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CAPÍTULO DIECISIETE
YOU ARE A WOMANIZER
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       NICHOLAS POR SUERTE llegó justo en el momento en el que Evie estaba por besar a Chad y el estaba por impedirlo pero no fue necesario ya que el rubio se apartó sin que ella se diera cuenta.

— ¡Que bien resolviste el problema en química!

El pelinegro estaba escondido entre las gradas de forma que ambos no lo vieran pero no podía escuchar muy bien su conversación, lo siguiente que vio fue como ella sacaba un pequeño espejo de mano y Chad hablándole al objeto inanimado. Frunció el ceño pues no entendía el contexto de la situación.

Los espío segundos más y lo último que vio de verdad le hirvió la sangre. Chad le entregó sus libros a Evie y está confusa los acepto. Entendió el plan del hijo de cenicienta de inmediato, reconoció la portada de los libros, eran de química y no era la mejor materia para Chad y ahora sin el coro ya no tenía esa acreditación extra, entonces le pidió a Evie que hiciera sus deberes.

Pues Evie ese día había demostrado ser una genia en aquella asignatura, hasta Doug quedó asombrado.

Y Chad estaba muerto.

El rubio se alejó dejando a la pelinegra con el montón de libros pero el no dejaría que eso pasara, sobre su cadaver.

— ¿Sabes que te está usando, verdad? — habló sobre la cabeza de ella comenzando a asomarse.

— ¿Me estás siguiendo?

— No, te vi a lo lejos y vine a rescatarte antes de que cometas el peor error de tu vida. — habló con franqueza pasándose del lado normal de las gradas hasta atrás de ellas en donde se encontraba Evie.

— ¿Qué dices? — pregunto confundida —Yo le gusto.

— Claro,— hablo sarcástico — mira si quieres un consejo, no hagas su tarea.

— Pero-

— No la hagas — La interrumpió.

— ¿Y si reprueba? — mostró preocupación haciendo bufar a Nicholas.

—Será su problema, — respondió como si nada —antes muerto que te utilice para algo así.

Nicholas estaba verdaderamente molesto. No era justo que el quiera aprovecharse de Evie, el no tenia nada en contra de ella por ser quien era, todo lo contrario, se le hacía una chica muy linda e inteligente, sabía de ante mano que ella no querría nada con el por su árbol genealógico pero al menos la cuidaría de patanes como Chad.

— Es un estúpido y si me lo preguntas, la varita... ¿por qué tanto interés? — pregunto ahora con curiosidad pues si alcanzo a escuchar algo relacionado que ella le había preguntado al rubio tonto.

Evie trago saliva nerviosa.

— Me gusta la magia... es todo.

Nicholas no esperaba nada pero tampoco perdía mucho intentándolo.

Sonrió coqueto y se acercó de forma peligrosa a la pelinegra.

— Pues podría hablarte mucho de ella si aceptas salir conmigo... — Ella retrocedió incómoda.

La morena que los observaba escondida entre las gradas frunció el ceño molesta. Esa chica tendría que aprender mucho.

— No creo que sea buena idea.

— ¿Por qué? — esperaba que no fuera por lo que pensaba pues sería humillante que lo rechazara, nadie lo había hecho hasta ahora.

Tina perdió la paciencia e hizo acto de presencia evitando una catástrofe.

— Evie — saluda haciendo que el par de pelinegros la vea confundidos — quedamos en que me mostrarías tus diseños, ¿vienes?

Se hizo la inocente y sonrió de forma hipócrita y sin que Evie se diera cuenta Nicholas la miró molesto por la interrupción pues aunque ella se mostrara dulce sabía que lo hacía por molestarlo.

Simplemente apretó los labios y se tragó su coraje. No pelearía con una chica.

— Te veo luego... — se dirigió a Evie de forma seca y se retiró de ahí.

Cuando el chico estuvo lo suficientemente lejos Tina borró su sonrisa y suspiro aliviada.

— Que bueno que te rescate de ese chico, seria un desastre total.

— ¿Por qué? — preguntó está confundida y algo molesta.

Tal parecía que nadie quería que saliera con un príncipe. Ademas por habladurías de Bianca, Tina no era su persona favorita.

