Truyen2U.Net quay lại rồi đây! Các bạn truy cập Truyen2U.Com. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

008

La noche estrellada se ve un poco opacada por las brillantes luces de los puestos mercantes en la bahía.

La brisa marina revuelve levemente el cabello de Rebekah.

Lleva distraída el borde del vaso a sus labios. Su espalda apoyada en el brazo del simple sillón de mimbre y sus pies  hallandose cómodamente en el regazo de Finn.

Un dedo distraído sobaba suavemente el surco de su hueso.

Su mente se permite divagar en la singular, pero pacífica noche.

Simplemente todo parecía cambiar en este punto. Y estaba más que ansiosa por explorar los inexplicables y desconocidos confines de este nuevo nexo.

De soslayo puede ver a Kol. Desparramado en su propia silla, su brazo derecho doblado en un incómodo ángulo, ubicando el vaso cerca de su mejilla y un libro en su regazo: el francés saliendo de sus labios tan fácil que lo confundirías con su lengua nativa; una maravilla.

Finn parece embelesado oyendolo sin comprender.

Extrañó a sus hermanos... Dividida entre el presente y el saber del futuro.

Ciertamente hay un largo recorrido entre los tres. Demasiados escenarios y dolorosas heridas del pasado por sanar de forma individual y en conjunto.

Finn, Kol y ella misma son considerados extraños; unidos delgadamente por la aleatoridad de sangre. Algo tan fuerte y único que, debido a los eventos pasados, no necesariamente aseguraban la unión de forma más que significativa.

Estaban en el proceso de algo tan cliché como unirse, sanar y fortalecerse.

Y realmente espera poder llegar a experimentar al Kol del futuro qué vio: probablemente el original más sensato, con una resiliencia admirable cabe destacar.

No todo ello había sido completamente mérito de Kol, hay una buena razón llamada Davina Claire para ello. Pero quiere creer que su hermano puede lograrlo por si solo: por supuesto, con ellos allí.

Los dos hermanos han estado discutiendo en voz baja, y la tensión en el aire es palpable. Lo que atrae su atención de las mansas masas de agua.

Su hermano mayor la mira también. Una mirada afable a su mirada confusa.

Kol interviene: —¿Nos vas a contar qué diablos pasa, o vamos a seguir siendo los últimos en saber?—

Rebekah lo mira con severidad, pero su tono es controlado.

—Estaba preparando algo importante. No tienen que preocuparse por cada pequeño movimiento que hago.— Dice con la esperanza de que lo dejen en paz. Pero, al igual que remar contracorriente, es inútil.

Finn, se adelanta antes de que Kol hable.

—Rebekah, no somos tontos. Sabemos que estás tramando algo grande, y no es de nuestro agrado que nos mantengas al margen. No somos simples peones para que nos llames cuando te convenga.— La mira fijamente.

Siente una punzada de culpa, sus labios se abren para explicarse rápidamente, pero las palabras no salen.

—No es eso. No quiero que piensen que los estoy subestimando. Pero esto es... complicado. Y muy peligroso.—

Kol, se cruza de brazos, su tono sarcástico, pero sus ojos brillan con una mezcla de preocupación y desafío;
—Ah, ahí está la palabra mágica: peligroso. ¿Y nos dejaste fuera porque...? ¿Querías salvarnos? Porque si es así, es una excusa bastante pobre, Bekah.—

Rebekah niega y abandona su posición para sentarse recta en un rincón, la altivez llega como una defensiva.

Kol no se detiene, alimentado por la mirada impaciente y reticente en Rebekah

—Nos lanzamos de cabeza a ese nido de víboras para sacarte de las garras de Tristan y su pandilla. Y ahora estamos aquí, con Aurora amordazada como un maldito trofeo. ¿Me vas a decir finalmente qué demonios estabas pensando?— Kol deja el libro a un lado. —Ya sabemos que tan arriesgado arriesgado es. No puedes enfrentarte a Klaus y a los De Martel al mismo tiempo, Bekah. No sin nosotros.—

Finn es el más contenido, pero con su paciencia al límite.

