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CAPÍTULO DOCE
DON'T FUCK WITH MY FREEDOM
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SENTÍA QUE LA felicidad y ella eran poco compatibles, errores y arrepentimientos eran sus únicos consuelos y frustraciones en aquellas noches de soledad donde su anterior vida era lo único que rondaba por su mente.
FLASHBACK
No sabía muy bien lo que hacía ese día en el elegante palacio de su mejor amigo, pero no se quejaba, así podía estar cerca de él más tiempo después de todo el rato que estuvo lejos de él.
Elio había ido a la guerra de su país, liderando, por dos años, su única comunicación con él eran telegramas los cuales eran aún guardados por ella, pues eran solamente cartas de amor, en cada una de ellas el castaño no paraba de escribir cuanto ansiaba verla y volver a sentir sus labios.
Necesitaba de ello nuevamente, antes de irse le rogó que no fuera pero él insistió en asistir a sus soldados. Esa noche finalmente después de catorce años de convivencia se declararon su amor y se despidieron con el primer beso de ambos. Y cuando llegó su bienvenida fue una de las fiestas del siglo donde ella misma se ofreció a cantarle al nuevo héroe de Escocía.
Lo buscaba ansiosa entre las personas hasta que sintió unas manos en su cintura que la alzaron levemente, pues su gran vestido azul era muy pesado. Giró con una sonrisa encontrándose con el castaño del cual estaba enamorada y lo abrazó por el cuello con efusividad.
— Te ves hermosa. — Fue lo primero que dijo haciéndola sonrojarse y por ello apretó más su agarre sin querer soltarse para que no la viera igual a un tomate.
— Gracias... — susurro — ¿A que se debe esta ceremonia? — se separó de él mirándolo expectante.
— Celebraremos una unión. — Sonrió sin mostrar los dientes a lo cual ella enmarcó una ceja mirándolo curiosa.
— ¿De quién? — Miró a su alrededor buscando algún invitado con aires de casamiento más no logró visualizar algo sospechoso, lo que la hizo sacudir su cabeza alejando aquello de su mente para después tomar un poco de valentía e intentar volver a confesarle su amor a Elio, quería volver a sentirse así.
Con su amor sabía que era posible, la miraba de una forma tan especial haciéndola sentir la única chica en el mundo, ese brillo en sus ojos la hacía volar entre las nubes y cerciorar todo su amor mutuo.
— Te extrañe, tonto. — dijo burlona volviéndolo a abrazarlo y él rió.
— Nos vimos hace dos días...
— Para mi, dos días sin ti se sienten como una vida. — Lo miró con una sonrisa triste — No se que sería de mi si tu alguna vez llegas a hacerme falta, no quiero imaginarme una existencia tan vacía.
— ¿Eso significó para ti? — La miró sorprendido y con una sonrisa apareciendo en su rostro.
— Sinceramente creo que fui algo corta de palabras para expresar todo lo que siento por ti.
— Yo... al estar tanto tiempo lejos, reflexione varias cosas.
— ¿Ah, si? — fingió una sonrisa ocultando el pinchazo que sintió en su pecho al ver como él cambiaba de tema ignorando sus palabras — ¿Cómo el qué?
— Que estoy harto de juegos... — Lo miró ceñuda — Cansado de esperar y buscar el momento perfecto, estoy decidido a hacer cualquier momento, el indicado para ti.
— ¿A-A qué te refieres? — preguntó extrañada mientras que él tomaba sus manos.
Entonces abrió la boca sorprendida al ver la acción de Elio.
Se arrodilló frente a ella.
— En el momento que tú dijiste lo que sentías por mi lo entendí todo, no puedo esperar más por tenerte a mi lado, aunque sean sólo minutos. — río levemente ante su propia impaciencia y en cómo días de preparación se fueron a la basura por su impulso — Yo igual tenía algo preparado, pero prefiero hablarte desde el fondo de mi corazón para decirte que te amo. — Sus ojos se volvieron aguados y tomó su pecho encantada — Lo único que me mantuvo vivo estos dos últimos años fue el vivo pensamiento de que tendría que volver a verte, quería volver a deslumbrarme con tu bella sonrisa y tus hermosos ojos todos los días, seguir probando tus labios como la primera vez. — El también llegó a sentir pequeñas gotas en sus ojos pero rápidamente parpadeó repetidamente alejándolas — Necesito en mi vida tu humor, tu carácter, tu fuerza y todas tus cualidades perfectamente imperfectas... — Soltó un gran suspiro mientras que la pelinegra sentía un río completo bajar por sus ojos sin darse cuenta de las personas que los observaban alrededor — Iris Vandelize... ¿quieres ser mi esposa?
