieron en dirección contraria, hacia la puerta principal.
⠀⠀A pesar de sentirse mareada, Carla siguió las luces, al igual que todos los demás.
⠀⠀Mirando hacia la puerta principal, Jonathan murmuró suavemente.
⠀⠀—Mamá.
⠀⠀Sin saber lo que realmente estaba ocurriendo, los otros tres adolescentes siguieron a Jonathan fuera de su casa, observando cómo la farola de la calle empezaba a parpadear en lugar de las ahora ausentes luces navideñas.
⠀⠀—¿Adónde va? —preguntó Nancy.
⠀⠀Jonathan negó con la cabeza.
⠀⠀—No creo que sea el monstruo.
⠀⠀Nancy y Jonathan se dieron la vuelta para entrar de nuevo en la casa, yendo a reagruparse. Steve fue a hacer lo mismo, pero lo detuvo un tirón de la manga. El chico se dio la vuelta y Carla lo abrazó, o lo mejor que pudo hacerlo con una mano herida y la otra enroscada en el pecho.
⠀⠀Steve no se apartó. Envolvió a su vez a la chica con sus brazos, estrechándola porque, si era sincero, echaba de menos aquello. Podía salir con cualquier otra chica del instituto Hawkins, pero siempre echaría de menos lo que había tenido con Carla, lo que seguía teniendo con ella por mucho que quisieran ignorarlo.
⠀⠀Carla dejó caer una lágrima.
⠀⠀—Gracias.
⠀⠀Steve no dijo nada. Se limitó a sujetar a la chica hasta que ella se apartó y se volvió de nuevo hacia la casa. La Wheeler sólo dio unos pasos antes de que se le doblaran las rodillas y tropezara contra la pared del porche, dejando escapar un siseo.
⠀⠀El Harrington acudió enseguida a su lado, con la preocupación dibujada en sus facciones.
⠀⠀—Eh, Carla, ¿estás bien? ¿Qué tal si te sientas un momento, bebes un poco de agua...?
⠀⠀—No, e-estoy bien. Sólo un poco mareada —Carla negó estar cualquier cosa menos bien, aunque cedió a las palabras de su ex, y se deslizó hasta el suelo del porche; ni siquiera le importaba estar allí, sólo necesitaba sentarse.
⠀⠀Steve abrió la boca para replicar, pero la cerró rápidamente cuando por fin se fijó en uno de los brazos de ella, enroscado contra su pecho. Arrodillándose a su altura, el chico frunció las cejas cuando se dio cuenta de que la manga que lo cubría se había vuelto de un color rojo intenso.
⠀⠀—Carla, ¿qué te ha pasado en el brazo?
⠀⠀—He dicho que estoy bien, Steve. Joder —la Wheeler trató de negar estar herida, pero le costó, ya que otra ronda de dolores la recorrió, y un pequeño gemido salió de sus labios, como si su cuerpo tratara de decirle al propio Harrington la verdad.
⠀⠀—Sí, no me lo creo —Steve negó con la cabeza, moviendo suavemente una mano hacia su manga un poco más ensangrentada, levantando ligeramente el brazo del pecho de la chica. Su cara se encogió cuando la Wheeler dejó escapar un gemido doloroso, y rápidamente lo volvió a depositar donde estaba en señal de disculpa—. Lo siento.
⠀⠀—Vosotros dos venís o... —Nancy apareció en la puerta, con la cara desencajada de inmediato al ver a su hermana desplomada contra la pared del porche, con una expresión de dolor grabada en el rostro—. Oh, Carla ¿estás bien?
⠀⠀—No —dijo Carla, apretando los dientes. No estaba bien porque, si lo estuviera, su camisa no estaría manchada de un rojo intenso y sus muñecas no estarían ardiendo. Su mente no estaría inflamada por un dolor insoportable—. Mis muñecas.
⠀⠀—Steve, tú enrolla una manga, yo me encargo de la otra —Nancy se agachó, enviando a su hermana una mirada de disculpa. La cara de la chica parecía pálida, y por sus mangas de color rojo intenso, la Wheeler sabía que su hermana estaba sangrando: necesitaba ayuda rápido—. Esto va a doler mucho, Carla, ¿vale? Pero, eh... tenemos que ver qué ha pasado.
⠀⠀Carla cerró los ojos.
⠀⠀—Vale.