—Rebekah, casi mueres ahí. Si Kol y yo no hubiéramos intervenido, estarías en manos de los Strix, o peor, bajo el control de Klaus otra vez. Ya no estamos dispuestos a seguir así. Queremos apoyarte, Bekah.—

Kol, sonríe, esta vez con un brillo más peligroso en los ojos.
—Eso es, Finn. Dejemos de ser las piezas sacrificables en este juego familiar. Si vamos a hacer esto, vamos a ser los reyes de la partida.—

Rebekah niega suavemente. Aunque sabe que ya no llegará muy lejos.

Finalmente se relaja, asintiendo lentamente. Una pose derrotada qué casi atrae a sus hermanos a desistir. Parece más cansada que otros días.

—Tienen razón. Es hora de que los incluya desde el principio. No puedo seguir tratando de hacerlo sola. Ustedes merecen estar a mi lado en esto.— confiesa en voz baja. —No es tan simple como creen. Todo lo que hice fue por una razón... una razón mayor de lo que imaginan.—

Kol se cruza de brazos, su expresión oscura. —¿Mayor? ¿Y qué podría ser más importante que mantenernos con vida, eh? Porque me parece que estás jugando un juego muy peligroso, Bekah.—

—No más secretos. Si no confías en nosotros, entonces esto termina aquí.—

El mayor de los Mikaelson, se acerca, su tono grave, lo que sorprende a Rebekah y la obliga a retroceder, conteniendo el aliento. Echa un vistazo a Kol, quién no parece muy afectado por la demostración. Solo... es extraño.

Rebekah sabe muy bien de sus naturalezas dominantes, no dejando margen de discusión. Pero no creyó que lo utilizarían contra ella tan pronto esta misma noche.

Rebekah no era dominante, pero había algo en su gracia independiente, astuta e ingeniosa qué le hacía justicia. Rebekah no era una bestia en toda la regla como ellos, pero se consideraba por naturaleza, autoritaria y fuerte, un rasgo común en aquellas bestias orgullosas y absurdamente territoriales.

¿Dónde se equivocó al pensar qué sus hermanos serían muy diferentes?. 

Sus ojos se abren y lo miran con asombro. Sus manos se van a su regazo y su mirada la sigue. Sus pensamientos están por todas partes, sin embargo, una resuena en algo viable por el momento.

Rebekah, levanta la mirada, visiblemente cansada, pero con determinación. —Está bien... Tienen derecho a saberlo.—Lame sus labios y mira alrededor de la habitación. —He estado buscando romper la Trinidad... destruir el poder que Tristan, Lucien y Aurora han construido juntos.—

Kol en arca una ceja.
—¿La Trinidad? ¿Romper su vínculo? Eso no va a ser fácil. ¿Qué te hace pensar que tienes una oportunidad? Y si Klaus se entera de esto, no te lo perdonará.—

Esboza una leve sonrisa amarga.
—Klaus no tiene que saberlo. No por ahora. Pero escuchen... Lucien ha estado tomando muestras del vial mejorado a espaldas de Tristan y Aurora. Están más cerca de lo que pensábamos de perfeccionarlo. Lucien lo quiere para él, y cuando lo consiga, planea traicionarlos. Tristan no tiene ni idea.—

Finn la mira, más intrigado. Pero su vibra espeluznante sigue allí.