La chica sintió como explotaba por dentro, quería gritar, llorar y reír. Su lengua se paralizó por completo de la emoción y el nudo en su garganta cortaba su respiración.
Segundos después de salir de su corto shock logró reír levemente para después asentir con la cabeza haciendo que el chico frente a ella sonría aliviado y contento.
Ambos se miraron incrédulos y luego el corrió a abrazarla y cargarla dando vueltas por todo el lugar hasta que finalmente sellaron su compromiso con un hermoso y romántico beso.
FIN DEL FLASHBACK
Sollozo fuertemente tocando su pecho. Dolía demasiado.
Miró el bello diamante en su antiguo anillo de compromiso junto al de bodas de forma borrosa y rojiza debido a sus lágrimas, lo peor de todo es que no podía usarlos en público porque ¿qué supuesta adolescente de diecisiete años en pleno dos mil veinte estaba casada?
Los guardo con delicadeza en su joyero para después abrazar este mismo aferrándose al recuerdo de su antiguo amor.
No sabía que tan cierto era que Dios tenía siempre en la mira al hombre, solo esperaba que lo suficiente para que él desgraciado que la condenó a separarse de Elio estuviera pagando bastante caro.
Aveces solo quería morir para reunirse con él si es que podría parar en algún lugar después de dejar de existir.
Entonces recordó a su madre, la mujer más increíble que conoció, era igual de hermosa que ella y aprendió todo lo que necesitaba, nunca necesito un moderno empoderamiento femenino, para ella siempre fue cosa de actitud, mover bien sus cartas y codearse de la gente correcta aunque era consciente de que no para todas era igual.
Tenía pocos recuerdos de su padre, lo poco que lo llegó a conocer es que era algo idiota, más ello fue aprovechado por su madre que fácilmente lo manipulaba tomando las buenas desiciones para el pueblo y él a sus órdenes las acataba. Y cuando ella tenía aproximadamente diez años murió en la guerra. Ni siquiera lloro su muerte.
Su madre le decía que siempre tuviera la frente en alto, que no actuara como una damisela inocente y frágil, las lideres debían tener la cabeza en su lugar y no fantaseando con cuentos de princesas, sino pelear por su pueblo y creencias. Que todo lo que un hombre pudiera hacer ella podría hacerlo mucho mejor. La frase que más recordaba de ella era:
"Los hombres son buenos en la guerra,
pero malos en las decisiones del pueblo."
De tantas lecciones siempre creyó que terminaría igual que ella y controlaría a su futuro esposo por el bien de los demás pero no fue necesario, Elio siempre fue un monarca justo y amable, claro que en ciertas ocasiones ella intervenía en sus desiciones pero no siempre, no se casó con un niño que debía cuidar todo el tiempo.
— Te extraño tanto, mi amor...
No tenía ánimos de nada. Había estado bien los últimos días, tuvo un progreso y una distracción con todo el asunto del plan y su integración al grupo de Zed pero por la noche nuevamente recordó a Elio y aquello simplemente la hacía sentir miserable, tenía ganas de desaparecer.
Miró a lo lejos a Wyatt hablando con Zed y rodó los ojos bajo sus lentes. Realmente ese día no quería hablar ni ver a nadie pero gracias al compromiso en que la metió Morrigan debía hacerlo.
Se encaminó hacia ellos pero metros antes de llegar una peli blanca acompañada de una morena se interpusieron en su camino. Hizo una mueca de disgusto sin disimular.
Rosita fresita y compañía.
La primera tenía un rostro preocupado mientras que la segunda parecía estar fastidiada con su presencia, eso la hizo sentir un poco mejor.
— ¿Qué quieren? — preguntó seria y con tono cansado.
Se miraron entre ellas peleando con gestos para decidir quien le diría y al esperar cinco segundos la pelinegra se hartó.