Le sorprendió la repentina actitud de Nicholas aturdiéndolas un poco y no iba a negar que era uno de los chicos más hermosos que había visto en su vida pero no estaba segura de cómo lo verían los demás, sobre todo Bianca.

Tina había visto la actitud y estilo de Evie y le gustaba mucho, a pesar de Bianca si quería ser su amiga. Tina y Bianca eran muy parecidas, por eso a Héctor le gustó tanto la morena pero al final si termino con ella por la descendiente de Blanca Nieves cosa que molesto mucho a la morena.

— Oh cariño, — hablo de forma dulce la morena mientras acariciaba la mejilla de Evie — no es tan encantador como parece, el es un mujeriego.

*pongan play a la canción*

Tina: Superstar
Where you from, hows it going?
I know you
Gotta clue, what you're doing?
You can play brand new to all the other chicks out here
But I know what you are, what you are, baby

Tina tomó a Evie del brazo y comenzó a jalarla para seguir a Nicholas sin que el se diera cuenta.
Y de la nada una chica asiática de la cual Evie no sabía su nombre se les unió en el recorrido viendo con odio al pelinegro.

Lonnie: Look at you
Gettin more than just re-up
Baby, you
Got all the puppets with their strings up
Faking like a good one, but I call 'em like I see 'em
I know what you are, what you are, baby.

Aquella chica de ascendencia china también fue una de las víctima de los coqueteos del príncipe más guapo del reino.

Tina y Lonnie miraban molestas como el pelinegro coqueteaba con una chica rubia de largo cabello y se despedía de ella con un beso cerca de los labios. Los habían visto juntos en la fiesta del sábado.

Tina y Lonnie: Womanizer, Woman, Womanizer
You're a Womanizer, oh Womanizer oh
You're a Womanizer, baby
You you you are, You you you are
Womanizer, Womanizer, Womanizer

Evie giro afligida a ver a las dos chicas que la acompañaron y se sorprendió cuando se dio cuenta que ya no solo eran Tina y la chica asiática, sino que se le sumaron dos castañas y otra rubia que igual que Lonnie miraban muy molestas al descendiente de Blanca Nieves.

Todas - Evie: Boy, don't try to front
I know just what you are
Boy, don't try to front
I know just what you are You!
You got me goin' (You!)
You're oh so charmin' (You!)
But I can do it (You!)
You, Womanizer
Boy, don't try to front
I know just what you are
Boy, don't try to front
I know just what you are

Tina: You say I'm crazy
I got your crazy
You're nothin' but a
Womanizer

Siguió jalando a Evie con todas las chicas detrás y ahora con la rubia que había saludado Nicholas hace unos segundos que también se dio cuenta cómo coqueteaba con una pelinegra.


Jane: Maybe if we both lived in a different world

Canto afligida una nueva chica bajita y de pelo corto negro que se les unió. Muy pocas personas lo sabían pero Nicholas siempre fue el crush imposible de la hija del hada madrina.

Jane: It would be all good and maybe I could be your girl,

Tina: But I can't cause we don't, oooh!

Rodó los ojos molesta por el sufrimiento de aquellas chicas y a todas las guió para que vieran como el patan del pelinegro miraba con lujuria a las pocas animadoras que quedaban en el campo.

Y sin perder tiempo en formación se unieron a ellas y entre todas miraron molestas al pelinegro mientras se acercaban a el de forma peligrosa.

Tina: Womanizer, Woman, Womanizer
You're a Womanizer, oh Womanizer oh
You're a Womanizer,

Todas: Baby you you you are, you you you are

Evie: Womanizer, Womanizer, Womanizer

Todas: Boy, don't try to front
I know just what you are
Boy, don't try to front
I know just what you are

Evie: You got me goin'
You're oh so charmin'
But I can do it
Womanizer

Las chicas hicieron un circulo al rededor del pelinegro que más que molesto u extrañado sonreía ladino por tener a tantas a su alrededor.

Todas: Boy, don't try to front
I know just what you are
Boy, don't try to front
I know just what you are
You say I'm crazy
I got your crazy
You're nothin' but

Evie: You're a Womanizer, baby

Evie terminó encarándolo con mirada desafiante.

A Nicholas le encantaba la chica, era ruda, tenía ese aire misterioso y no cedió tan fácil lo que mantenía la cosa interesante.