—Bueno, lo habías comentado en el bote.—

Rebekah hace una pausa, recordando.
—He estado observando, investigando. Mientras Klaus se enfocaba en mantener el control sobre nosotros, dejaba que la Trinidad creciera en poder. Pero su alianza no es tan fuerte como parece. Lucien siempre ha sido ambicioso... demasiado ambicioso. Él quiere el control absoluto, y eso incluye superar a Tristan. Pero lo que necesita es tiempo para perfeccionar el vial. Mi plan era usar a Aurora como moneda de cambio para desestabilizar su frágil alianza. Si puedo romper esa unión antes de que Lucien termine el vial... podríamos adelantarnos.—

Kol, dejando escapar una risa incrédula dice: —Así que querías causar una guerra entre ellos... No está mal. Muy maquiavélico de tu parte, Bekah. Pero eso aún no explica por qué no nos lo dijiste antes. Esto es grande, y si Lucien obtiene ese vial, estaremos en problemas.—

Rebekah mira a Kol con seriedad.
—No les dije antes porque no sabía si podía confiar en ustedes. Y no quería arriesgarlos... Pero lo entiendo ahora. Tienen razón. No puedo hacerlo sola. Les necesito.—

Finn parece más reflexivo y menos en su vibra de macho alfa. Lo que es un alivio.

—Destruir la Trinidad desde dentro es la única forma de asegurarnos de que no sean una amenaza para nosotros... o para Klaus. Pero esto sigue siendo muy arriesgado. Tristan no dejará que Aurora siga mucho tiempo con vida si se entera de que está en nuestras manos.—

—Aurora es nuestra carta más fuerte. Tristan la quiere de vuelta, pero no sabe lo que Lucien está planeando. Podemos jugar con ambos lados, dividirlos y debilitarlos antes de que nos ataquen. Si rompemos esa unión, Klaus perderá su mayor amenaza sin siquiera saber lo que estamos haciendo.—

Kol se pone de pie, sacude su cabello, su tono más suave pero aún con desconfianza:
—Todo este tiempo estuviste planeando una guerra... y nosotros éramos solo piezas en tu tablero. Supongo que no te importaba si moríamos en el proceso.—

Su cabeza se levanta rápidamente y lo mira, herida por sus palabras.
—Kol, nunca quise ponerlos en peligro. Lo hice porque no puedo seguir viviendo bajo el control de Klaus, de Tristan, o de nadie. Pero ahora... necesito que estén conmigo en esto.—

Kol, camina delante de sus hermanos, visiblemente en conflicto. Deja escapar un suspiro, resignado, pero aún con una chispa de su característico sarcasmo.

—Sabes que soy un desastre cuando se trata de confiar en otros. Pero si vamos a hacer esto... lo haremos bien. Y si eso significa hacer pedazos a Lucien, Aurora y Tristan... bueno, no me quejaré.—

Finn lleva su brazo a los hombros de su hermana y la atrae a él. Rebekah se deja estar, la barbilla de él sobre su cabeza.

—Entonces es un plan. Rompemos la Trinidad antes de que Lucien obtenga el control del vial mejorado. Pero si esto se tuerce, no habrá marcha atrás. Estamos jugando con fuego, Rebekah.— Determina Finn.

Rebekah se siente finalmente relajada. Un gran peso se libera sobre sus hombros, una cansancio se libera de sus huesos inmortales. Atrayendo el sueño a su sistema muerto.

—Lo sé. Pero si salimos victoriosos, Klaus nunca volverá a controlarnos... ni a nadie más.—

Kol levanta una comisura en una sonrisa astuta: —¿Y quién sabe? Quizás finalmente le enseñemos a nuestro querido hermano mayor lo que significa perder el poder.—

Finn observa a Kol.
—Pero lo primero es Aurora. Tristan la querrá de vuelta, y pronto. Necesitamos movernos rápido antes de que descubran que estamos usando a su hermana como cebo.—

—Entonces empecemos a planear. Si jugamos bien nuestras cartas, no solo sobreviviremos... sino que destruiremos la amenaza que ha estado sobre nosotros durante demasiado tiempo.—

Rebekah, estira una mano y toma una copa y la levanta, mirando a sus hermanos con una mezcla de gratitud y determinación.