— No tengo tiempo para sus juegos. — Se abrió paso entre ellas siguiendo con su caminata después de haber perdido de vista al hombre lobo y al zombie cuando la voz de Addison a sus espaldas la hizo detenerse de nuevo.
— ¡Necesitamos tu ayuda! — giró sobre sus talones murándolas con el ceño fruncido.
— ¿Mi ayuda? — preguntó confundida a lo cual ambas chicas asintieron — ¿Para qué?
Pregunto por simple educación pero desde ese momento ya estaba considerando negarse. Ese día precisamente tenía un pésimo humor como para soportarlas con su felicidad y buenos deseos.
— Hay un problema y-
— Bueno, también yo tengo uno y no estoy pidiendo limosnas. — Volvió a girarse dispuesta a irse pero esta vez el par de porristas se pusieron frente a ella.
Debían juntar a todas las chicas de la escuela si o si.
— Nicolette todos tenemos problemas y- — Comenzó la peli blanca en un intento en vano por convencerla pero la pelinegra volvió a interrumpirla.
— No, Addison. — La cortó con voz dura, no tenía idea de lo que sufría en ese momento como para querer llevarla a tener compasión por algún tonto desamparado — Cállate por esta vez en tu vida. — La miró molesta haciendo que la porrista retrocediera.
Sabía que ella no tenía la culpa de su enojo en aquel momento, ni siquiera el que ella esté viviendo una miseria como inmortal pero su insistencia la orilló a eso, quería simplemente sacársela de encima, estuvo en el lugar y momento equivocado para su suerte.
— Tu padre es jefe de policía, tu madre la alcaldesa, eres líder de porristas y buena estudiante además de que tu novio es cariñoso y atento contigo sin contar que es el capitan del equipo de fútbol y del consejo estudiantil. — enumeró con sarcasmo — Tus problemas no se comparan con los míos ¿qué es para tanto? — se cruzó de brazos mirándolas expectante — ¿No pudiste dar una buena voltereta?
Nicolette bufo al no escuchar respuesta mientras que Addison apretó los labios molesta. Era consiente que sería difícil convencerla pero ni siquiera plantearon la situación cuando ella las mandó a volar sin razón, y lo hubiera soportado tratándose de ella pero esta vez el mundo no giraba alrededor de ninguna de las dos por lo que se cabreo inmediatamente.
— No es sobre mi... — dijo lentamente apretando sus dientes — Es por todas las chicas de Seabrooke High. — Aclaró mientras que Nicolette enmarcó una ceja poniéndole atención de mala gana — Hay un chico en el equipo de natación que ha estado acosando a varias chicas... — Para este momento la pelinegra la miró con los ojos bien abiertos más su expresión seria no cambio mucho — Y acaba de echar a una del equipo por no... — Colette siguió mirándola esperando a que terminara pero le era dificl para ella decirlo — ...no querer tener sexo con el.
— Creí que el equipo era masculino. — Bree rodó los ojos al ver que fue lo único que dijo después de toda esa información.
— Exacto. — La morena le sonrió hipócritamente mientras que la pelinegra la miró raro sin entender ni importarle — Necesitamos tu ayuda. — Hablo con pesar.
No quería que ella se entrometiera en ese asunto, ni siquiera quería pedirle ayuda sabiendo que no le importaba nadie más que ella pero Addison insistió queriendo reunir a todas la chicas de la escuela para así crear un fuerte impacto.
— No hago actos de caridad. — Dio por terminada la discusión y a punto de irse Addison la detuvo sujetándola del brazo.
— Queremos ir a quejarnos con el director o exponerlo en el periódico de la escuela. — explicó rápido su plan esperando que cambiara de opinión.
— Suenas a alguien que sigue las reglas. — Mencionó con una mueca aburrida — Y mi pasatiempo favorito es romperlas.
La peli blanca respiro hondo tratando de no perder la calma.
— Por favor, de verdad necesitamos tu ayuda.
Estaba por volver a quejarse pero de repente a espaldas de ambas chicas pudo divisar a la zombie Eliza, creía que se llamaba, pegando un cartel en varios casilleros, cuando pasó otra de cabello verde juntaron sus manos en un saludo como diciendo "fuerza zombie". Y a los pocos segundos igual noto como Wyatt se acercaba pareciendo felicitarla por los carteles.