— ¿En serio no quieres salir conmigo? — preguntó con su típica sonrisa coqueta que derretía a cualquiera y se acercó unos cuantos pasos a la peliazul — ¿Qué te parece mañana a las cinco? Yo paso por ti. — Más que una pregunta eso sonó como una afirmación.

Evie quedo en trance por la cercanía del chico pero en un segundo recuperó la compostura. Un poco al menos.

— E-eh si... estaría bien...

El sonrió satisfecho para después darse vuelta e ir con Héctor el cual ya le estaba haciendo señas de que la camioneta del equipo había llegado.

Evie vio por último como todos los chicos del equipo subían a una camioneta con un destino desconocido para ella.

— Se ve que no entendiste nada — Tina puso una mano en su hombro y la apretó suavemente.

Evie le sonrió de avergonzada y Tina con decepción la encaminó a la cafetería. Pues si quería ver sus diseños.

La morena frunció el ceño. No sabía absolutamente nada de Evie pero desde que estaba con Héctor y este le contaba todas las mañas y juegos sucios de Nicholas se juro a sí misma que si podría evitarlo no dejaría que ninguna chica cayera en sus redes.

Claro que el pelinegro sabía de su plan, pues cuando terminó con Héctor fue a echárselo en cara, al principio de burló de ella pero cuando hizo que al menos cinco chicas lo mandaran a volar se dio cuenta que la morena hablaba en serio. De por si ya le caía bastante mal por todo lo que le hizo pasar a Bianca con esto la aborreció.



( 👑 )



— ¡Ya estoy aquí! — anunció su llegada sonriente y la rubia del mostrador sonrió.

— Justo a tiempo como siempre.

— Ya sabes como soy — dejo su bolso frente a la otra chica — ¿Día ajetreado?

Pregunto mientras iba al fondo del lugar en busca de su ropa de trabajo.

— Dos pedidos, uno de la princesa Ariel y otro de Pocahontas.

— ¿Algo en especial? — La rubia del mostrador de dirigió una mirada con una sonrisa.

— Lo dejaron a tu merced, como siempre.

Bianca sonrió presumida. Amaba que confiaran tanto en su sentido de la moda.

Tomó su mandil de costura negro con rayas azules y rojas formando cuadros y se lo apretó a la cintura.

— A trabajar, Radcliffe.






( 👑 )



En el bar del rey de la selva se escuchaban gritos de emoción y alaridos.

— ¡Más, más, más!

Todo el equipo animaba a ambos bandos. Algo tradicional era que el nuevo integrante del equipo intentará en derrotar al capitán del equipo comiendo pizza.

Treinta rebanadas, quince para cada uno, el que acabará primero ganaba.

Tarrant comía desenfrenadamente sin hacer mueca alguna, tenía mucha práctica. En tanto Jay sentía que ya no le cabían más, aun le faltaban siete trozos, no llevaba la cuenta de las había comido Tarrant pero podría jurar que ya casi terminaba.

Tampoco estaba muy concentrado, Tarrant al inicio le hizo un comentario que lo dejó pensando demasiado.

« Me gusta tu amiga morada »

Lo sacó de sus casillas completamente, el lucia tan tranquilo con su propia declaración mientras que Jay se extraño por el repentino interés de su nuevo amigo, Mal no era precisamente amable con los chicos que se le acercaban con intenciones románticas. Tarrant podía ser el más grande, fuerte y rudo del equipo, pero no lo creía suficiente competencia para la pelimorada.

Metió por la fuerza una rebanada a su boca pero ya sin fuerzas para seguir masticando y terminó por escupirla causando risas del resto de los chicos pero solo una resaltó entre todas ellas, una femenina.

— Que débil eres chico. — Hablo con burla una rubia al fondo.

Jay levantó la vista mientras achinaba los ojos para ver mejor a la persona que se burlaba de él.

Por Ades, era ella, la capitana del equipo de esgrima.

— ¿Tu qué haces aquí? — habló aún con la boca llena de los pocos trozos que aún quedaban en su boca — Eres una chica.

Todos callaron en ese momento y miraban con lastima al moreno de pelo largo. Jay no entendía porque, digo, la chica era ruda pero no creía que tanto.