—A nosotros. Y a enseñarle a Niklaus que ya no tiene el control.—

Kol blanquea los ojos y choca su vaso con el suyo. Entrega un vaso a Finn.

—A la victoria, o al caos. Lo que llegue primero.—

•••
Octubre, del 2011:
Mystic Falls, Virginia, EE.UU.

Klaus gruñe, mientras da vueltas en el gran salón de la mansión, mirando a las brujas con ojos inyectados de ira.

—¿Cuántas veces debo repetirlo? ¡Necesito encontrarla! Rebekah no puede estar muy lejos, la huelo, la siento... pero siempre se me escapa en el último momento.— Patea una silla, estrellandola contra la pared.

¡Maldita sea!

La actual Bruja Líder, responde con voz temblorosa, intentando mantener la calma: —Mi Señor Klaus, hemos realizado los hechizos de localización como nos pidió. Su hermana es astuta, pero no puede esconderse para siempre. El poder que usa para cubrirse de usted no durará mucho tiempo...—

Klaus se vuelve a ella con una sonrisa fría, sus ojos brillando de amenaza.

—Eso es exactamente lo que dijiste hace dos días. Y sin embargo, aquí estoy... sin mi querida hermana y sin los ataúdes.— Cierra los ojos brevemente, reprimiendo su creciente frustración. —¿Acaso debo recordarte lo que pasa cuando alguien falla conmigo?— Sonríe con cinismo.

La bruja de risos agacha la cabeza y aprieta sus labios con impotencia. Pero se obliga a hablar entre dientes.

-No, mi Señor. Haré lo que pueda para mejorar el hechizo, pero ella se está moviendo constantemente. Es difícil de rastrear, pero sus barreras mágicas no son infalibles.—

Klaus, desliza una daga que lleva en su abrigo, observando la hoja con calma perturbadora.

—¿Barreras mágicas? ¿Es eso lo que usa?— Ríe con amargura. — Oh, siempre tan confiada, mi dulce Rebekah. Cree que unos cuantos trucos de bruja serán suficientes para burlar a su hermano. — Se inclina sobre la bruja, susurrando. —Si no la encuentras pronto... te aseguro que lo pagarás caro. Y no me importa cuánto debas sacrificar para lograrlo.—

Uno de sus subordinados interviene con cautela, temiendo la ira de Klaus: —Mi Señor, hemos seguido todas las pistas, desde los pueblos cercanos hasta los continentes vecinos. Cada vez que creemos que estamos cerca, ella desaparece. Es como si supiera cuándo la estamos alcanzando.—

Klaus lo observa con frío desdén: —Por supuesto que lo sabe. Rebekah es una Mikaelson... — Sonríe con desprecio. — Y por eso mismo, la atraparé. Piensa que puede jugar conmigo, pero esto no es un juego. La voy a hacer sufrir por lo que ha hecho. La traición tiene un precio, y ella lo aprenderá muy pronto.—

Una joven, que permaneció al margen, se arma de valor para hablar, con la voz temblorosa.

—Mi Señor, si puedo... ella no solo está usando magia de protección, también está trabajando con otras brujas. Probablemente esté siendo asistida por un grupo que tiene conocimientos antiguos. Puede ser más difícil de encontrar de lo que imaginamos...—

Un repentino gruñido la interrumpe:
—¿Me estás diciendo que un montón de brujas insignificantes son más poderosas que yo?. —Se acerca a la joven, mirándola directamente a los ojos. —¿Es eso lo que crees?—

La joven retrocede un paso, aterrorizada.

-No, mi Señor. Lo que quiero decir es que... puede estar usando magia que es desconocida para nosotros. Quizás si cambiamos el enfoque...—

Klaus se inclina hacia ella, susurrando con una sonrisa peligrosa: —Oh, ¿quieres cambiar el enfoque? Bien, pero recuerda esto... si fallas, no será solo tu enfoque el que cambiaré.—

El subordinado anterior, interrumpe el posible desastre de sangre.