Entonces recordó lo que le dijo Bucky sobre ella y sus gustos por hacer protestas y marchas para defender a otros. Wyatt parecía contento con ellos y era lo que necesitaba ganar aunque comenzaba a odiar el hecho de tener que hacer demasiadas cosas para ganar su atención como si la necesitara.
Suspiro frustrada.
— Bien, — rodó los ojos mientras que las chicas frente a ella sonrieron — pero tendrán que hacerlo a mi manera.
El par la miró entre extrañadas y asustadas mientras que una sonrisa malvada comenzaba a extenderse en el rostro de Nicolette.
Llegaron al gimnasio con Nicolette por delante mirando a su alrededor desconcertada de encontrarse literalmente a todas las chicas de la escuela en el lugar, tanto humanas como zombies y mujeres lobo.
Miró asombrada a Addison la cual simplemente se encogió de hombros con una sonrisa.
— Entre más, mejor. — dijo simple.
Se acercaron a las gradas notando a una chica de cabello muy corto llorando y siendo consolada por varias a su alrededor.
Hizo una mueca al ver todo el trabajo que era, si quería hacerlo a su modo debía organizarla a todas.
Dejó su bolso en el suelo de forma brusca creando un estruendo con sus llaveros y cadenas saliendo de este haciendo que se cree un silencio y que las miradas que pusieran en ella.
— ¿Dónde está el individuo ? — preguntó al aire con su tono serio de siempre más las chicas a su alrededor la miraron obvia señalando con la mirada a la de pelo corto aún sollozando.
Se acercó hasta estar frente a ella.
— ¿Tú nombre? — La otra chica levantó la mirada con los ojos llorosos.
— S-Soy Amanda... — hablo en voz baja si entiendo de intimidada por la pelinegra.
— ¿Problema? — preguntó asegurándose de que Addison no le estuviera tomando el pelo y que en realidad si hubiera algo de que preocuparse.
— El semestre pasado la directora autorizó que el equipo de natación fuera mixto. — comenzó con su relato — Me inscribí y al poco tiempo comencé a sentir las miradas de Jackson cuando tenía mi traje... y como él es el capitan comenzó a pedirme cosas extrañas a las cuales la mayoría me negué pero hoy... — Su voz se quebró y quiso volver a llorar — Me acorraló en los vestidores y...y... y quiso abusar de mi. — Volvió a soltar en llanto dejando petrificada a Nicolette la cual sintió una fuerte lástima.
Un nudo de forma en su estómago y su mirada cambio repentinamente. Recordó lo que su prima lejana alguna vez le dijo después de quedar atrapada en una habitación con un general retirado que intentó abusar sexualmente de ella.
« Cuando inventen algo más sencillo que los botones y los corceles estaremos perdidas »
— ...Mi padre estuvo en el equipo y- — Nicolette regresó a la realidad cortando a la chica.
— Ya, ya, con eso es suficiente, no necesito tu biografía, — La cayó para después ponerse a su altura — ¿quieres estar en el equipo? Vas a estar en el equipo. — Exclamó con determinación pasando por el tema de Jackson.
— ¿Cómo?
— Derrocando el sistema. — se levantó bajo la atenta mirada de todas las chicas en el gimnasio — Y bueno, será mejor que todas saquen sus problemas ahora porque el escándalo que voy a armar es para mucho más.
Ella estaba preparada para ir con la directora a hacer pelea donde ella quedaría como la heroína del día. Las miró atenta esperando a alguna valiente que se ofreciera como voluntaria hasta que una chica levantó la mano y ella con un asentimiento de cabeza le dio la palabra.
— ¿Si?
— Odio que me discriminen ser gorda. — Nicolette la miró con falsa lastima.
— Ser gorda no es el problema, ocúpate de no ser tonta. — Hizo un levantamiento de hombros sin tomarle importancia, esperaba algo más.
Addison, en cambio la dirigió a las gradas sentándola bajo su mirada confusa, prefirió interferir ante el vago intento de ayuda de Nicolette, tal vez hacia lo que ella creía correcto pero sabía que no debía dejarle a alguien así de insensible todos los problemas e inseguridades de las señoritas.
— Okey... — carraspeo incómoda — Volviendo al tema de Jackson, yo creo que podremos hacer una colecta de firmas para que lo echen de la escuela.
