Truyen2U.Net quay lại rồi đây! Các bạn truy cập Truyen2U.Com. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⠀𝟬𝟱. ❛ REBEL MEMORIES ❜


CAPÍTULO CINCO ╱ RECUERDOS REBELDES


—CONRAD, ¿QUÉ HACEMOS AQUÍ? —preguntó Amber, dejando escapar una pequeña carcajada con una brillante sonrisa en la cara.

⠀⠀Hacía un mes que había empezado el verano. Los días eran cálidos, las noches tranquilas, la luna brillante y el océano y las olas apacibles. El viento soplaba a través de sus largos rizos sueltos, haciéndolos volar detrás de ella, algunos en su cara. Un escalofrío la recorrió y se acercó a Conrad.

⠀⠀El chico de sus sueños la cogía de la mano, la llevaba por la arena y más allá por la playa, y eso le producía un aleteo extremo en el estómago. Nunca se había sentido tan feliz como en ese momento. Él la hacía tan feliz. Sólo ella y él en la playa, su lugar favorito en todo el mundo con su persona favorita. ¿Qué podría ser mejor?

⠀⠀La arena estaba bajo sus pies, metiéndose entre sus dedos, lo que normalmente era una sensación que Amber odiaba, pero en ese momento, no le importaba. Estaban en el lugar justo enfrente del paseo marítimo, situado cerca de la casa de la playa. El sol había empezado a ponerse, proyectando una hermosa y resplandeciente gama de colores sobre el agua frente a ellos.

⠀⠀Era perfecto.

⠀⠀Él era perfecto.

⠀⠀Todo era perfecto.

⠀⠀—Estamos aquí para tener nuestra primera cita oficial —respondió con una sonrisa igualmente brillante. A través de sus gafas redondas de montura fina, miró hacia una manta colocada en la arena y contempló el despliegue que había hecho para ella. Había piedras en las esquinas que sujetaban la manta, una cesta llena de sus aperitivos favoritos y otra manta por si hacía frío. Entonces se encontró con su mirada enamorada de ojos azules.

⠀⠀—Una cita, ¿en serio? —preguntó burlonamente, alzando las cejas.

⠀⠀—Sí, una cita, Am —respondió él, jugando con las puntas de su pelo revuelto mientras su otra mano se dirigía a su cintura—. ¿Es tan sorprendente? —sonrió con satisfacción, acercándola a él mientras le pasaba por detrás de la oreja el pelo que le había caído delante de la cara.

⠀⠀Ella se encogió de hombros mientras él seguía mirándola con admiración. Sus brillantes ojos verdes se clavaron en los azules océano de ella. Luego se echó hacia atrás, le cogió la mano de nuevo y la guió hasta la suave manta azul, que ella acababa de ver que estaba decorada con un dibujo de conchas marinas, todas de distintos tipos y de un tono más claro que la propia manta.

⠀⠀Mientras estaban allí sentados, ella se concentró en el océano, contemplando toda su maravillosa gloria. Y él la miraba fijamente, contemplando toda su hermosa gloria.

⠀⠀El océano era el lugar seguro de Amber, el lugar que la mantenía en calma y le aportaba paz. Lo amaba tanto que sentía que moriría si no pudiera volver a verlo.

⠀⠀Amber era el océano de Conrad.

⠀⠀Sintió sus ojos brillantes en toda su cara. Y cuando se encaró con él, se encontró con una pequeña sonrisa grabada en su rostro. Todo era tan brillante, tan revoloteante en sus entrañas. La paz. El océano. Conrad y Amber. Era todo lo que siempre había soñado.

⠀⠀Una sonrisa se abrió paso en su rostro mientras sus mejillas se calentaban.

⠀⠀—¿Qué miras? —le preguntó, lanzándole una mirada adornada con los ojos ligeramente entrecerrados.

⠀⠀—A ti —respondió él, dedicándole una sonrisa que le dolía en la cara—. Estoy disfrutando de tu belleza —añadió, haciendo que el rostro pecoso de Amber se sonrojara aún más. Al darse cuenta, su sonrisa se convirtió en una mueca, le gustaba cómo la ponía nerviosa con un simple cumplido.

⠀⠀Ella le empujó ligeramente el hombro, murmurando:

⠀⠀—Cállate —a lo que él se limitó a mirarla.

⠀⠀Se quedaron en silencio, asimilando el momento todo el tiempo que pudieron, mirándose fijamente. Las grandes sonrisas se habían convertido en pequeñas sonrisas, y sus ojos brillaban con algo que ninguno de los dos podía identificar.

⠀⠀Conrad había llevado a Amber a mirar las estrellas, su segunda cosa favorita en el mundo —eso y la música (concretamente Taylor Swift)—, pero allí estaban, mirándose solo el uno al otro, sin planes de parar pronto. Sus ojos bailaban entre ellos, buscando todo el amor del mundo. Estaba ahí, todo estaba ahí, y ambos se sentían desfallecer.

⠀⠀Era como sus sueños.

⠀⠀Pasaron los segundos, luego los minutos; su contacto visual nunca se rompió. Las olas rompían frente a ellos y el sol por fin se había puesto. Las estrellas empezaban a centellear y a brillar como diamantes. Amber y Conrad eran dos personas que parecían estar enamoradas. Y el silencio los invadía, junto con la paz y el aire salado.