—Mi Señor, también hemos recibido informes de que se la vio en las afueras de Chicago. Parece estár moviéndose en círculos, lo que podría indicar que está jugando contigo, intentando desgastarte.—

Aunque sus declaraciones son audaces y posiblemente fuera de lugar, Klaus solo ríe sin humor, sus ojos brillando en ira y una promesa de muerte.

—Por supuesto que está jugando conmigo. Rebekah siempre ha sido una niña mimada, intentando demostrar su independencia. Pero esta vez ha ido demasiado lejos.— Se gira bruscamente hacia el fuego, mirando las llamas —No es solo una traición, es un desafío. Me robó los ataúdes... mis hermanos.—
Aprieta los puños con fuerza. —Y piensa que puede salirse con la suya.—

El hombre vuelve a hablar con cautela:
—¿Qué piensa hacer con los ataúdes, mi Señor? No puede ocultarlos para siempre.— Este es su subordinado más viejo y leal, puede inmiscuirse siempre y cuando lea las señales de peligro

No los mira, su voz fría y controlada.

—No, no puede. Y cuando la atrape, la haré pagar por cada segundo que me ha hecho perder.— Da un paso hacia el centro de la sala, mirando a todos con una sonrisa cruel. —Pero antes... voy a recuperar esas dagas. No solo quiero mis hermanos de vuelta, quiero ver su rostro cuando entienda que no hay escapatoria. Que el castigo está en camino.—

Se vuelve hacia la puerta, tomando su chaqueta del respaldo.

Al ver su retirada, la bruja líder se apresura a inclinarse.

—Prometo que reforzaremos los hechizos, mi Señor. La encontraremos y la traeremos ante usted.—

Klaus se digna a mirarla por última vez, con una mezcla de cansancio y furia latente.

—Espero que sí, porque mi paciencia se está agotando. Y cuando se acabe...—Pausa, su tono mortal. —Ya no necesitaré a ninguno de ustedes.—

La joven bruja tiembla. —Haremos lo que sea necesario. No fallaremos.—

Klaus da la vuelta, listo para irse, pero lanzando una última mirada al grupo.

—Más les vale. Porque la próxima vez que sienta que estoy cerca de ella... no permitiré que se me escape de nuevo. Y si alguna bruja osa interponerse... destruiré cada uno de sus pequeños trucos.— Su mirada es oscura, uan pequeña muestra de su sed de sangre. —Haré que Rebekah sufra de una manera que jamás podrá olvidar. Y entonces... la traeré de vuelta a donde pertenece.—

•••

Damon juguetea con el mango de la daga, una sonrisa burlona acompaña su travesura.

—Siempre he sido más del equipo "dejar a los Originales donde están". ¿Estás seguro de esto, Stefan? ¿Elijah? El tipo que es tan honorable que casi nos mata por "decencia"?—.

Stefan lo mira sin impresionarse.
—Elijah es nuestra única opción. Klaus está fuera de control, y ahora, con la noticia de Rebekah...— Hace una pausa, como si midiera el peso de lo que va a decir. — Necesitamos a alguien que pueda pensar con claridad. Klaus no escucha a nadie, pero Elijah podría mantenerlo bajo control.—

Damon, alza una ceja, sarcástico.
—Ah, sí, porque control y familia son palabras que siempre van de la mano en la familia Mikaelson. Pero está bien, si quieres despertar a otro vampiro loco, hagámoslo.—

—No tenemos otra opción. Y si Elijah está de nuestro lado, al menos tenemos una oportunidad de sobrevivir.—

Damon suspira mientras se inclina sobre el ataúd.
—Bien. Pero cuando esto salga mal, no digas que no te lo advertí.