Nicolette volvió a interrumpirla, ya se le estaba haciendo costumbre.
— Esa calamidad llena de flores y amabilidad me enferma. — Lanzó al aire recibiendo varias miradas de fastidio y molestia pero ella ni en cuenta.
— ¿Tienes una idea mejor? — preguntó retóricamente — Nosotras tenemos pruebas y-
— ¿Pruebas de qué, Nancy Drue? — preguntó con sarcasmo — Las pruebas se las terminarán metiendo por el culo y las desaparecerán. Hay que exponerlos hasta que no puedan encubrirlos. — Supo que Addison olvido un pequeño gran detalle desde que inició su discurso — Es él hijo de la directora, ¿qué crees que harán con tus pruebas?
Ella no era amable, ni tenía tratos especiales con nadie, a todos los maldecía por igual, aunque pocas veces podía ser amable con la gente que la trataba bien, pero de lo contrario tiraba un mordisco en la yugular.
— No estas ayudando. — Exclamó la ex rubia en un tono cansado comenzando a enojarse.
— No soy un centro de ayuda ni una psicóloga para tratar tus inseguridades, — bramo refiriéndose a la chica regordeta que había levantado antes la mano — pero me compadezco al darte un poco de carácter, no seas malagradecida.
Addison finalmente se quebró, ya estaba harta de su actitud y de su poca empatía y amabilidad.
— Eres mala mujer, — atacó acercándose a ella sorprendiendo a más de una en la sala — debemos apoyarnos entre nosotras — señaló a su alrededor — ¿Crees que porque ya eres de los cerebritos te crees mejor que nosotras?
— ¿Vamos a combatir los ataques o a lanzarlos entre nosotras? — rodó los ojos aburrida — Si, soy mala. — se puso de pie alejando a Addison — Soy mala porque no me dejo, porque no me quedo callada, porque no me quiebro y limpio mis lágrimas y sigo aquí luchando. ¿Entonces dicen que soy mala mujer solo por no ser sumisa, frágil e inocente? — lanzó a nadie en especial — Yo me encargo de que se note mi presencia y que se sienta cuando no estoy. ¿Quieres que te apoye y te pase un pañuelo para secar tus lágrimas? — preguntó esta vez en dirección a Amanda la cual solo pudo bajar la cabeza — Lo siento, querida, no te daré esa clase de ayuda. — Su enojo era evidente y no soportaba estar un minuto más ahí por lo que terminó por bufar y volver a tomar su bolso yendo hacia la salida — ¿Saben que? Arréglenselas solas.
Caminaba aún con enfado por lo ocurrido el día anterior con las chicas de la escuela las cuales cada que pasaba a lado de alguna le dirigían malas miradas que se estaba dedicando a ignorar.
Eran demasiado débiles y sensibles, ellas se lo perdían podrían haber triunfado con ella pero prefirieron el camino de besos y abrazos de Addison. Era no tenía mucha empatía pues nunca había pasado por una situación parecida y ni le cruzaba por la cabeza aquel sentimiento lo cual fue indignante para muchas pero eso era pasado de largo por Nicolette la cual vivía en su ignorancia con el tema creyendo que sin ella no podrían lograrlo.
Siguió en su mundo refunfuñando sin sentir la repentina presencia a su lado.
— Apestas a furia. — dijo burlón.
— No creí que los zombies pudieran oler sentimientos.
— Oh, no lo hacemos. — lo miró con una ceja alzada sin detenerse — Se te nota a kilómetros...
Después de ello rodó los ojos ignorando al chico a su lado que después de aquel silencio dio por sentando que en realidad si estaba molesta y ahora temía de ella.
— ¿Y... que te tiene tan alebrestada? — preguntó con cuidado de no alterarla más.
Nicolette en cambio lo miró incrédula.
— Seguro ya te lo dijo tu novia. — Bufo al recordar a Addison.
Zed asintió para sus adentros. Addison igual estaba molesta con la pelinegra y no paraba de decir sobre lo cansada y harta que estaba de su actitud hacia ella cuando lo único que hacía era ser amable con ella mientras que Nicolette parecía odiarla.
— Okey, tienes razón. — admitió apenado rascándose la nuca — Aún así quería saber tu lado de la historia.
Lo miró sorprendida.
— ¿Qué tan mal hablo de mi para que quieras saber mi punto de vista? — hizo una mueca.