⠀⠀Nada iba a arruinar este momento. Nada.

⠀⠀Conrad empezó a acercarse y Amber hizo lo mismo. Y allí estaban, sus labios uno sobre el otro. Y luego sus manos estaban en el pelo del otro, tirando de las mechones mientras sus labios seguían tocándose en un beso profundo y lleno de amor y sus corazones se desvanecían el uno por el otro. Las olas eran la única fuente de ruido mientras él se recostaba sobre la manta y ella se colocaba encima de él.

⠀⠀Amber...

⠀⠀—Amber —una voz la devolvió a la realidad.

⠀⠀Rápidamente abrió los ojos y se incorporó, observando su entorno. Estaba en uno de los sofás del salón y todos los ojos estaban puestos en ella. Los de Conrad, que estaba sentado en el otro sofá bebiendo una bebida verde, que ella reconoció como la infame cura para la resaca de su hermano, y los de Aiden, Belly, Steven, Laurel y Susannah, que estaban sentados en la cocina. Y por último, los de Jeremiah, que la miraba divertido mientras sostenía una bebida idéntica a la de su hermano.

⠀⠀—Lo siento, no quería asustarte —le dijo Jeremiah, dedicándole una pequeña sonrisa que le iluminó toda la cara. Luego extendió la mano, acercándole el vaso con una bebida verde—. Toma —le dijo mientras ella cogía el vaso—, creo que necesitarás esto.

⠀⠀Desde luego que sí.

⠀⠀—Está bien, y gracias —sonrió tímidamente, tratando de olvidar lo que tenía en mente—. Sólo estaba soñando con... algo —añadió, odiando haber dicho eso y no queriendo dar más detalles. Sí, algo era, cierto.

⠀⠀—Oh, cuéntamelo —Jeremiah se burló de ella, sentándose en el sofá a su lado con una expresión curiosa en su rostro bronceado. Tenía la mirada más taimada en sus ojos, y ella apartó rápidamente la vista, sintiendo que se le calentaba la cara al recordarlo.

⠀⠀Él jadeó dramáticamente cuando ella continuó concentrada en el suelo.

⠀⠀—No me digas que era sobre mí —bromeó, poniendo una mano halagada sobre su corazón.

⠀⠀—No —respondió ella rápidamente, soltando una carcajada mientras sus ojos se abrían de par en par al pensarlo.

⠀⠀Deseó y rezó por no decir o hacer algo embarazoso mientras dormía que hiciera que la gente a su alrededor especulara sobre lo que había estado soñando. Sería vergonzoso y le darían ganas de llorar. Cuando miró a su alrededor, vio que ya nadie la miraba, excepto los dos chicos Fisher, uno de los cuales intentaba aparentar que no le importaba de qué estaban hablando.

⠀⠀—Vale —soltó con una risita ligeramente ofendida—. Intentaré no ofenderme por lo segura que suenas.

⠀⠀Amber se llevó el vaso a los labios y bebió un sorbo. Inmediatamente el remordimiento llenó su interior y juró que su estómago gruñía por el sabor.

⠀⠀—Ay, Dios... Jere, qué asco —murmuró mientras su rostro se torcía de asco y se tapaba la boca con la mano.

⠀⠀—Lo sé, pero funciona a las mil maravillas —le dedicó otra sonrisa brillante, mostrando sus dientes blanquísimos. Y con eso, se levantó del sofá y se dirigió de nuevo a la cocina, pasando junto a Susannah cuando ella entró en la sala de estar, dedicándole una pequeña sonrisa.

⠀⠀Amber se inclinó hacia delante para colocar el vaso en uno de los posavasos de la mesa cuando los ojos de Susannah se posaron en ella.

⠀⠀—Amber —empezó la mujer, captando la atención de la chica. Le dedicó una brillante sonrisa de labios cerrados cuando Amber la miró a los ojos—. ¿Quién quieres que sea tu acompañante para el baile? —preguntó, sin darle a Amber ni un segundo para pensar—. Steven, Jeremiah o... —Hizo una pausa, sus ojos se desviaron hacia su hijo, que estaba sentado frente a Amber, tan aburrido como siempre—. ¿...o Conrad?

⠀⠀—Yo... ¿Qué? ¿Mi acompañante? —Amber frunció las cejas, aún intentando borrar el sueño de su mente y librar sus papilas gustativas de la asquerosamente repugnante cura para la resaca de Jeremiah—. Ni siquiera he decidido si quiero ser una debutante o no —le recordó a la mujer, ignorando la mirada que recibió de Conrad.

⠀⠀Era el turno de Susannah de mostrarse confusa.

⠀⠀—Sí, lo hiciste —respondió Susannah, sin dejar que su sonrisa flaqueara—. Cuando Conrad y tú llegasteis de la playa, te pregunté si habías decidido ser una debutante o no, y me dijiste que sí.

⠀⠀—¿Ah, sí? —preguntó Amber, pasándose una mano por el pelo (se le había enredado, así que tuvo que tirar de él). Recordadle que no vuelva a drogarse con Conrad, porque apenas recordaba nada de aquella conversación, ni siquiera cómo había entrado en la casa. Probablemente debería haberle dicho que cuando dijo que "fumaba", quería decir que lo había hecho una vez con Judas para librarse de los nervios durante un rato.