Damon tira de la daga de roble blanco que está incrustada en el corazón de Elijah. El cuerpo inerte de Elijah comienza a reaccionar de inmediato, recuperando color, y en cuestión de segundos, los ojos del Original se abren lentamente, brillando con una mezcla de claridad y frialdad. Elijah se incorpora, su mirada observando a los Salvatore con calma calculada, sin rastro de sorpresa.

Elijah los sorprende con su voz suave pero afilada: —Damon. Stefan. ¿Cuánto tiempo ha pasado?— Se incorpora lentamente, frotándose el pecho donde la daga estaba antes, como si fuera un pequeño inconveniente más que un dolor —Y más importante, ¿por qué debería confiar en ustedes dos para despertarme?—

Damon, con una sonrisa de medio lado, se encoge de hombros.

—Oh, ya sabes, lo usual. Klaus sigue siendo Klaus. Nosotros seguimos siendo nosotros. Y tú... bueno, necesitábamos a alguien que pudiera poner a tu hermano en su lugar. Lo que, por cierto, no ha sido fácil últimamente.—

Stefan interviene en el tonto y provocador juego de palabras:
—Klaus ha estado... inestable. Su plan de crear un ejército de híbridos está fallando. Pero ahora las cosas se han complicado más. Hay algo que necesitas saber.—

El original los mira serio, pero atento.

—¿Complicado, dices? Klaus nunca fue de los que siguieran un camino sencillo. — Sus ojos se estrechan ligeramente — ¿Qué ha hecho ahora?—.

Damon, con una sonrisa burlona, saboreando la revelación: —No es tanto lo que él ha hecho... sino lo que Rebekah Mikaelson ha hecho.—

Su expresión cambia mínimamente, pero sigue siendo cauteloso.

—¿Rebekah?— Mira directamente a Damon, sus ojos más afilados —¿Qué sucede con mi hermana?—.

Stefan se apresura a revelar, cortando la tensión de una sola vez: —Ha robado dos de los ataúdes de Klaus. Los de Kol y Finn, supongo. Y ha desaparecido. Nadie sabe dónde está. Klaus la está buscando por todas partes.—

Elijah, con una calma imperturbable, procesa la información.

—¿Robó los ataúdes...?— Hace una pausa, como si todo encajara lentamente en su mente. —Mi hermana siempre ha sido impulsiva, pero esto... esto es más que un simple acto de rebeldía.—

Damon cruza los brazos, con tono sarcástico: —Sí, bueno, parece que Rebekah finalmente tuvo suficiente de la terapia de puñaladas de Klaus y decidió tomar el asunto en sus propias manos. Ahora Klaus está furioso. Y cuando digo furioso, me refiero a nivel "quiero destruir todo a mi paso" furioso.— Recalca.

—Si Rebekah ha robado esos ataúdes, sabe que está provocando algo más grande que la ira de Klaus. Esto es una declaración... y una muy peligrosa.—

Stefan, con tono más urgente, dice:
—Por eso te despertamos, Elijah. Klaus no puede ser detenido solo con fuerza. Pero tú... tú eres el único que puede hablar con él, quizás calmarlo antes de que todo se salga de control. Si lo atacamos directamente, solo empeorará las cosas.—

Elijah, mira fijamente a Stefan, su mente trabajando rápidamente.

—Calmar a Klaus nunca ha sido una tarea sencilla. Y ahora, si está tan desesperado como dicen...— Hace una pausa, su mirada se oscurece. —Está más cerca que nunca de la destrucción total, incluso para nosotros.—

Damon, sonríe de lado, pero con un toque de seriedad.

—Exactamente. Así que, ¿qué dices, querido amigo? ¿Nos ayudas a lidiar con el loco de tu hermano antes de que destruya medio planeta... o al menos, a nosotros?—

Elijah, esboza una pequeña sonrisa que no alcanza sus ojos astutos.
—Ustedes dos no me despertaron por altruismo. Tienen un interés propio en esto, eso lo sé. Pero también entiendo que si Rebekah está involucrada, las cosas son más delicadas de lo que aparentan... Ella no es estúpida. Si ha robado los ataúdes, tiene un plan. Y eso me intriga.—

—¿Qué estás pensando, Elijah?— Inquiere, Stefan.