— Lo suficiente.
— No me sorprende. — Se encogió de hombros sin darle importancia, la chica realmente no le molestaba. — Básicamente despreciaron mis ideas y me echaron. — Él la observó con una ceja alzada y terminó por rodar los ojos — Esta bien, eso no ocurrió. — Bufó — Querían que actuará como el maldito doctor Phill y les diera terapias de autoestima, no soy de esas ¿okey? Además estaba molesta por otra cosa. — Se terminó por cruzar de brazos.
Zed río levemente.
— No creo que buscarán alguien que les de terapia... Solo buscaban apoyo y credibilidad. — Nicolette simplemente lo miró, no admitiría que tenía razón — Ese... imbécil, — dijo con odio — lo logró, las está separando, no le den el gusto de que siga haciendo esas cosas.
— ¿Y tú por qué no haces algo? — preguntó perspicaz y él suspiró.
— Addison me prohibió meterme, igual a Wyatt y Bonzo, queríamos ir a partirle la cara.
— Si es un idiota... — dijo en voz baja — No lo conozco pero... — Ni siquiera terminó su explicación, estaba de más.
— Solo trata de ser más empatica. — le sonrió levemente — No lo querrán admitir pero necesitan tu ayuda.
— Lo dudo mucho realmente. — El la miró sin poder creerlo.
— ¿De qué hablas? ¡Eres Nicolette! — dijo como si eso fuera lo mejor del mundo haciendo que lo mire con intriga.
— Si, eso dice mi acta de nacimiento. — « Falsa » completo en su mente.
— Eres la chica que intimida a todos con una sola mirada. — ignoró lo anterior dicho — Sabes lo que quieres y lo consigues, no te vienes abajo y eres fuerte, una gran persona y amable muy en el fondo ¿por qué piensas que no te necesitan? — interrogó sin esperar respuesta — Eres esa pieza clave, la actitud y fuerza que necesitan para impulsarse, Addison quiere llevar la fiesta en paz... — detuvo su paso tomándola por los hombros — Yo se y creó fielmente a qué tú enterrarás vivo a ese malnacido.
Nicolette miró al alto chico a los ojos por largos segundos trayendo de vuelta el recuerdo de Elio. Cerró los ojos volviendo leves instantes al pasado.
« Mierda, Zed. No me hagas esto. »
Suspiro sintiendo un nudo en el estómago, le costaría admitirlo pero aquello la hizo sentir importante. Tal vez eso era lo que necesitaba.
— Guau... pareces menos listo de lo que en realidad eres. — El guiño un ojo.
Pero luego cayó en cuenta de lo que dijo y la miró ofendido pero ella en cambio le dio un rápido beso en la mejilla en forma de agradecimiento y corrió hacia la dirección contraria dejando aturdido al de cabello verde.
Siguió andando por los pasillos algo apurada hasta que sonó la campana por lo que estos se comenzaron a vaciar quedando solo los alumnos con horas libres. Continuó su caminata hasta que un chico golpeó su hombro de forma brusca.
Giró a verlo molesta.
— Fíjate por donde vas. — Hablo tajante mientras que él chico la observó algo sorprendido.
— Lo lamentó... — dijo como si nada.
Ella le restó importancia e iba a seguir con su camino pero antes de poder fugarse el chico con el que chocó la llamo.
— ¿Nicolette, verdad?
— Mmm si — lo observó extrañada, no lo conocía de ningún lado — ¿Se te ofrece algo?
— No, nada... — sonrió coqueto — Solo me daba curiosidad conocer en persona a la hermosa chica que deslumbra los desfiles de concursos de belleza cada año.
La pelinegra frunció de más en entre cejo ante su pésimo coqueteo ¿quién se creía que era?
— Ah, pues ya me viste. — respondió seca y se dio vuelta para irse nuevamente pero el extraño volvió a pararla en seco.
— ¡No, espera! — giró a verlo cansada.
— ¿Si?
— Soy Jackson. — Sonrió ladino y le extendió su mano dejándola helada.
Con que era él.
No correspondió a su saludo y simplemente lo miró con desprecio haciéndolo sentir nervioso.
— ¿Y... donde ibas?
— Al gimnasio. — se dio vuelta y siguió con su recorrido sin creer que el tipo comenzara a seguirla.