⠀⠀—Sí —Susannah asintió.

⠀⠀—Oh, claro —Amber se rió como si acabara de recordar algo, cuando en realidad no lo había hecho. Se había ido, borrado de su mente. Bueno, en realidad, era tenue, persistente en el aire, pero parecía que no podía aferrarse a él y recordarlo por completo—. Eh, en realidad, mmh... —Hizo una pausa, tragando el gran nudo nervioso que tenía en la garganta—. No quiero ser una debutante —dijo despacio y nerviosa por la reacción de la mujer. Su voz se hizo más tranquila, y no pasó por alto el gesto de decepción que se reflejó en las facciones de Susannah—. ¿Quizá el año que viene? —ofreció con un tímido encogimiento de hombros y una sonrisa.

⠀⠀—Sí, puede ser —respondió Susannah, con un tono tenso de decepción, pero la sonrisa se mantuvo en su rostro. Se quedó un momento en la puerta, mirando a la chica, como si quisiera decir algo más, pero no lo hizo. Se dio la vuelta y volvió a la cocina.

⠀⠀Y Amber se sintió como una mierda.

⠀⠀Suspiró, se pasó las manos por la cara y se frotó los ojos. Luego se concentró en la mesa que tenía delante mientras se pasaba los dedos por los mechones de pelo, tirando apenas de las raíces. Sentía que Conrad la observaba, y estaba segura de que él notaba que ella lo ignoraba.

⠀⠀No sabía por qué lo ignoraba; habían pasado un buen momento en la playa esta mañana, y ella sentía que estaban en un punto mejor que cuando había regresado. Tal vez era el recuerdo que aún permanecía en su mente.

⠀⠀Necesitaba una ducha.

⠀⠀¿Era porque se sentía asquerosa y no quería esperar a ducharse cuando todo el mundo decidiera que también lo necesitaba? ¿O porque la ducha era el mejor lugar y el mejor momento para pensar? Sí.

⠀⠀Todavía se sentía un poco aturdida —sin duda, los efectos secundarios de la hierba— mientras se levantaba. Desechando esa sensación, intentó no mirar a Conrad mientras pasaba por delante de la mesa. Pero era como si el universo la despreciara; él estaba de pie frente a ella, y ella chocó contra su pecho.

⠀⠀Intentando desesperadamente no inhalar su familiar aroma, levantó la vista, encontrándose con su mirada mientras él la observaba. Dio un paso atrás, poniendo distancia entre ellos, mientras él seguía sus movimientos con la mirada.

⠀⠀—Reb... Amber —murmuró en voz baja.

⠀⠀Ella miró al suelo, ignorando el calor que le producía en la cara la mirada de él. Transcurrió un momento entre ellos y luego ella pasó rozándolo, dirigiéndose directamente a las escaleras. Mientras caminaba por la cocina, pudo oír a Susannah hablar efusivamente de Belly como debutante, y Amber se alegró de que al menos una de ellas pudiera vivir el sueño de su vida.

⠀⠀Y con toda honestidad, ella también podría, pero no podía, si es que eso tenía sentido.

⠀⠀No importaba, suspiró.

AMBER HABÍA DECIDIDO RETIRARSE A SU HABITACIÓN DESPUÉS DE LA LARGA Y HÚMEDA DUCHA QUE TANTO NECESITABA. Caminaba hacia su habitación con sólo una toalla envolviendo su cuerpo cuando pasó por delante de la habitación de Conrad. Su puerta estaba ligeramente entreabierta, lo suficiente para que alguien pudiera ver dentro.

⠀⠀Luchó contra el impulso de echar un vistazo. Fue una batalla que perdió rápidamente.

⠀⠀Por lo que podía ver desde la pequeña rendija que había entre la puerta y el marco, se dio cuenta de que su habitación no había cambiado ni un ápice, y eso hizo que su corazón se llenara de emoción. No sabía por qué algo tan insignificante podía hacerle sentir algo tan fuerte. Fue entonces cuando le asaltó otro recuerdo, uno contra el que no había conseguido luchar ni un poco.

⠀⠀—Feliz cumpleaños atrasado, Amber —Conrad le dedicó una cálida sonrisa y le entregó una cajita negra mientras se sentaban en su cama. 

⠀⠀El decimotercer cumpleaños de Amber acababa de pasar, apenas dos días antes. En realidad no habían hecho una celebración como solían hacer con el de Belly. Sin embargo, todos le dieron un regalo y le desearon un feliz cumpleaños. Su madre la llevó a desayunar; era su tradición anual, y luego fueron un rato de compras. Era divertido cuando sólo estaban ella y su madre, pero le hubiera gustado que hicieran algo con todo el mundo, que todo el mundo hiciera algo con ella.

⠀⠀—¿Es esto lo que creo que es? —preguntó Amber, observando la caja. Levantó la vista hacia él y volvió a mirarla antes de quitársela de las manos. 

⠀⠀Le dedicó una pequeña sonrisa, centrándose en ella, luego en el regalo y de nuevo en ella.

⠀⠀—Si crees que es otro amuleto para tu pulsera, entonces sí, es exactamente lo que crees que es —admitió, sin preocuparse realmente por mantener el secreto. 