Ella con la mirada dura se posó frente a la mesa y en un movimiento rápido tomó a Jay del cuello de la camisa y con una fuerza tremenda lo jalo hasta el otro extremo y acercarlo hasta su rostro.

— Pues está niña si pudo ganarle a Tarrant en el reto de las pizzas, hermano.

Lo soltó bruscamente aún molesta. Anabel odiaba con toda su alma que no la tomaran en serio por ser mujer. Le tomó varios años poder hacerse un espacio entre machos pero lo hizo y no dejaría que un novato la hiciera menos.

Jay trago duro y avergonzado se disculpó.

Nicholas observaba divertido la escena hasta recibir una mirada molesta de Anabel. Ella era una más del grupo, se llevaba bien con todos menos con el pelinegro, nunca olvidaría lo que le hizo.

Aunque no fue tan malo después de todo Anabel hasta ahora ha sido la única chica que el príncipe ha tomado en serio.



( 👑 )



— Y... listo — echo un polvo especial al gran tazón.

— No, aun no. — dijo Mal malhumorada — Aún falta la lágrima de tristeza.

Jelsen rodó los ojos fastidiado del pesimismo de la pelimorada.

— ¿Para cuándo te la pidieron?

— Lo más pronto posible. — respondió la ojiverde casi de inmediato.

El rubio platinado frunció el ceño extrañado por su actitud. La notaba ansiosa, demasiado diría el, algo extraño en ella pues no era muy expresiva o entusiasta.

— ¿Te urge mucho el dinero? — preguntó burlón.

Mal bufo sin que el la escuchara, aunque odiaba decir que tenía necesidades debía fingir.

— Si, vi algo en una tienda que me gustaría comprar.

— Oh con que ya te diste el tour por el reino — se acercó a ella con una sonrisa — ¿Y te gusto?

Mal recordó los lugares desagradables para su gusto de Auradon. Era lindo y no estaba sucio, la felicidad estaba plasmada en cada centímetro del maldito lugar, muy empalagoso.

— Hay peores cosas. — Respondió simple haciéndolo reír.

— Y... ¿qué es eso que quieres comprar? — preguntó curioso.

Mal quedó muda por un largo rato, necesitaba pensar rápidamente en algo.

— U-Uh... un collar... es de la tienda que está a lado de la cafetería del loco.

Si bien no prestó mucho atención a los lugares que Evie les mostró el otro día a ella y sus amigos y esperaba no haberlo arruinado, tenía el vago recuerdo de un local de joyería a lado del famoso lugar para tomar café pero no estaba del todo  segura.

El se quedó pensando haciendo que Mal se ponga nerviosa, rezaba internamente a Ades para que todo saliera bien y no haya metido la pata.

— Ah... creo que se de cual hablas — tomó su mentón — ¿La joyería de los siete enanos?

Mal río nerviosa y asintió.

Nadie dijo nada por largos segundos y Jelsen se terminó hartando.

— ¿Siempre eres así de aburrida?

— Perdón por no ser muy habladora.

— No es eso, me gusta el silencio, pero me desesperas. — hablo con frustración, ni el entendía que sentía por la chica.

Era un sentimiento extraño, tenía esa necesidad de estar cerca de ella y cuidarla de hacer tonterías, pero a la vez lo estresaba demasiado.

— Me alagas, imbécil. — Lo miró ceñuda mientras removía la mezcla con molestia.

Habían decidido hacer galletas, y le agregarían la pócima de amor para no meterse en un problema con el hada madrina o el hada azul.

— Al menos sientes algo. — el comenzó a molestarse también y en un impulso tomó un puño de harina sobrante y se lo lanzó a la pelimorada — Gruñona.

Ella lo miró indignada y también tomó una buena porción del polvo blanco para arrogársela.

— Tarado.

— Bruja.

— ¡Gracias, maldito rubio teñido!

— ¡Soy natural!

Así fue como en la cocina de Auradon prep se volvió un campo de guerra de ingredientes para postres. Y después de varios más dejaron pasar la molestia y que sus insultos se convirtieran en risas divertidas de ambos.

Se sentían algo infantiles pero no les importo, solo gozaban el momento y disfrutaban de su compañía.

