02 .ᐟ bienvenido a Tommen
555 'Tadhg ;;
12 de septiembre del 2005 #🪽
Me siento como un puto maniquí al que le están cambiando la ropa para colocarlo en el escaparate.
Efectivamente, estoy en el enorme vestidor de Edel Kavanagh, probándome el uniforme del Tommen College, el nuevo instituto al que Joey y yo hemos sido obligados a ir.
Bueno, más bien solo yo. Joey a vuelto hace poco del centro de rehabilitación y aún está un poco disociado de la realidad. He intentado hablar con él, pero ahora mismo no dice más de dos o tres frases seguidas.
— ¡Estás guapísimo! — Edel me mira con los ojos llenos de brillo y con una cinta métrica en la mano.
Miro mi reflejo en el enorme espejo. Joder, me voy a asfixiar con la corbata esta. A través del espejo, veo como se posiciona a mi lado y me pone una mano en el cabello rubio, alborotándolo. Creo que ve mi expresión de horror así que se apiada de mí y me afloja un poco el nudo de la corbata. Dejo que mis pulmones se llenen por completo y reprimo las ganas de toser. No tenía que haber empezado a fumar este verano.
— ¿Tienes ganas de empezar? — Pregunta Edel. Niego con la cabeza. — Se que es difícil para ti, pero solo te pido no tener que ir a recogerte a dirección el primer día.
Me giro a mirarla.
— ¿Qué mierda de autocontrol crees que tengo?
Me da una colleja.
— Esa boca.
— Auch — Me rasco la nuca.
— Eres un buen chico, pero tienes la mecha corta.
Como Joey.
— Un día — Acepto.
El sonríe con ternura, me meto las manos al bolsillo intentando — sin éxito— no sentirme incómodo.
— Si puede ser más, pues más. No hace falta ir justitos.
Aprieto los labios mientras asiento.
— Más — Vuelvo a ceder. — Lo pillo, Edel. No problemas.
— Así me gusta.
Ella me estrella contra su pecho y yo me aguanto las ganas de llorar.
Quiero a Edel, ha echo mucho por mí y por mis hermanos, sobretodo por Joey. Pero yo ya tengo una madre. O al menos la tenía.
Puede Sean sí pueda llegar a llamarla mamá, a sentir que lo es. Hasta Ollie puede llegar a hacerlo. No les juzgaré si lo hacen. Pero yo no.
Mi madre no fue la mejor, ni si quiera fue una madre decente. Al contrario, fue una madre de mierda. Dejó que papá nos moliera a palos mientras ella nos rompía aún más con sus palabras.
— ¿Tadhg?
Cuando me doy cuenta, Edel me tiene agarrado por los hombros y me tambalea de un lado a otro. Muevo la cabeza para obligarme a reaccionar y pestañeo varias veces para no llorar.
— Estoy bien, estoy bien.
— Tadhg...
— Todo bien, Edel — Me aparto de ella y agarro la mochila tirada en el suelo. — Tengo que irme a clase. No querrás que llegue tarde el primer día.
Ella iba a decir algo más pero se frena en seco cuando se da cuenta de que yo no estoy dispuesto a soltar prenda sobre el tema. No lo he echo desde que ocurrió. Ni con ella, ni con nadie. Me basto yo solo para aguantar mis mierdas.
— ¿Tadhg Lynch?
Me giro y veo a un tío con el pelo rubio oscuro, más o menos igual de alto que yo y con los ojos marrones está mirándome fijamente. Apoyado en uno de los muchos coches lujosos del parking del Tommen College, sujeta un cigarro en su mano izquierda.
— ¿Como sabes mi nombre? — Aprieto la cuerda de la mochila que llevo colgada en un hombro.
Da una calada lenta.
— Digamos que tu hermana y su novio no pasan desapercibidos por aquí — Expulsa el humo.
Suspiro.
— Si vas a empezar a jo...
— ¿Quieres? — Me tiene el cigarro. — Cian Higgins.
Lo pienso unos segundos.
— Tadhg Lynch.
Sin mucho que decir, acepto el cigarro que me tiende y junto a él, me apoyo en el lujoso coche. Pasamos aproximadamente unos quince minutos fumándonos ese cigarro y otro más. Entre calada y calada, me explica cómo funciona toda esta mierda del colegio de ricos.
— ¿De quién es ese coche?
— De los Wilkinson, dos de ellos van a nuestra clase.
— Tienen apellido de gilipollas.
Me da una palmada en el hombro, por instinto, aprieto los puños.
— Oh, créeme amigo, lo son — Tira el cigarro al suelo y lo pisa. — ¿Vamos?
Estoy apoyado en la que es mi nueva taquilla en el colegio de niños ricos, con Cian, un chico al que me han presentado como Niall Moore — pelinegro, ojos marrones y medianamente alto — y otro al que han llamado Eoghan Wilkinson.
Y si, efectivamente, es bastante gilipollas. En los diez minutos que llevo frente a él, he tenido al menos veinte pensamientos intrusivos de meterle la cabeza en la taquilla y cerrar la puerta una y otra vez hasta hacerle llorar como un niño pequeño.
Se ha estado quejando por no haber ido de vacaciones a Portugal solo por que su hermana mayor, una tal Bella, quería ir a España. Mientras que el crío se queja, Cian y yo hemos estado compartiendo la misma mirada de "por favor, cierra la puta boca".