⠀⠀Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras le miraba con felicidad en los ojos. Luego miró la caja, levantó la tapa y estudió lo que había dentro: un abalorio de una estrella de plata. Era hermoso y perfecto; todos los amuletos que Conrad le regalaba eran hermosos y perfectos. 

⠀⠀Esta era su tradición desde que Conrad le regaló la pulsera y el primer amuleto que la acompañaba por su sexto cumpleaños. Con el paso de los años, le cambiaron el tamaño; la primera razón fue que se hizo mayor y su muñeca creció un poco, y la segunda, que quería más espacio para todos los abalorios que tanto le gustaban. Hasta ahora, tenía una «A», una clave de sol, un gato sentado, una ola del océano, un libro abierto, su signo del zodiaco (géminis), una mariposa y, ahora, una estrella, todos ellos de plata y hechos a su medida.

⠀⠀—Oh, es precioso —exhaló, mordisqueándose los labios con excitación mientras sacaba la estrella de la caja para examinarla más de cerca. 

⠀⠀—¿De verdad te gusta? —le preguntó, estudiándola de cerca.

⠀⠀—No. Me encanta, igual que todos los demás —corrigió ella, dedicándole una pequeña sonrisa mientras sus manos caían sobre su regazo, con el amuleto aún en una de sus manos—. Ahora, ¿puedes hacer el honor de ponérmelo en la pulsera? —enarcó las cejas al mismo tiempo que levantaba el amuleto de la estrella. 

⠀⠀—Por supuesto —respondió, asintiendo secamente—. ¿Para qué están los amigos? —sonrió, enfocando sus ojos brillantes a través de las gafas.

⠀⠀Ella se limitó a devolverle una media sonrisa mientras él le cogía el amuleto de la mano, le sujetaba suavemente la muñeca y empezaba a colocárselo en la pulsera, como tantas otras veces. 

⠀⠀Oh, Conrad. Si supieras cuánto deseo que seamos algo más que amigos... 

⠀⠀Si lo supieras, ¿sentirías lo mismo?

⠀⠀Amber sacudió el pensamiento de su mente, dándose cuenta de que definitivamente había estado allí de pie demasiado tiempo. Aún llevaba puesta la toalla, y había tenido suerte de que nadie hubiera subido las escaleras para sorprenderla.

⠀⠀Dejando escapar un largo suspiro, continuó su camino hacia su habitación. Al entrar, le llamó la atención el papel pintado azul, demasiado familiar para ella, justo antes de mirar al suelo, junto a la cama, y ver la bolsa de guisantes. Supuso que tenía que ocuparse de ello como se había dicho a sí misma que haría la noche anterior.

⠀⠀Se acercó a la bolsa, la recogió del suelo y la colocó en la mesilla de noche. Cuando la dejó, sus ojos se posaron en la invitación que seguía sobre la mesa de madera pintada de azul, y luego en la foto de ella y el gato de su infancia, un gato persa atigrado naranja llamado Garfield.

⠀⠀Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras miraba la foto de su querida mascota. Echaba mucho de menos a aquel gato. Cinco años de vida y un conductor idiota se lo había llevado del mundo. Recordaba haber visto la foto allí antes de volver a su habitación después de la conferencia de Laurel, pero no había podido volver a examinarla a través de su visión borrosa y llena de lágrimas. Y sí, era consciente de que el nombre era un cliché.

⠀⠀Después de recordar un momento a la bola de pelo que una vez llamó mascota, se alejó de la mesita de noche y se dirigió al armario para vestirse. Allí eligió la ropa que se iba a poner ese día y se quitó la toalla para ponerse el conjunto.

⠀⠀Luego volvió a su mesilla de noche, cogió la invitación y fue a guardarla en el cajón. Cuando lo abrió, vio que estaba vacío. Bueno, todo excepto una foto particular y familiar. Una foto que no quería volver a ver, ni recordar nunca.

⠀⠀Inspiró y colocó la invitación en el lugar de la foto al sacarla del cajón. El momento capturado era uno entre ella y Conrad. Sonreían. Eran felices. Amber se preguntó adónde habían ido a parar esos momentos. Los echaba de menos. Era como si, en un abrir y cerrar de ojos, todos se hubieran desvanecido en el aire, flotando con el mar.

⠀⠀Cerró el cajón con más fuerza de la debida, estudiando la foto que tenía entre los dedos con más fuerza de la debida. Y al soltar el aliento que no sabía que estaba conteniendo, se sentó en la cama, sintiéndose como si le hubieran tirado una tonelada de ladrillos encima.

⠀⠀Los recuerdos la invadieron y lo odió. No entendía por qué de repente todo le recordaba el pasado; ella no quería recordar el pasado, nada de eso.

⠀⠀La familia se sentó en la playa. Solo estaban las madres y sus hijos, como siempre había sido en los buenos momentos. El sol empezaba a ponerse lentamente, pero seguía brillando, y el sonido de las risas y de las olas rompiendo llenaba el aire. 

⠀⠀Era un día de verano perfecto, soleado y divertido, y los adolescentes habían estado nadando durante todo el día. Jeremiah, Aiden, Belly y Steven seguían en el agua, riendo y salpicándose la cara unos a otros, mientras Amber y Conrad estaban sentados a escasos metros de las madres en la playa, perdidos en su propio mundo.