Elijah lo mira, su tono calculador.
—Rebekah nunca actúa sin una razón. Si ha tomado estos riesgos, hay algo más en juego. Algo que no vemos aún. Y si eso significa que tengo que poner a Klaus en su lugar una vez más...— Se detiene. —Entonces, lo haré.—

Damon, arquea una ceja, interesado:
—Oh, vamos, sé que hay más que eso. ¿Cuál es tu jugada aquí, Elijah?—

—Damon, siempre tan directo. Mi jugada, como tú dices, es asegurarme de que esta familia no se destruya a sí misma... al menos no antes de que yo lo decida. Klaus puede ser irracional, pero yo no lo soy. Rebekah está moviendo piezas en este tablero, y no la dejaré jugar sola.—

Stefan, asiente con un suspiro de alivio:
—Entonces, ¿nos ayudarás?—

El original realiza una ligera inclinación de cabeza, enigmático.

—Ayudaré, pero no como ustedes esperan. Klaus puede ser mi hermano, pero también es mi responsabilidad. Si debo detenerlo, lo haré a mi manera.— sus ojos brillando con determinación —Y cuando encuentre a Rebekah, la haré entender lo que ha provocado.—

Damon ríe suavemente, mientras cruza los brazos.
—Sabía que había un "pero". Bueno, por lo menos estás en marcha, y no somos nosotros los que vamos a tener que enfrentarlo solos.—

Elijah mira a Damon con una sonrisa irónica:
—No subestimen lo que significa enfrentarse a Klaus. Esto no será solo una batalla... será una guerra. Y en las guerras, Damon, siempre hay pérdidas.— Se vuelve hacia la salida, listo para moverse. —Prepárense.—

—¿Sientes eso?— Damon odia ser el cerebro aquí. —Hemos comenzado algo mucho más peligroso.— susurra a su hermano. La preocupación se abre paso en sus rasgos.

•••

Mientras camina por las húmedas calles de Mystic Falls, la mente de Elijah trabaja rápidamente. La noticia de que Rebekah ha robado los ataúdes de Kol y Finn le preocupa, no tanto por el acto en sí, sino por lo que revela: Rebekah está dispuesta a arriesgarlo todo para desafiar a Klaus. Eso es lo que realmente inquieta a Elijah. No es solo una rebelión impulsiva, es una declaración de guerra entre hermanos, y el equilibrio de poder dentro de su familia está a punto de tambalearse.

Elijah, siempre racional y calculador, sabe que no puede permitir que la situación se descontrole. Por un lado, Klaus es impredecible, peligroso y, en su estado actual, más inestable que nunca. Por otro, Rebekah, aunque impulsiva, tiene una astucia que no debe subestimarse. Si está moviendo los ataúdes de Kol y Finn, significa que está jugando un juego a largo plazo, y eso lo intriga.

Rebekah nunca fue tan impulsiva como para hacer algo de esta magnitud sin una razón sólida... No, hay algo más en marcha.

Klaus ya es una amenaza, pero lo único preocupante es qué tan lejos está dispuesta a llegar Rebekah esta vez. Lo que más temía no es el odio de Klaus, sino el rencor que Rebekah ha albergado durante siglos. Y si está buscando romper el ciclo de sometimiento, no habrá marcha atrás...

Está atrapado entre el deber de proteger a su familia y la urgencia de evitar que se destruyan entre ellos. No solo quiere frenar la furia de Klaus; quiere entender las verdaderas intenciones de Rebekah.

Elijah llega a la imponente mansión donde Klaus ha estado planeando su próxima jugada. El ambiente dentro de la casa es tenso, casi sofocante. Subordinados y brujas pasan apresurados, evitando siquiera cruzarse con la mirada de Klaus, cuyo temperamento es aún más explosivo desde la traición de Rebekah.