⠀⠀Los dos morenos agachados empezaron a remangar a la chica herida, lo que resultó difícil dado que Carla lloraba con cada movimiento, claramente dolorida. Y no era para menos: Nancy y Steve miraban boquiabiertos las heridas que se había hecho.
⠀⠀—Dios.
⠀⠀—Oh Dios mío.
⠀⠀Sus muñecas estaban completamente arañadas, causando un desastre sangriento. La sustancia roja manaba de sus cortes, la chica perdía sangre demasiado rápido para el gusto de cualquiera. Por no hablar de la clara fractura que tenía en una de las muñecas, con el brazo flácido y ligeramente acampanado.
⠀⠀A Nancy no le importaba realmente el hueso roto; su principal prioridad era el hecho de que su hermana sangraba por las muñecas. Llena de venas y arterias, Nancy sabía que su hermana se desmayaría por la pérdida de sangre tarde o temprano, y prefería que eso ocurriera cuando la niña estuviera sana y salva en un hospital y no en el porche de la casa de los Byers.
⠀⠀—¡Jonathan, arranca el coche! ¡Carla está herida! —Nancy gritó dentro de la casa, mirando a su hermana con nada más que culpa. Ella era la que había querido volver a la casa, arriesgar su vida, la de Jonathan y la de Carla. Si hubiera contenido su culpa por Barb durante cinco segundos, tal vez su gemela no estaría en esta situación—. Carla, l-lo siento mucho. Yo...
⠀⠀—Nancy, ve a por un botiquín, vendas, una toalla... algo para mantener la presión en sus muñecas —Steve informó, cortando a su novia. La chica no dudó antes de entrar corriendo en la casa, dejando a los ex novios solos en el porche.
⠀⠀El Harrington miró a Carla, que parecía aún más pálida que antes. Estaba perdiendo demasiada sangre.
⠀⠀—Oye, Carla, mírame, ¿sí? Vamos a llevarte al hospital y te pondrás bien. Sólo mantén tus ojos en mí.
⠀⠀Carla respiró entrecortadamente.
⠀⠀—¿Qué-Qué tan mal están?
⠀⠀—Vas a parecer una malota con las cicatrices —Steve se rio ligeramente, intentando que Carla pensara en otra cosa que no fuera su dolor.
⠀⠀—Oye, ¿Steve? —preguntó débilmente la Wheeler con el ceño fruncido. La mirada del chico se cruzó con la suya y ella se apresuró a decir—: Si-Siento haberle contado lo de la cerveza a Hopper, siento haber provocado que tu padre arremetiera contra ti y siento haber hecho ese comentario sobre tu familia. L-Lo siento. He sido una gilipollas contigo...
⠀⠀Steve la interrumpió.
⠀⠀—No, Carla, yo he sido un gilipollas. Lo he sido desde después de nuestra ruptura contigo. Debería haberlo hablado contigo porque quizás... quizás las cosas podrían haber sido diferentes. ¡Pero he sido un gilipollas y te he ignorado como si lo nuestro nunca hubiera pasado, como si no hubieras sido... no fueras... la persona más importante para mí!
⠀⠀Ella era la persona más importante para Steve. Un fantasma de sonrisa se dibujó en el rostro de Carla al responder:
⠀⠀—Tú también eres la persona más importante para mí.
⠀⠀Los dos se miraron y dos palabras se quedaron en la punta de sus lenguas, esperando a ser dichas.
⠀⠀—¡Steve, métela en el coche! —Jonathan salió corriendo por la puerta, volando hacia su coche. Nancy lo siguió, entregándole a su novio una toalla para que la usara contra las heridas de su hermana.
⠀⠀—¡Steve, métela, el coche está en marcha! —llamó Jonathan, asomando la cabeza por la puerta principal. Nancy volvió rápidamente, sosteniendo una toalla que podrían utilizar para la herida. Arrodillándose enfrente, la chica envolvió con la toalla el brazo intacto de su hermana, Steve la sujetó fuertemente con una mano, la otra envuelta alrededor de la propia Carla para meterla en el vehículo.
⠀⠀Steve estaba a su lado, aferrándose a la toalla para salvar su vida. Jonathan se sentó en el asiento del conductor y Nancy en el del copiloto, intentando contener las lágrimas.
⠀⠀Carla no recordaba nada más.
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