— Yo conozco un atajo. — Se puso a su lado — Mira es por aquí.
Y sin su permiso, tomó su mano con algo de fuerza — para una persona normal — y la arrastró hasta un pasillo desolado a lo cual ella frenó.
— No es por aquí. — Dijo frívola y deteniendo los pasos de él también.
El solo respondió con una risa boba.
— Me atrapaste, pero ahora que estamos solos... — intentó acercarse a ella pero Nicolette puso su palma en la cara del chico alejándola de ella con asco.
— ¿Qué crees qué haces? — Seguía sujetando su brazo y ante su desprecio sintió como apretaba el agarre, según él, haciéndole daño pero apenas y lo sentía.
— Te haces la difícil pero se que en realidad quieres. — Volvió a intentar acercarse pero esta vez ella se zafó fácilmente de su agarre y lo empujó levemente.
— No. — lo miró molesta y con desagrado dándose vuelta para irse pero el la volvió a tomar y arrastrar al lejano pasillo.
— ¿Adónde crees que vas? — preguntó molesto. — Ya estamos aquí, déjate llevar.
Nicolette sintió una gran repugnancia ante la osadía de tomarla por la fuerza y que su estúpido cerebro creyera que ella podría caer tan bajo con alguien como él, entonces esta vez lo empujó con la fuerza suficiente para que el chico chocara de espaldas en el otro extremo del pasillo dejándolo adolorido y asombrado.
— Maldita perra. — masculló mientras que Nicolette ignorándolo se largo de una buena vez.
Fue entonces cuando cayó en cuenta de lo que ocurría y se sintió pésimo con ella misma.
Necesitaba haberlo sufrido para sentir un poco de empatía, era de las peores cosas que le podía ocurrir a una mujer en su siglo y los desgraciados que les destruían sus vidas seguían como si nada mientras a ellas las desprestigiaban y menospreciaban. Creyó que eso había acabado muchos años atrás pero nunca faltaban los cavernícolas en aquellos tiempos.
Lo entendió todo, nunca sufrió por eso ya que siempre estuvo rodeada de guardias y junto a Elio, y ahora en su vida inmortal cualquiera que se le acerca con esas intenciones antes de siquiera dejarlo actuar lo devoraba. Y cayó en cuenta de algo más importante, no todas eran como ella.
No todas eran igual de frías, no todas tenían su fuerza sobre natural para defenderse, no todas contaban con la ayuda necesaria, no todas podían alzar la voz, no todas podían matar a su atacante y no todas podían señalar con el dedo a su abusador y salir ilesas.
Se froto la cara con frustración, era una idiota en su totalidad y camina con más determinación que antes se dirigió al gimnasio irradiando ira pura.
Ya no lo haría por la atención, ni por Wyatt o por parecerse a Eliza. Eso se volvió personal y ahora se encargaría de que Amanda pudiera vengarse mientras que Jackson tendría un golpe salado justo en su hombría.
Saliendo de sus pensamientos se dio cuenta que faltaban pocos metros hacia la entrada del gimnasio así que aceleró su paso.
Encolerizada abrió ambas puertas de par en par llamando la atención de las presentes las cuales la miraron extrañadas ante su actitud. Nicolette en cambio busco con la mirada algo que pudiera ayudarle y a lo lejos diviso el carro del conserje y un trampeador a su lado haciéndola sonreír ante su sádica idea. Se acercó hacia ella, tomó el trapeador y con su rodilla lo partió a la mitad conservando el extremo con más punta al contrario del otro que lo lanzó sin importarle mucho donde caería.
— ¿Q-Qué haces con eso? — Preguntó Bree.
— Se lo meteré en el culo a Jackson. — Dijo como si nada y comenzó a irse decidida mientras que las chicas presentes abrieron los ojos asustados por su determinación que corrieron inmediatamente a detenerla.
La Acey's rubia y Willa la sujetaron de los brazos haciéndola bufar y prefirió no poder mucha resistencia.
— Ayer no te importaba, — mencionó confundida la rubia — ¿qué pasó?
— Lo conocí.
Recuerden niñas, no estamos solas, si alguna vez necesitan hablar sobre algo pueden acudir conmigo o cuéntenselo a quien más confianza le tengan, nunca se queden calladas. Las amo.
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