⠀⠀Los dos adolescentes enamorados reían mientras bromeaban entre ellos. No prestaban atención a los ojos de las madres, que les sonreían y recordaban cómo eran hace años. Lo que sentían el uno por el otro era muy fuerte, y todo el mundo podía verlo, aunque a algunos no les gustara. 

⠀⠀—Conrad, Amber, sonreíd para una foto —les gritó Robin mientras sacaba su cámara, deseosa de capturar el instante y no dejar que su hija pudiera olvidar nunca los dulces momentos de su vida. 

⠀⠀Los dos apartaron la mirada del otro y se centraron en la madre de la chica. Sus risas se quedaron cortas, pero las sonrisas permanecieron en sus rostros. Robin llevaba el pelo largo y rubio recogido en una coleta alta con una visera blanca encima y una sonrisa brillante en la cara. Irradiaba felicidad, a pesar de todo por lo que había pasado. 

⠀⠀Hicieron lo que les dijo y se acercaron. Ella no perdió ni un instante en hacer la foto. Sin embargo, cuando la cámara hizo un clic, los ojos de Conrad estaban fijos en la chica que tenía al lado. Robin miró la foto y lo único en lo que se fijó fue en que Conrad no la miraba; tenía una sonrisa en la cara, pero no miraba a la cámara. 

⠀⠀—Conrad, ni siquiera estabas mirando a la cámara —le dijo Robin, con una pequeña sonrisa cómplice en la cara. 

⠀⠀La sonrisa socarrona de sus labios se ensanchó aún más. Ya estaba mirando a Amber cuando ella le miró a él.

⠀⠀—Lo siento, me distraje con otra cosa —respondió, sin dejar de mirar a Amber mientras observaba cómo su rostro se teñía de rosa. Y sabía que no era por las quemaduras del sol.

⠀⠀—Eres idiota —murmuró Amber, apartando la mirada de él para ocultar el rubor de su rostro.

⠀⠀Amber apartó el recuerdo de su mente. Sintió que le caían lágrimas calientes por la cara. Estaba llorando. ¡Increíble, joder! Todo le recordaba a Conrad, lo felices que solían ser, y cómo su vida era aparentemente sencilla y agradable entonces. Ahora era simplemente miserable, y ella lo odiaba; nada era como solía ser.

⠀⠀Se sentía impotente. Estaba tan jodidamente cansada.

⠀⠀Y durante las dos horas siguientes, más o menos, volvió a dejar salir toda la tristeza y la rabia embotelladas otra vez. Creyó que su sollozo de la noche anterior era todo lo que necesitaba. Pero se equivocaba. Desde los recuerdos de sus padres y su divorcio hasta Conrad y todo el dolor que le había causado, pasando por las personas que decían ser su familia y sus pensamientos sobre sí misma, todo lo que había estado ocultando durante años afloró en forma de lágrimas. Llorar tanto en menos de cuarenta y ocho horas no era sano.

⠀⠀La foto de aquel feliz día seguía en su mano mientras sus sollozos, que intentaban ser silenciosos, llenaban su habitación. Esperaba que nadie pudiera oírla, no es que les importara, pero no quería que supieran que estaba llorando. Nunca quiso que la gente supiera lo que realmente sentía porque no quería su lástima ni sus miradas apenadas.

⠀⠀Ella no quería nada de eso. Ya había tenido suficiente cuando sus padres se divorciaron.

ERA MÁS TARDE, CERCA DEL MEDIODÍA, Y AMBER POR FIN HABÍA DEJADO DE LLORAR. Se sentía entumecida. Por fin lo había sacado todo; ahora ya no quedaba nada. Seguía mirando fijamente la foto cuando decidió que había llegado el momento de guardarla en un agujero oscuro y polvoriento donde nunca volvería a verse. O, al menos, esperaba que no se volviera a ver.

⠀⠀Se tumbó en el suelo y se colocó boca abajo, contenta de que el suelo estuviera limpio para que no se ensuciaran su cuerpo recién aseado y su ropa recién recogida. Entonces empezó a rebuscar debajo de la cama. Cuando su mano encontró una caja que le resultó familiar, la sacó y se giró para volver a sentarse.

⠀⠀Apoyada en la cama, dejó la caja sobre su regazo y la estudió. El color púrpura pastel brillaba en sus ojos. Era algo que prefería olvidar, pero, por desgracia, otro recuerdo invadió su mente y la hizo suspirar.

⠀⠀—Conrad, para; lo vas a estropear —Amber dirigió al chico una mirada mordaz que no consiguió ser ni un poco efectiva. Apartó la mano del chico de la caja, haciendo que resoplara divertido. 

⠀⠀Le dirigió una mirada coqueta cuando ella puso los ojos en blanco y volvió a concentrarse en la tarea que tenía entre manos.

⠀⠀—¿Qué es esto? —preguntó, apoyando la barbilla en la mano mientras estudiaba la caja que ella estaba pintando de un bonito tono morado claro. 

⠀⠀—Es una caja de recuerdos, Connie —le recordó ella, siguiendo pintando el tema en el que estaban, sin cruzarse con su mirada, que le quemaba la mejilla—. Es donde voy a poner todos nuestros recuerdos. 