Klaus está de pie junto a una mesa, mirando un mapa con varias marcas, sus puños cerrados de rabia contenida. Elijah entra sin hacer ruido, pero Klaus percibe su presencia al instante.

No lo mira, pero habla voz baja y contenida de furia: —Has decidido unirte a la fiesta, hermano. ¿Vienes a regañarme o a unirte a la caza de nuestra querida Rebekah?—.

Elijah cruza los brazos, calmado.

—Me enteré de lo que ha hecho Rebekah. Es preocupante, pero lo que más me inquieta es tu reacción. No lograrás nada si la destruyes en un arrebato de furia.—

Klaus levanta lentamente la vista, su mirada encendida.

—¡Me ha traicionado, Elijah! Se llevó a Kol y Finn. ¡Robó lo único que me permitía mantener control sobre ellos! ¡Debo encontrarla antes de que destruya todo lo que he construido!— Espeta entre dientes.

Elijah, siempre el cerebro de la operación, haba una calma calculada, observando a Klaus.
—Entiendo tu enojo, pero reaccionar impulsivamente solo te hará perder más. Rebekah está jugando a algo más grande que simplemente huir. Si te lanzas ciegamente tras ella, podrías caer en su trampa. ¿No lo ves? Todo esto tiene un propósito, y si te precipitas, serás tú quien lo pague.—

Klaus frunce el ceño, inseguro por un momento, pero aún furioso.

—¿Una trampa? ¿Rebekah?— Ríe amargamente. —No subestimo su astucia, pero esta vez, se ha sobrepasado. Yo la encontraré... y se arrepentirá.—

—Y cuando la encuentres, ¿qué harás? ¿Le clavarás otra daga en el corazón? ¿Repetirás el ciclo que tanto has buscado romper?—

Klaus se acerca a Elijah, su ira palpable, pero su voz ahora baja y peligrosa:
—No lo entiendes, Elijah. Ella tomó algo mío. No puedo permitir que se salga con la suya.—

Elijah se mantiene imperturbable.
—No se trata solo de los ataúdes, Klaus. Hay algo más en juego. Rebekah no es una niña caprichosa que busca castigos. Si ha hecho esto, es porque tiene un plan... y si no somos cautelosos, ese plan podría destruirnos a todos.—

Klaus, se detiene, lo mira a los ojos, intentando leer a su hermano.

Empieza lentamente. —¿Qué sugieres entonces, querido hermano? ¿Que me siente pacientemente y espere mientras mi propia hermana desmantela mi vida?—

Elijah replica una pequeña sonrisa astuta: —No... sugiero que la dejemos creer que está ganando... mientras nosotros hacemos nuestros propios movimientos. Si la atacas de frente, perderás. Pero si juegas con paciencia, como siempre has sabido hacer, podrías recuperar mucho más de lo que ella te ha quitado.—

Los ojos de su hermano híbrido brillan de de furia. Nada parece amainar las sensaciones agobiantes en su inerte corazón. Pero, por un momento, en medio de su reflexión, se destensa.

—Jugar a largo plazo...— Se detiene y vuelve los ojos a su hermano mayor. —Está bien, Elijah. Pero si fallamos, será tu cabeza la que rodará primero.—

El mayor no se inmuta.
—No fallaremos. Y cuando todo termine, habremos asegurado nuestro lugar en la cima, no solo contra Rebekah, sino contra todos los que se atrevan a desafiar a esta familia.—

Klaus sonríe de manera sucia y diabólica, un brillo cómplice en sus ojos maníacos.

Elijah ya ha comenzado a tramar su propio plan. Mientras su hermano busca a Rebekah con toda su furia, Elijah observará, astuto y paciente, preparado para mover sus propias piezas en este peligroso juego familiar.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Com