Mal no tenía idea de nada, ya había pasando mucho tiempo desde la ultima vez que rio auténticamente, lo mismo ocurría con Jelsen, el casi no hablaba con nadie, era catalogado como el chico frío y antisocial, todo lo contrario a su mejor amigo que era un pan de Zeus.

Siguieron con sus risas hasta que alguien los interrumpió.

— ¿¡Qué sucede aquí!? — preguntó una voz autoritaria en la puerta de la habitación mirando a ambos adolescentes con clara molestia.

Ambos chicos se miraron entre ellos nerviosos. Si el hada madrina se daba cuenta de lo que en realidad estaban haciendo serian excremento de dragón.

La mujer mayor al darse cuenta que los adolescentes no pensaban decir nada siguió con su regaño.

— Son más de las nueve, deberían estar en sus dormitorios. Estas no son horas de estar ¿cocinando? — miró confundida el tazón de mezcla de galletas. — Vayan a limpiarse y después a sus habitaciones.

Demandó por último y ellos asintieron con la cabeza baja.

Salieron de la cocina bajo la atenta mirada del hada madrina y ya Mal en el baño mientras se limpiaba le escribía un mensaje a Jelsen.

« Cuando termines y que el hada madrina se haya ido regresamos a la cocina. Nadie debe tocar esa poción »

El simplemente le envío una imagen de él con una pose igual a la de un soldado haciendo —por alguna extraña razón— sonreír inevitablemente a Mal.

Ya pasadas de las doce de la madrugada ambos se dirigían de puntillas a la cocina nuevamente. Esperaban que el hada madrina no lo haya tirado o confiscado.

— Hasta tu pijama es malvada. — Susurro entre risas el peliblanco haciendo que ella lo sisee molesta.

Aun así el siguió mirando la pijama de la pelimorada divertido. Era una blusa morada con un corazón descuidado y un pantalón igual morado con murciélagos esparcidos. Más que malvada era adorable.

Alumbraban cómo podían el camino pero llegando casi a los baños vieron otra luz de otro corredor alarmando a ambos y Jelsen en un acto de paranoia empujó a la chica a otro corredor no muy amplio por lo que ambos quedaron a una corta distancia, pero lejos de incomodarse entre ellos pusieron la mano en la boca del otro para evitar hacer el menor ruido posible.

Se percataron que los pasos y la luz se alejaba y fue cuando pudieron respirar tranquilos dándose cuenta de la posición en la que estaban. Agradecieron a la oscuridad para no dejar al descubierto su sonrojo.

— Deberíamos... — ella dejó la frase en el aire producto de los nervios.

— Si. — El entendió que quiso decir y fue el primero en salir del estrecho lugar.

El resto del camino ninguno dijo nada más hasta que llegaron a la cocina sin encontrar absolutamente nada.

Se miraron entre ellos asustados y nerviosos.

No había ningún rastro de la masa de galletas.



( 👑 )



Corría escabulléndose por las afueras de Auradon prep, no tenía idea de que hora era, no debían de pasar más de las once, solo esperaba que el otro chico estuviera despierto.

Trataba de no lucir sopechoso, aunque no pudiera hacer mucho siendo que era una sombra paseándose a altas horas de la noche.

Cuando por fin vio la residencia a lo lejos suspiro aliviado y aceleró su paso hasta que tocó la puerta.

Estaba ansioso, aunque también asustado, no sabía en lo que se metía, estaba jugando con fuego y no quería pensar en las consecuencias, ni siquiera en lo graves que estas podían llegar a ser.

Toco nuevamente con más insistencia que antes.

Estaba desesperado, no veía otra salida a su problema. Era lo único que le quedaba y si fallaba no sabría que hacer. Pero como se lo había jurado a sí mismo, ya estaba en Auradon, con una oportunidad que jamás creyó tener y que no desaprovecharía. Aquel remedio le cayó del cielo, lo sintió casi como el destino.

Suspiro aliviado al ver la silueta de su amigo acercarse a la puerta.

Brutus abrió la entrada mientras se tallaba el ojo derecho adormilado y confundido por la presencia del chico en su casa.

— ¿Carlos? — preguntó con voz ronca.

— ¿Tienes horno? — Exclamó deseoso mientras mostraba un tazón con masa de galletas en sus manos.










Perdón por la demora pero ¿No le pasa que entre mas planeado tengan un capítulo más se tardan en escribirlo?

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