⠀⠀—¿Vas a sacarnos los recuerdos de la cabeza y meterlos en esta caja morada? —preguntó sarcásticamente, con una falsa cara de asombro. 

⠀⠀—Jaja, no —fingió reírse, enviándole una mirada de reojo—. Voy a coger todas las cosas físicas de nuestros recuerdos, como entradas de cine, fotos y cosas así, y las voy a guardar en esta caja para que estén a salvo y podamos tenerlas para siempre —explicó, sonriendo mientras lo miraba. 

⠀⠀—¿Para siempre, Rebel? —levantó las cejas con una pequeña sonrisa en la cara.

⠀⠀—Sí, para siempre.

⠀⠀Para siempre era estúpido.

⠀⠀Resoplando, se hartó de los recuerdos. ¿Por qué volvían de repente? Era tan frustrante que a Amber le entraron ganas de gritar. No lo hizo, por supuesto; se limitó a abrir la caja y meter la foto antes de que se le ocurriera formar otro recuerdo. Ese era su lugar.

⠀⠀Se quedó sentada un momento más, pensando dónde quería guardar la caja. ¿Quería volver a meterla debajo de la cama para que cogiera polvo, como había hecho durante los dos últimos años? ¿O quería buscarle otro lugar más seguro? No sabía cuál elegir. Y, desde luego, no sabía por qué se inclinaba por lo segundo.

⠀⠀Se levantó del suelo, se dirigió al armario y encendió la luz. Miró a su alrededor, buscó el estante más alto que pudo alcanzar y colocó la caja allí, sin querer darle más vueltas de las que ya le había dado. Luego salió del armario y apagó la luz.

⠀⠀Se acercó a la cómoda, abrió un cajón un poco más grande de lo que necesitaba y rebuscó un bañador. Cuando encontró el que quería, cerró el cajón de golpe. Sabía que si su hermano estaba allí para presenciar su actitud, le diría algo acerca de que tenía un palo metido en el culo, pero no le importaba.

⠀⠀Si quería estar de mal humor, lo haría.

⠀⠀Sin perder un segundo, se quitó la ropa que se había puesto después de la ducha y se puso el bañador, un dos piezas negro. Salió de su habitación dando un portazo y se dirigió al armario del vestíbulo. Cogió una toalla y bajó las escaleras.

⠀⠀Odiaba la vida.

⠀⠀Conrad estaba sentado en el mostrador, comiendo.

⠀⠀Dejó escapar un suspiro, tratando de calmarse. No importa; él no importa. Respiró hondo de nuevo al ver que la primera vez no había funcionado y puso una mirada vacía en su rostro. Siguió caminando hacia la cocina, pasó a su lado sin mirarle siquiera de reojo y se dirigió a la nevera. Tiró del tirador, abrió la puerta y encendió la luz blanca y brillante del interior. Sintió sus ojos clavados en ella, pero le ignoró mientras echaba un vistazo a la nevera y cogía una botella de agua.

⠀⠀—¿Cómo está tu cara? —preguntó.

⠀⠀Lentamente, se dio la vuelta, lanzándole una mirada aburrida.

⠀⠀—Bien —contestó brevemente, cerrando la puerta de la nevera. Su toalla cayó en el pliegue de su brazo, y apretó la botella de agua en su mano mientras caminaba hacia la encimera.

⠀⠀Sus ojos siguieron sus movimientos tensos y molestos mientras ella dejaba el agua y apoyaba los codos en la fría superficie, apoyando la barbilla en las manos.

⠀⠀Conrad siguió mirándola un momento, y ella le devolvió la mirada. Su expresión era inexpresiva, como la de ella. Luego levantó suavemente la mano y le rozó la mejilla con los dedos.

⠀⠀—¿Has estado llorando? —su voz era tan suave, gemela a su tacto, como si ya supiera la respuesta a su pregunta.

⠀⠀Sintió un escalofrío en la espalda.

⠀⠀—No —mintió ella, burlándose. Ignoró la sensación que se le agolpaba en las tripas y apartó la mirada de él, enderezó la columna y entrecerró los ojos en señal de negación. Para distraerse de sus ojos que no se apartaban, cogió su botella de agua y empezó a hurgar en la etiqueta que la rodeaba.

⠀⠀La observó atentamente mientras lo hacía.

⠀⠀—Puedo notar que lo has hecho —admitió.

⠀⠀Suspiró y puso los ojos en blanco.

⠀⠀—Entonces, ¿por qué lo preguntas? —ironizó, levantando la vista para encontrarse con su mirada cómplice. Otro suspiro salió de su boca, y sus ojos se apartaron de los de él—. No importa —dijo ella, alejándose un paso de él. Se dirigió hacia la puerta trasera—. Estoy bien —añadió mientras él se giraba en su asiento, sin dejar de mirarla.

⠀⠀No estaba bien, ni mucho menos, pero eso no era asunto suyo.

⠀⠀Lo que no sabía no le haría daño.

⠀⠀—Amber —empezó él, observando cómo ella abría la puerta. Antes de que pudiera decir nada más, se oyó el sonido de la puerta al cerrarse y un cristal revestido de madera se interpuso entre ellos. Y ese fue el final de su conversación.