— Miradla, ahí va. Es como una jodida diosa.
— Como el vino — Concede Niall.
Al imbécil de Wilkinson casi se le cae la baba. Cian me da un golpe en el hombro y señala a la rubia que camina enganchada del brazo de una pelirroja. Pero mis ojos no se centran en la pelirroja.
No, mis ojos van a parar a la rubia con dos trenzas atadas con lacitos. Es baja, delgada y unas curvas jodidamente peligrosas. Las piernas envueltas en unas medias azul marino hacen que casi pierda la cabeza.
Eoghan chasquea los dedos en mi cara, haciéndome perder las maravillosas vistas.
— Espabila. Una tía como Jenna Wilmot no te haría caso ni en un millón de años.
Escucho un "Uuooohh" de los chicos a mi alrededor.
Este quiere juego.
— Ah, ¿si?
Asiente muy seguro de sus palabras. En lugar de darle un puñetazo, decido hacer feliz a Edel y aguantar un día.
Me relamo los labios y vuelvo mi vista a la rubia con piernas de infarto que tengo al otro lado del pasillo.
— ¡Oye rubia! — Alzo la voz y todo el pasillo nos mira. Sonrío de forma pícara y mantengo mis ojos en ella, como si no hubiera nadie más. — Bonitas piernas.
Sin esperar reacción de la rubia, me giro a mirar Eoghan, quien tiene cara de querer ahorcarme.
Mi mirada se transforma en una desafiante y me acerco a él, que tiene que alzar levemente la cabeza para mirarme.
— Espabila colega — Le doy un toquecito en la cara. — Por qué ha empezado el juego.
Sin decir más y disfrutando de las ovaciones de los de mi alrededor, me vuelvo a colgar la mochila al hombro y empiezo a andar por el pasillo. Cian y Niall no tardan en aparecer a ambos de mis lados.
— ¿Eres consciente de que le acabas de declarar la guerra a uno de los más ricos del Tommen?
— Que intente algo si tiene huevos.
Nada más llegar a la puerta de clase, un profesor el cual ya no recuerdo su nombre, me para y empieza a hablarme de su asignatura. ¿Economía? Si, eso creo. Me veo obligado a decirle mi nombre y hacer como que me interesa lo que sea que me esté contando. Pequeños asentamientos y respuestas escuetas son todo lo que recibe por mi parte. Cuando por fin entra a clase, yo sigo haciendo como que me interesa su gran conversación sobre las subidas de precios y él me mira como si fuera a ser su nuevo alumno favorito.
— ¡Chicos! — El profesor llama la atención dando una palmada. — Aprovechando que es el primer día del segundo año, os presento a vuestro nuevo compañero, Tadhg Lynch. Eh, Lynch, por favor, siéntate en la fila del fondo, junto a la señorita Wilmot.
Miro a la chica que a señalado. La rubia, bingo.
A Wilkinson casi se le cae la boca al suelo y Cian le da una palmadita en la espalda mientras él y Niall se ríen de él sin ningún tipo de piedad.
Puede que estos dos empiecen a caerme bien.
Sin molestarme en bajar la cabeza o mirar a alguien más que a mi nueva compañera de pupitre, paseo por la clase hasta llegar a mi objetivo y sentarme recostado en la silla.
— Rubia — Saludo intentando no parecer demasiado interesado.
— Me llamo Jenna — Corrige.
Tiene carácter, pero yo más.
— Rubia me gusta más.
Bostezo y aprovecho para soltarme un poco el nudo de la corbata. Veo de reojo como la rubia mueve la silla disimuladamente para alejarse.
¿La estoy poniendo nerviosa?
— No muerdo.
— No quiero arriesgarme. Haber si me pegas la rabia.
La miro por primera vez desde que me he sentado y no puedo evitar alzar las cejas sorprendido.
¿Qué cojones acababa de decir?
— ¿Acabas de llamarme perro?
— Llámame por mi nombre nombre y yo te llamaré por el tuyo.
Si quiere jugar, vamos a jugar.
— Me quedo con rubia.
— Vale, Lynchy.
— Lynch.
— Me quedo con Lynchy.
Decido no discutir más cuando veo a Wilkinson lanzándome pequeñas miradas.
Joey se sentiría tremendamente orgulloso solo de saber que no he dejado que me intimiden solo por ser de un barrio bajo.
El camino de vuelta a casa a sido peor de lo que pensaba. He tenido que soportar a Johnny intentando darme conversación sobre mi primer día mientras Shannon me atravesaba con la mirada en silencio.
Cuando llegamos a la puerta de casa de los Kavanagh, a Johnny no le da tiempo a sacar la llaves por que su madre se adelanta, abre la puerta y me sonríe como si acabase de ganar el torneo de Hurling más importante de todo Cork.
A juzgar por esa sonrisa, a Joey también le ha ido bien.
— ¿Y bien? — Pregunta jugueteando con un utensilio de cocina.
Recuerdo sus palabras de esta mañana.
— No voy justito, Edel.
Ella aplaude con felicidad y a mi hermana se le dibuja una pequeña sonrisa que me hace sentir un poquito más feliz.
— Sabe defenderse. Le he enseñado yo.
Veo como la sonrisa de Edel se ensancha aún más y ya se lo que eso significa. Me doy la vuelta.
— ¡Joe!
Voy corriendo a abrazar a mi hermano.
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