⠀⠀Amber bajó los tres escalones y se acercó al borde de la piscina. El sol le sentaba bien mientras miraba al cielo y cerraba los ojos. La brisa era tranquila, apenas existía, lo suficiente para que no sudara. Se acercó a una de las sillas y dejó la toalla y la botella de agua.

⠀⠀Después de estirarse un poco, se zambulló en la piscina. Era como memoria muscular; ella y Belly lo habían hecho la noche anterior y muchas otras noches antes. Lo había hecho durante los entrenamientos de natación y en torneos y competiciones cuando aún estaba en el equipo de natación. Era una de sus muchas segundas naturalezas.

⠀⠀El agua lavó su piel como si fuera una esponja y se sintió en paz. Volvía a estar en su lugar favorito y, esta vez, no había nadie que interrumpiera su silencio.

⠀⠀Sin dejar de respirar y sin dejar entrar el agua, Amber permaneció bajo la superficie. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero aún no era suficiente para que el pánico se apoderara de su cuerpo. Era una de sus segundas naturalezas, estaba acostumbrada y se había entrenado para ello. No era algo de lo que preocuparse.

⠀⠀Estaba bien allí.

⠀⠀Pero un chapoteo rompió su paz y una mano que le rodeaba la muñeca la sacó a la superficie, igual que la noche anterior. Pero esta vez no era Belly quien la había interrumpido, sino Conrad.

⠀⠀Con la respiración agitada, Amber se concentró en él con frustración y fastidio mientras él la miraba con preocupación.

⠀⠀—¿Por qué has hecho eso? —preguntó, tratando de recuperar el aliento.

⠀⠀—Podría preguntarte lo mismo —respondió, sonando irritado.

⠀⠀Casi pudo burlarse de su tono. ¿Por qué era él el molesto? No tenía derecho a enfadarse. Había roto su paz y su rutina, una de sus segundas naturalezas.

⠀⠀—¿Qué quieres decir? —entrecerró los ojos, sin darse cuenta de lo cerca que estaban.

⠀⠀—Estuviste bajo el puto agua mucho tiempo, Amber —respondió, con la voz más baja pero la irritación creciendo el doble.

⠀⠀—Estoy bien, Conrad —se burló ella, exagerando su nombre—. Soy nadadora, ¿recuerdas? Puedo aguantar la respiración —le recordó ella, apoyando la mano en el brazo que él no sostenía sobre su cadera.

⠀⠀—Ni siquiera los profesionales permanecen tanto tiempo sumergidos —replicó él, dirigiéndole una mirada mordaz.

⠀⠀Se burló, dando al cielo su frustración por un momento. ¡Era increíble! ¿Por qué le importaba? Ella estaba bien. No era para tanto. Cuando por fin volvió a enfrentarse a él, se dio cuenta de lo cerca que estaban: apenas unos centímetros. Se le desencajó la cara y se le cortó la respiración.

⠀⠀Sus ojos danzaban alrededor de los de él, observándolos atentamente mientras se posaban en sus labios y luego rápidamente en sus ojos. Quería apartarlo, decirle que estaba bien y que no se preocupara. Pero al mismo tiempo no lo hizo. Permaneció quieta, con sus ojos zafiro yendo y viniendo entre los ojos esmeralda de él, y luego, a pesar de su buen juicio, hacia los labios de él.

⠀⠀Recordó sus labios. Recordaba lo suaves que eran. Cómo se sentía al besarle, y cómo podía hacer que se desmayara y se le calentara la cara con un solo beso en los labios. Los recuerdos que tan desesperadamente quería olvidar se amontonaban en su mente como una jauría de perros, y ella quería llorar o gritar. Quizá las dos cosas a la vez.

⠀⠀—Creía que era sólo una cosa de verano —murmuró mientras se acercaba un poco más a él. Sus ojos seguían clavados en los de él, y podía sentir el calor de su cuerpo incluso a través de su ropa mojada hasta los huesos. Era casi embriagador—. ¿No es eso lo que dijiste?

⠀⠀¿Por qué seguía teniendo tanto efecto en ella?

⠀⠀—Estamos en verano —respondió él en el mismo tono, sin aliento, y volvió a mirarle los labios.

⠀⠀Aquellas palabras se clavaron en su corazón, pero aun así no pudo apartarse.

⠀⠀—Estamos en verano —repitió sus palabras, un poco más triste y tranquila de lo que él las había pronunciado, mirándole los labios y acercándose más a él.

⠀⠀Estaba tan cerca, estaban tan cerca el uno del otro. Unos pocos movimientos más y se estarían besando. Su respiración acelerada caía sobre su cara, y ella estaba segura de que él sentía lo mismo de ella. Estaba mal; no debía hacerlo, pero quería. Tampoco debería querer hacerlo.

⠀⠀Estaban tan cerca.

⠀⠀—¡Ya estamos en casa! —la voz de Susannah llamó desde la cocina.

⠀⠀Amber giró la cabeza en dirección a la puerta, con los ojos desorbitados. ¿Por lo que estaba a punto de ocurrir o porque casi la pillan haciéndolo? Por ambas cosas.

⠀⠀Al salir del estado de trance en el que se encontraba, miró rápidamente a Conrad, que parecía un poco decepcionado mientras miraba la puerta. Lo apartó de ella con las manos en los hombros.

⠀⠀—Suéltame —le ordenó molesta, nadando hacia atrás y poniendo unos metros entre ambos.

⠀⠀No esperó más para nadar hasta el borde de la piscina y subirse y salir de ella, dispuesta a volver a su habitación y no salir hasta la cena. Se acercó rápidamente a la silla donde tenía la toalla y la botella de agua, las cogió y subió los tres escalones. Una vez dentro, vio las caras sonrientes de las dos madres y de Belly.

⠀⠀Les dedicó una sonrisa tensa y se detuvo en seco. Los tres la miraron de arriba abajo con curiosidad y vieron a una Amber bastante sorprendida, vestida sólo con un bañador, una toalla y una botella de agua sin abrir agarrada al pecho. Parecía como si la hubieran pillado haciendo algo que no debía.

⠀⠀Tal vez lo había hecho, casi lo había hecho.

⠀⠀Tras detenerse un momento en su sitio, la rubia se dirigió hacia las escaleras, ignorando las miradas de extrañeza de las tres. Pero antes de llegar demasiado lejos, Laurel la llamó por su nombre, lo que hizo que se detuviera y se diera la vuelta, dirigiéndole una mirada interrogativa.

⠀⠀Laurel tardó un segundo en hablar mientras miraba entre Belly, Susannah y Amber.

⠀⠀—Siento lo que dije anoche —le dirigió a la chica una mirada sincera—. Estaba disgustada y no debí decir lo que dije —admitió.

⠀⠀Perdonar y olvidar.

⠀⠀—No pasa nada, Laurel —le aseguró Amber, mirando entre la mujer y la ventana, donde podía ver a Conrad sacándose la camisa empapada que aún llevaba puesta—. De verdad —añadió, dedicándole otra pequeña sonrisa.

⠀⠀—¿Estás segura? —empezó a decir Laurel, pero se detuvo cuando Amber subió corriendo las escaleras y Conrad entró por la puerta trasera abierta—. Ah, vale —murmuró, centrándose en el chico.

⠀⠀—Conrad, ¿por qué tienes la ropa empapada? —preguntó Susannah, acercándose a su hijo.

⠀⠀Lo único que hizo fue suspirar y mirar las escaleras. Amber no estaba allí, y sus manos cayeron a los lados, decepcionado. 

SENTADA EN SU HABITACIÓN DESPUÉS DE OTRA DUCHA LLENA DE PENSAMIENTOS, vestida de nuevo con la ropa de antes y por fin relajada, Amber jugaba en su teléfono. Era uno de sus juegos favoritos: clasificar agua, el juego en el que el jugador tenía que clasificar el agua coloreada en los tubos con los colores correctos. Era extrañamente divertido, y no ayudaba el hecho de que fuera uno de los únicos juegos que funcionaban con el Wi-Fi de su escuela. Pero antes de que pudiera terminar el nivel en el que estaba, su puerta se abrió y entró Jeremiah.

⠀⠀Colocó las manos en las caderas, dirigiéndole una mirada en la que se leía muy fácilmente lo que estaba pensando. La observó mientras ella dejaba caer la parte superior de su teléfono para que quedara plano y se encontró con sus ojos.

⠀⠀—Levántate —le ordenó, haciéndole un gesto para que se pusiera de pie.

⠀⠀—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó ella, confusa ante sus órdenes.

⠀⠀—Porque has vuelto hace casi dos días y lo único que has hecho ha sido enfurruñarte en tu habitación —explicó, acercándose a la cama y tomando asiento—. Y estoy cansado de eso.

⠀⠀—No he estado enfurruñada —replicó ella con sorna. Ella sabía que él tenía razón; él sabía que él tenía razón, pero no importaba. Si quería enfurruñarse sola en su habitación todo el verano, lo haría. Fue a levantar el teléfono para continuar con su nivel, pero él se lo arrebató de las manos, apartándolo de su alcance—. ¡Eh! ¡Devuélvemelo, Jere! —le ordenó, moviéndose para coger su móvil.

⠀⠀Se limitó a echarlo más hacia atrás, sosteniéndolo en alto detrás de la cabeza mientras se levantaba.

⠀⠀—No hasta que aceptes pasear por la playa conmigo ya que la última vez nos interrumpieron —le dijo, alzando las cejas. Ella realmente lo odiaba a veces—. Vamos, Pearly. Sabes que te encanta pasear por la playa, sobre todo con un servidor —añadió, enviándole una brillante sonrisa que era casi tan radiante como sus ojos, con un gesto para sí mismo.

⠀⠀Resoplando, puso los ojos en blanco, pero se levantó de la cama.

⠀⠀—Sí, sí, como quieras —refunfuñó, cogiendo su sudadera del extremo de la cama—. Devuélveme mi teléfono —se levantó para coger el móvil de sus manos, pero, maldición, era demasiado bajita para quitárselo de encima.

⠀⠀Él le dirigió una mirada que le hacía saber que había ganado esa batalla, y luego, finalmente, le devolvió el teléfono sin otro forcejeo. Salieron de la habitación, sin perder ni un segundo más, mientras él le pasaba un brazo por el hombro y ella cerraba la puerta.

⠀⠀Este iba a ser un verano largo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com